Capítulo 2: El placer de tenerte

247 25 2
                                    

Esa noche regresé a mi habitación, aquella donde creen que duermo todos los días, pero nunca llego realmente a tocar la cama, pues los demonios no dormimos, por lo menos no en el mundo humano.

En la habitación existe un portal que me lleva al infierno, ahí paso las noches humanas rodeándome de lo que mi piel tanto espera, el calor de los pecados humanos, pues es en ese lugar donde sus sensaciones tocan por completo a un demonio, dándole placer sin límites. ¿Quién se cansa de ello? Un demonio no.

- (toc) (toc) – dos golpes secos se oyen en la puerta antes de que desaparezca  - ¿qué ocurre?  - se de sobra quien es y me molesta cuando ocurre.

- Amo, llegó la persona que esperaba – podría decirse que a esto no me resisto, pues es otro como yo.

- Lo atenderé en la biblioteca – ni siquiera me molesto en salir del lugar como un humano no es necesario, desaparezco y reaparezco en la biblioteca sé que él ya me espera ahí y aunque no me toma tiempo llegar ahí no llego de inmediato, es divertido hacerlo esperar.

- Te esperé mucho – dice mientras rodea mi cuerpo por la espalda, haciendo algo de pucheros – siempre haces lo mismo y lo peor es que lo permito – sonrió por su expresión, parece un niño, nadie creería que con esa cara y esas expresiones, sea un demonio que llega a dar mucho miedo a cualquiera que lo enfrente.

- Claro que no, aun así llego cuando así lo quiero – giro entre sus brazos, para enfrentar su mirada y de forma lasciva lamo sus labios, haciendo que suelte un gemido de placer – o deseas ¿qué siempre llegue a tiempo? – sonríe por mi acción y demanda con deseo un contacto más prolongado.

- Sabes que a ti siempre te permitiré lo que desees – me encantan sus respuestas por lo que me dedico a devorar sus labios, frotando su cuerpo con el mío.

- ¡¡Humm!! Tómame – me gustan sus propuestas así que no lo hago esperar.

Nunca me contengo, ¿quién lo haría? El placer que puede dar un demonio con solo tocarte es indescriptible, ahora piensa que siente un demonio sintiendo a otro, placer puro.

Bajo las manos hasta sus nalgas y lo levanto para que sus piernas me rodeen, camino hasta el escritorio y lo siento en él, sé que hay gente esperando afuera, pero realmente no importa. Quito su ropa de forma rápida y ansiosa, aquel traje no era impedimento en mis manos y sus gemidos aumentaban la necesidad.

- ¡¡Humm!! Entra, rápido – una vez desnudo abre las piernas y sin miramientos me muestra su entrada, la cual parece palpitar por mí.

- Deberías resistirte un poco – me deshago de la ropa que me estorba, tomo mi erección y sin miramientos la introduzco en lo más profundo de su cuerpo.

- ¡¡Ammhh!! – su cuerpo se contrae entre dolor y placer, sabía de sobra que así sería, nunca me ha importado lo que sienten los demás.

- Gime – exijo de forma fría cerca de su oído, justo en el momento en el que comienzo las profundas embestidas, no pregunto si puedo empezar, no me importa si le duele.

- ¡¡Ahhh!! – comienza a gemir para deleitarme, no se contiene y lo hace de forma deliciosa, desgarrándose incluso la voz.

Aumenté las embestidas para poder escuchar esos deliciosos gemidos, cerré los ojos y dejé que el placer corriera por mi cuerpo, para que se volviera de niveles demoniacos, delirantes, desenfrenados, compuestos de sensaciones que ningún mortal podría sentir. Continué tomando su cuerpo hasta que me fue insoportable esperar.

- ¡¡Humm!! – terminé en su interior poco después de que él se corriera entre nosotros.

- Sigue siendo divertido venir a vertemm, deberías pedirme que venga más seguido – poco a poco fue bajándose de mi escritorio para poder vestirse, una vez que me separé de su interior.

Caja de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora