Capítulo 23: Mors Virus

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  Lo primero que sintieron Bruce y Blair al ver a Misha avanzando hacia ellos, convertido en una de las criaturas a las que tanto temían, fue un estremecimiento totalitario, que no dejó que pudiesen mover su cuerpo durante unos instantes que a ellos les parecieron eternos. Bruce se maldijo en voz baja, rechinando los dientes. Tardó más de medio minuto en reaccionar, así que cuando por fin pudo, ya casi lo tenían encima.

-¡Atrás! -Exclamó primeramente. En el cuerpo de policía lo habían enseñado a preguntar primero y a disparar después, pero con aquellas desconcertantes y temerosas criaturas, ya no sabían bien qué hacer o como actuar. Ya podías ser el agente con más sangre fría de todos, que delante de unas fauces como aquellas, siempre presentarías algún tipo de duda.- ¡He dicho que dejes de moverte o te meto una bala dentro del cráneo!

Las amenazas no surtían efecto en Misha, seguía moviéndose de un lado al otro, tambaleándose. Como si se hubiese pasado todo el día emborrachándose. Dio un par de traspiés, Blair juró que podría haberse caído si no fuera por la fuerza animal que le hacía dirigirse hacia ellos. Bruce se estremeció al verlo sonreír de nuevo con aquella dificultad inhumana.

-¿Entiendes lo que te decimos, o qué? -Estalló Blair, la compostura la iba abandonando poco a poco, sintiéndose un poco más sola y vacía. Agradeció mucho tener la compañía de Bruce en aquellos momentos.- ¡Dispárale ya, por el amor de Dios! Va a devorarnos, ya no es el mismo hombre honrado al que habíamos conocido. ¡Eso ya se acabó!

-Vamos...-La voz de Misha sonó como si las palabras las hubiese pronunciado una serpiente venenosa.- Sois mi alimento, compañeros. ¿De verdad queréis dispararme? ¿Quién es el malo de la película ahora, hm?- Su sonrisa se ensanchó, la situación le parecía divertida. Lo que para ellos dos resultaba una escena terrorífica, para él sólo era un número más del espectáculo. El espectáculo más macabro de todos los tiempos.- Yo sé que no...

-¿Por qué podéis hablar?- Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a esa incógnita dentro de su cabeza. Bruce no entendía por qué algunos si tenían la capacidad de hablar y otros, sin embargo, ni sabían hacer funcionar más de dos extremidades al mismo tiempo.

-Los humanos sois aún más tontos de lo que pensaba...bueno, este recipiente que me ha tocado también era bastante pánfilo. ¿Sabíais que el doctor Misha aún era virgen y dormía con unicornios de peluche?- Dio varias palmadas falsas, a modo de aplauso.- Qué enternecedor, ¿no os parece? El virus que los estúpidos hombres crearon nos permite hacer este tipo de cosas. A ver como lo explico para que un par de cabezas huecas como vosotros lo entienda...-Se relamió los labios, provocador. Bruce apretó los puños con fuerza, clavándose las uñas en las palmas de sus manos.

-Explícate ya, porque se me acaba la paciencia..-Gruñó.- Esperar nunca ha sido una de mis mejores cualidades....

-¿Os habéis fijado en que hay dos tipos de muertos, no es así? -Se crujió los nudillos, el sonido que hicieron los huesos al colisionar fue tan estridente, que pensaron que se habían hecho añicos.- Primero se dio el caso de los zombies comunes, la primera cepa del virus que se modificó. Como siempre, el virus falló. El primer intento siempre se queda sucio, vulgar...-Sus ojos se volvieron humanos de nuevo por una milésima de segundo, parecía como si Misha aún estuviese luchando internamente contra el virus que ahora hacía estragos en su cuerpo.- Los muertos que nacieron de este experimento fallido son calamidades inútiles que no piensan, no se relacionan...menudo desperdicio más grande de tiempo y recursos. ¡Algunos no tienen ni mandíbula inferior! Pero gracias a las grandes mentes científicas de Albert y Misha...se pudo mejorar el error.- Hizo una breve pausa, mirando detenidamente a sus dos únicos oyentes.- Ellos siguieron trabajando sin descanso mientras el Apocalipsis iba recorriendo las calles, de ciudad en ciudad. Devastando todo lo que caía en sus redes a una velocidad vertiginosa...pero pronto se quedaron sin maquinaria para continuar la investigación, sin electricidad, sin animales con los que practicar...A Albert se le ocurrió la descabellada idea de probar el virus en ellos mismos, debido a la escasez de personal. Como ya sabéis...Misha abandonó el proyecto, presa del pánico. Sabía que habían conseguido mejorar el virus, podrían levantar el mundo de nuevo si quisieran, reparar los daños que hasta ahora se habían causado...pero ya sabéis lo que puede pasar si algo tan poderoso como esto cae en las manos equivocadas. Albert estaba obsesionado y su mente turbada lo decepcionó en el último momento, dejándose llevar por la avaricia, atribuyéndose a él mismo todos los méritos. Por vuestras expresiones agónicas creo que al fin habéis entendido todo esto y la gravedad del asunto.

Bruce y Blair permanecían en mutuo silencio, se habían dado las manos de manera inconsciente, como si fuesen dos concursantes esperando poder pasar a la final juntos.

-No os confundáis...-Se acercó un poco más. Un paso, dos pasos...-¿Creéis que os voy a matar, eh? -Sacó su arma, a saber a cuál de sus compañeros se la habría arrebatado.

-¿No? Pues para no querer, te estás acercando demasiado...-Bruce también alzó la mano, sujetando con firmeza su arma. Pero Blair lo detuvo en el acto, antes de que pudiese apretar el gatillo.- ¿¡Pero qué...!?

-No, Bruce...-Dijo ella, haciendo una negativa con la cabeza.- No tendría sentido que hiciera todo esto para después asesinarnos.

-No te pillo, joder...-Bruce la miró, sin comprender nada.

-Digo que no tiene sentido que nos cuente todo eso para después matarnos, podría habernos asesinado en varias ocasiones y sin embargo...no lo ha hecho. ¿Por qué, Misha? Si es que aún sigues ahí, claro...

-La chica tiene razón, escúchala, insensato.- Misha se acercó aún más, hasta el punto de que ya podían observar con total claridad todos los detalles de su podrido rostro, parecía una manzana blanquecina, cubierta por un montón de gusanos hambrientos que abrían surcos en su piel.- Yo no he venido aquí para mataros, ni si quiera me he dignado a tocar a ninguno de vuestros compañeros.

Blair y Bruce soltaron todo el aire contenido dentro de sus pulmones a la misma vez. Habían estado tan preocupados por el paradero de sus amigos, que se les había olvidado respirar con normalidad.

-Cuando termine de contaros esto, quiero que acabéis conmigo. ¿Seréis capaces de algo tan sencillo como eso, verdad? Sé que podéis, ya os lo he visto hacer antes.- Sus ojos eran completamente distintos a la luz del sol; uno era blanco, sin iris y latía con violencia dentro del párpado, como si fuese a salirse de un momento a otro. Mientras que el otro, era totalmente humano, aunque estaba algo enrojecido debido a la presión que estaba ejerciendo el espectro para dominar su cuerpo y tomar el control de la situación. Parecía como si hubiese dos personalidades diferentes dentro del mismo individuo.

-Me pregunto...-Tartamudeó Bruce, indeciso, ni si quiera sabía qué pensar. Podría estar jugando con ellos y tenderles una trampa sin que se lo esperasen. Pero al parecer, era el único que lo pensaba, Blair ya no estaba tan tensa, ella confiaba en la palabra de Misha.- ¿Cómo es posible? Cuando saliste del túnel, se te veían las intenciones, no parecías tan amistoso con nosotros como ahora. ¿A qué se debe?

-Amigos...-Misha carraspeó, tapándose la boca para evitar un estruendoso y perjudicial ataque de tos. Al retirar la mano vio que estaba manchada de sangre negra y sonrió con tristeza.- Tengo tantas cosas que contar y tan poco tiempo...siento como el virus me está devorando las entrañas por dentro. Y duele, duele muchísimo...

Dio un paso hacia delante, pero perdió el equilibrio de sus torpes pies y casi cae contra el suelo. Si no fuese porque Bruce tenía unos reflejos brillantes, se habría partido la cara contra el terreno embarrado. Entre los dos consiguieron sentarlo, apoyando su delicada y huesuda espalda contra una de las paredes de la colina. Se dieron cuenta de lo fácil que resultaba manejarlo ahora, como si fuese una muñeca de trapo.

-Tranquilo, tranquilo...-Bruce se agachó a su lado y rebuscó entre los bolsillos de la mochila que aún llevaba colgada de sus castigados hombros.- ¿Tienes sed? ¿Quieres un poco de agua? -Le acercó una pequeña botella de agua mineral a la boca, con suavidad.

-Guarda ese agua para vosotros, la vais a necesitar más que yo.- Tragó saliva costosamente, buscando la manera de seguir hablando, aunque su garganta se negaba a ello.- Vendería uno de mis brazos por dar un sólo sorbo de agua limpia, pero el virus que recorre mis vasos sanguíneos lo desecharía en seguida, repele todo tipo de alimento o líquido que no sea la carne o la sangre humana. Está diseñado así...Mors virus, Mors virus....-Cerró los ojos, estaba comenzando a divagar.

-¿Qué es eso? ¿De qué hablas? -Bruce colocó sus manos sobre los hombros del doctor, le levantó el rostro, obligándolo a mirarle.- ¿Qué más sabes del virus? Por favor....es muy importante, dinos todo lo que recuerdes. Quizá aún tengamos una oportunidad de salvar el mundo de esta constante tortura.

-Es el virus de la muerte...-Sonrió. Movía sus manos, pero fue un intento fallido.- S-se difunde rápidamente por el cerebro del individuo, por eso al morir se transforman tan deprisa...t-también altera gravemente las partes....las partes del sistema nervioso. La función en la que habíamos puesto todas nuestras esperanzas...-Tomó aire, cada vez le costaba más hablar.- R-reanima y duplica la única célula que queda en funcionamiento, que es donde se desarrollan los instintos básicos y primarios, como el acto de supervivencia, por...por eso lo primero que hacen al despertar es buscar alimento. E-esa célula, manda pulsaciones electromagnéticas al cuerpo y...y eso es básicamente lo que los hace ponerse en pie de nuevo.- Bruce y Blair lo escuchaban con toda la atención que eran capaces de emplear, ensimismados.- También se ha descubierto que el virus mejora algunos sentidos, como el oído o la visión, por eso pueden escucharnos desde metros de distancia o pueden ver en la oscuridad y nosotros no...matan a todo ser vivo porque pueden sentir el bombear de los corazones y el fluir de la cálida sangre por las venas...-Misha cada vez se movía más lentamente, aquello no era una buena señal. Bruce tenía en la punta de la lengua la pregunta que todos anhelaban conocer su respuesta, la pregunta del millón de dólares.

-¿Hay alguna manera de revertir el virus? ¿Alguna manera de...hacer que los muertos no se levanten y se queden como están? Tiene que haber algo, por muy simple que parezca...

-Con las personas que ya se han convertido en zombies no se puede hacer nada, me temo...-Su rostro se crispó en una mueca de dolor.- Albert fue el único que se quedó estudiando el antídoto por si algo salía mal, aunque no creo que lo haya conseguido. Es algo realmente complicado...

-¿Entonces hay cura o no hay cura?- Lo zarandeó un poco, sin darse cuenta de que le estaba haciendo daño. Misha era un mero saco de huesos y pellejo. El virus le estaba absorbiendo toda la vida y lo estaba consumiendo en cuestión de segundos.

-La podría haber, supongo...toda creación debe tener su punto débil, algo que la pueda destruir. Aunque...yo...yo no sé....-Se frotó los ojos, parecían escocerle. De pronto sintió como un dolor llameante lo recorrió de arriba a abajo, sacudiéndolo como si le hubiese alcanzado un rayo.- ¡Lo siento dentro de mi! ¡Acabad con esto de una vez por todas, por favor os lo pido!

Bruce y Blair se volvieron a mirar, en el idioma del silencio, no les hacían falta las palabras para saber que debían hacer a continuación. Acabar con un buen amigo en un estado como ese, nunca resultaba agradable, muchos no conseguían reunir el valor suficiente para tener que hacer algo así, pero ellos se lo debían. A pesar del desastre, que en parte también era culpa de Misha, le debían un descanso digno de su persona, el pobre hombre ya había sufrido demasiado. Llegó el momento de dirigirlo hacia la paz.

-Cierra los ojos si lo prefieres, Misha.- Susurró Bruce, poniéndole el cañón de su arma contra la frente.- No me gustaría tener que hacerlo mirándote a los ojos....

Misha obedeció, cerrando los ojos con una calma envidiable. Justo cuando Bruce se disponía a ponerlo a descansar, abrió sus ojos blancos de golpe, dándole una fuerte patada en la boca del estómago al agente, haciéndolo caer el suelo con brusquedad. El ser había vuelto a coger las riendas, poniéndose en pie con un ágil salto. Resultaba increíble que hace unos instantes estuviese en ese estado tan deplorable, no parecía el mismo, ni si quiera se movía igual. Agarró con sus infectadas manos uno de los troncos que tenía más cerca y se lo puso a Bruce contra el pecho, apretando cada vez más. No deseaba jugar o reírse de su víctima, esta vez actuaba de manera certera, golpeando a matar. Blair recogió el arma que Bruce había soltado al caer y disparó varias veces hacia la cara del monstruo; La primera de las balas impactó en el cuello, dejando un agujero considerable, por el que aún se veían las cuerdas vocales, tratando de emitir algún sonido que no fuese ese gorgojeo tan desagradable, otra le reventó la parte inferior de la mandíbula, haciéndola saltar por los aires, como si de fuegos artificiales se tratase y la última, que penetró limpiamente el entrecejo, haciéndolo caer redondo. Sus rodillas se arquearon hacia delante como si tuviesen un muelle incorporado y esta vez, ya no se levantó más. No volvería más de las tinieblas, ahora serían su eterno hogar.

-¿Te ha hecho daño, damisela en apuros?- Preguntó Blair, ofreciéndole su mano. Bruce la agarró, ayudándose de ella para ponerse en pie.

-Muy graciosa tú, ¿no?- Sonrió, tratando de hacerse el digno, manteniendo la compostura.- No me esperaba que fuese a atacarme de esa manera tan repentina. ¡Le podría haber pasado a cualquiera, me confié!

-Sí, sí, ¿eso qué oigo son excusas, súper agente? -Se echó a reír de manera nerviosa, en parte por la tensión acumulada.

-Tú ríete, pero por poco nos la juega de nuevo.- Se pasó las manos por la melena oscura, no se había dado cuenta de que estaba sudando.- Esas cosas que nos ha contado..¿no te parece raro que los demás no hayan encontrado la salida aún?

-Sí, bueno...no lo sé.- Admitió Blair, devolviéndole la pistola a su portador.- Quizá sólo se hayan retrasado un poco, ese túnel era como un auténtico laberinto. Pero sé que están vivos y eso es todo lo que me importa.

-Exacto...- Bruce se contagió por las palabras de Blair.- No podemos ser los últimos, seguro que están todos bien. Habrá que creer de corazón que todos estarán bien. Sólo tenemos que ayudarlos o esperar a que regresen. Pero yo aquí sentado no me quedo, ¿tú que opinas?

-Pues lo mismo. No quiero quedarme aquí quieta, podrían estar en apuros.- Sonrió, dirigiendo su mirada hacia la entrada del túnel, que seguía tan oscuro como hace un rato. Aún con el miedo de que pudiese salir otro caminante del agujero, decidieron cruzar de nuevo el portal hacia las pesadillas.









Daniel estaba apoyado contra una de las rocosas paredes, sintiendo como la humedad se filtraba por su ropa, alcanzando sus huesos. Aún no se creía que Misha hubiese reaccionado de aquella manera. Le había arrebatado la linterna de las manos, y con una piedra lo había golpeado en la cabeza con fiereza, para después saltar de sus hombros y desaparecer en la espesura. Andy trató de detenerlo, como era de esperar, gritándole todo tipo de insultos, pero ninguno de sus hombres pudo pararle los pies.

-Creo que ese ya no era Misha...-Elliot se agachó a su altura, mirándole con cuidado la herida de la cabeza a Daniel, apartando el pelo canoso.- No se movía como uno de ellos y sus ojos ya no eran los mismos, dictaban locura. ¿Estás bien, ves con claridad?

-Sí, estoy bien...-apretó con fuerza los ojos, aún seguía un poco mareado. Pero quedarse allí sentado mientras los zombies les pisaban los talones no era una buena idea. Hasta un niño pequeño lo sabría.- No sabemos a donde se ha podido ir el enloquecido Misha...y hemos perdido de vista a Bruce y a Blair. No me puedo quedar aquí sentado por un simple golpe en la cabeza.- Se levantó, apoyándose en el escuálido hombro de Elliot.- Tenemos que encontrar la salida, quizá ellos hayan dado con ella antes que nosotros.

-Quizá nos vamos a morir todos aquí.- Comentó Andy, tocando una de las paredes con sus dedos enguantados.- Vamos, estamos atrapados en un túnel con un montón de bichos, un loco y dos compañeros desaparecidos. ¿Qué hay de positivo aquí?

