12 de Julio de 2013.

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La noche había pasado tranquila, él no había entrado a mi habitación para nada, era un día más en el que no me tenía. Miré el reloj, eran casi las 9 de la mañana, seguía sin saber de qué día, solo que era Julio. Me quería quedar en la cama, pero sabía que no era posible, era el inicio de mi gran mentira.

Me fui al closet, primera regla, "estar arreglada en todo momento para él", tenía que hacerlo, lo primero que me encontré fue que había ropa interior y no había orden de lo contrario, así que me cambie esa ropa que ya llevaba por semanas, la deje en un cesto de al parecer destinado para la ropa sucia. Me quedé viendo por todas partes por un minuto, había mucha ropa: jeans, camisas, blusas, faldas y vestidos, todo perfectamente ordenado, había también muchos zapatos de tacón, probablemente unos 30 pares y apenas 2 o 3 sin tacón.

Por esa vez tome los sin tacón, arreglada estaba, no podía negarlo, salí de ese vestidor con unos jeans oscuros y un blusa pegada de color rojo, con escote, como la mayoría en mi closet, me paré enfrente del tocador, me puse a ver que había, todo era nuevo para mí, maquillaje, pestaña, sombras, ésta no era yo, yo simplemente me arreglaba para salir, no para mis alumnos, y ahora tenía que hacerlo para Erick y a diario.

—Buenos días querida —entró Erick viéndome de arriba para abajo, supongo que no me arreglé tan mal—.  Luces hermosa.

—¿En serio me tengo que maquillar?

Le solté yo, me sentía frustrada con tener que estar completamente arreglada para estar encerrada y más para alguien que aborrecía.

—¿Hay algún problema?

—Posé mis manos en el tocador para apoyarme y me deje caer— Esta no soy yo, no quiero sentirme otra por completo.

Él me estaba viendo por completo.

—El contrato no va a cambiar.

—Déjeme maquillarme como diario para mí, rímel, delineador y ya, por favor.

—Él se acercó— No está a discusión Nicole —su mirada irradiaba coraje, sabía que estaba rompiendo más de una regla.

—Me voltee para con él— Por favor Señor, estaré arreglada, me pondré tacones, pero no me haga sentir más fuera de mi lo que ya me siento, esto le conviene, no me haga ser algo que no soy.

Una lágrima rodó por mi mejilla, yo no sabía si lo estaba convenciendo, necesitaba hacerlo, necesitaba recuperar algo de mí que me estaba arrebatando.

—Podemos hacer un pequeño cambio —yo lo miré fijamente, por primera vez si me interesaba lo que me iba a decir—; puedes maquillarte como sabes, como a diario, pero para algún momento especial, se te dirá y lo harás como se te ordena, no puedes estar de cara lavada por el día, solo tienes permiso para dormir.

—Gracias señor, gracias.

—De nada —él me miró—. Cambiante los zapatos, lo demás me gusta, tienes 10 minutos y bajarás conmigo a desayunar.

—Sí señor.

—Bajaras en silencio y te pondrás de pie cerca de la mesa, yo te daré permiso para sentarte.

Yo le asentí y me metí al closet, tomé unos tacones beige, altos con boca de pescado, él salió de la habitación, suspire sin sentirlo porque no pensé que fuera a aceptar lo que le estaba pidiendo, probablemente no fue un favor como yo hubiera querido, pero llevaba una ventaja, podía ir midiéndolo, podría ser lento, pero había tiempo.

Me maquillé como diario para mí, un poco de base, polvo, delineador y rímel, pintalabios y estaba lista, en menor proporción pero era yo, con ropa muy escotada, pero era yo. Los zapatos era de un tacón muy alto al que yo usaba, pero sabía que podía dominarlos.

Atrapada ||Completa||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora