Empezó a quererme. Mientras él me dibujaba yo le recitaba poemas sobre amores no correspondidos, sabiendo que aquel no iba a ser nuestro destino. ¿Cómo un ser con tanta luz se ocultaba en la oscuridad?
El tiempo iba pasando en nuestro pequeño rincón del planeta. Un día nos peleamos.
—¿Crees que lo estoy superando? Estás ciega.
Subí a la superficie dejándolo solo. Caminé hasta que mis pies me pidieron un descanso. Pasaron días, pero decidí volver. Quizás porque me sentía culpable o quizás porque lo necesitaba más a él que él a mí.
Me paré en el último escalón y le observé; parecía que para él habían pasado siglos. Ambos estábamos decepcionados pero se acercó a mí. Subió un escalón [nunca había hecho tal cosa] y dijo:
—Quiero que tú seas mi primer paso.
Arisha.
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Ocaso
PoetryÉl estaba perdido antes de conocerla. Ella, la diosa, lo salvó de la caída y lo enamoró sin palabras. Después de ella, ¿quién querría a una musa?