-No hay nada de positivo, Andy. No empecemos.- Susurró Daniel, limpiándose la sangre que le recorría la cara con el dorso de la mano.- Pero si quieres pensar que vamos a morir todos en lugar de intentarlo, allá tú. No pienso discutir más esas cosas contigo ya, creo que quedó demasiado claro la última vez.

-Vamos, chicos...-Mya se colocó en medio de los dos, para apaciguar la tempestad.- Hasta ahora hemos podido avanzar bien, permanecemos juntos. Quiero que siga siendo así. ¿Entendido?

-Espero que la suerte nos dure como hasta ahora...-Masculló Daniel, con preocupación.- Porque no os voy a mentir, salir de aquí va a ser todo un problema, nos va a costar lo nuestro.

-Vamos a despejar el camino.- Sonrió Daniel.- Eso es lo que diría Bruce si estuviese aquí, estoy seguro. Vamos a patear los traseros de estos hijos de puta y armar algo de jaleo.- Comprobó el cargador de su arma, con agilidad. Y esbozó una sonrisa agridulce.

Los demás no tuvieron que decir nada más, estaban todos de acuerdo. No eran el tipo de personas que se dan por vencidas ante obstáculos como ese. Se quedaron mirando la inmensidad del túnel y como si lo hubiesen ensayado, todos dieron un paso hacia delante, abriéndose paso, agarrando a la oscuridad por las pelotas. Cuando torcieron en la primera esquina, tuvieron que parar de golpe. Se encontraron con un caminante con la piel de un color extraño, marrón y verdosa, que estaba tirado en medio del camino, convertido en un amasijo de intestinos retorcidos. Sus entrañas descansaban sobre el suelo, sacadas de cuajo. El lado derecho de su cabeza estaba machacado, como si algo le hubiese pasado por encima y los pedazos de cerebro, hueso y sangre cubrían casi todo el suelo. Daniel se acercó, viendo como no demasiado alejados, dos zombies estaban arrodillados en la tierra mojada al lado del cadáver, dándose un festín con sus tripas. Trozos de carne salieron disparados hacia los pies de Daniel, impactando contra ellos.

-Hijos de puta...-Susurró Andy, apuntándolos. Justo en ese momento los dos zombies tiraron el cuerpo, que cayó inerte contra el suelo. Después se dirigieron hacia ellos al trote, emocionados por aquel nuevo estímulo.

El primero de los zombies le dio un tirón a Daniel en la camiseta, rasgándola. Agitaba la cabeza como un loco, estaba fuera de sí. Daniel bajó la cabeza, para ver si también le había rasgado la piel, porque ya sabía lo que aquello suponía, pero soltó un suspiro de alivio al ver que su piel seguía impoluta.

-¡Si quieres comer algo, que sea esto! -Lo encañonó y disparó, haciendo que la cabeza del ser saltase por los aires, con una viscosa explosión enrojecida.- Ya no vais a comer más carne, ni vais a ocupar más cuerpos.

El otro zombie, enfurecido por haberle hecho eso a su amigo, arremetió contra Elliot, dándole un fuerte golpe en la nariz, le habría mordido de no ser por Luna, que le cortó la cabeza con su machete y después clavó la punta en el cráneo, para asegurar de que no se moviera más. Miró al chico para ver si estaba bien, pero lo único que vio fue que su nariz goteaba sangre.

-Bah, saldrás de esa, no es nada.- Sonrió, ofreciéndole la mano a Elliot.

-Eh....amigos.- Una voz les resultaba familiar les llegó desde la otra parte del túnel. Lo olieron en seguida, un olor como aquel jamás se olvidaba y más proviniendo de él. Albert había conseguido dar con ellos. Y todos sintieron un escalofrío en el preciso instante en el que habló.- ¿Problemas en el paraíso?

Albert avanzó con rapidez hacia ellos, con sus brazos delgados y acartonados hacia delante. Consiguió agarrar a Luna del cuello, enroscando sus fríos dedos por la piel pálida de ella. La rubia consiguió alzar sus manos, agarrando las huesudas muñecas de la criatura, arrancándole la piel con las uñas, pero Albert comenzó a reír, sin dejar de apretar. El rostro de Luna pasó de ser blanco como la nieve al morado intenso. Trataba de gritar, intentaba respirar, pero se dio cuenta de que no podía, se estaba asfixiando. Notaba como la garganta se le cerraba y le ardía por dentro, sentía la cabeza como si le fuese a explotar de un momento a otro, el dolor que sentía era tan inmenso que no se dio cuenta de que John había saltado encima de Albert, golpeándole la cabeza con una pesada roca afilada. Consiguió hacerle unos cuantos rasguños en la frente y en las mejillas, pero consiguió desestabilizarlo y soltó a Luna, haciéndola caer de rodillas, dando grandes bocanadas de aire.

-¡Los del túnel! -Exclamó otra voz desconocida. Provenía de uno de los conductos por los que ya habían pasado, pero no lo habían visto por la incertidumbre a la que habían estado sometidos. Escucharon una puerta abriéndose y por fin vieron algo de claridad, no era luz natural, era artificial, anaranjada.- ¡Venid por aquí!

El grupo de Daniel se volvió hacia la voz, una voz grave, aunque femenina. ¿Sería una mujer viva? ¿Una criatura como lo era Albert? ¿O un muerto que tenía la capacidad de hablar? Se miraron los unos a los otros, más confundidos que otra cosa. La voz volvió a gritar, ya que vio que no reaccionaban.

-¡Venga ya, coño! -Exclamó, con un deje de enfado en su voz.- ¿Queréis correr hacia aquí ya o qué?

-¿Vamos o no...Daniel? -Preguntó John, comprobando que Luna estaba bien, no dejaba de examinar su cuello.

-Me da que será mejor que quedarnos aquí con Albert y los demás zombies enloquecidos. No podrá ser peor...-Asintió con la cabeza y levantó el puño cerrado, lo que para ellos significaba que debían avanzar. Corrieron por el túnel, hasta entrar por la puerta que hasta ahora, había estado invisible para ellos.

-¡Entrad todos! ¡Antes de que ese loco se recupere del golpe! -La mujer, a la que todavía no habían visto, desapareció por el marco de la puerta metálica, esperando a que todos traspasaran el umbral.- ¡No quiero compartir mi hogar con mas bichejos de esos, si entra alguno, será por vuestra culpa!

-¡Calla ya, Rachel! -Una segunda voz emergió desde el interior, irritada.- ¿Qué formas son esas de tratar a esta pobre gente? ¿No ves que están asustados?

-Es que hay uno de esos zombies fuera. De los que son listos y eso.- Cuando ya todos hubieron pasado por la puerta, ella corrió a cerrarla, con gran esfuerzo. Era una mujer menuda, delgada, con el pelo rojo como el fuego y el rostro impregnado de pecas. Llevaba un jersey amarillo y unos vaqueros desgastados, daba la impresión de que se había escapado de los años setenta.- Ya te vale, Fukushi, no me regañes, tío.

De una improvisada habitación al final del pasillo, salió un hombre bastante alto, musculoso. Tenía el pelo oscuro y los ojos rasgados, por el nombre intuyeron que debía ser japonés. Contrastaba demasiado con la pequeña mujer, al reunirse con ella no le llegaba ni a la cintura.

-¿Vivís aquí....? -Fue lo primero que preguntó Daniel, observando la destartalada vivienda que aquellos dos nuevos individuos habían construido dentro del túnel. No era un sitio acogedor, ni si quiera bonito. Pero servía como refugio, parecía estable.

-Sí, vivimos aquí. ¿Es qué tenéis algún problema con ello? -Rachel arqueó una de sus coloridas cejas. Fukushi le puso una mano en el hombro, callándola.

-No, nadie quiere problemas aquí. Sólo queríamos agradeceros que nos hayáis dejado entrar, no teníais porqué.- Daniel guardó su arma, al igual que el resto de sus compañeros.

-Sí que teníamos, no podíamos dejaros ahí fuera con todo el jaleo que estabais formando. Guau, sois un montón de gente. ¿De dónde venís? Hacía mucho tiempo que no veíamos a nadie pasar por estos túneles, ahora es el hogar de los muertos. Aquí encerrados apenas nos llega el olor, pero se hace insufrible.- Los miró de arriba a abajo y escupió el tabaco que había estado mascando y sonrió. Era una sonrisa amable y verdadera, de las que no estaban acostumbrados a encontrarse.

-Gracias por salvarnos.- Al ver que no eran enemigos, ni tenían restos zombificados por la cara, se relajaron. Se alegraron mucho de encontrar personas vivas.- ¿Hay algo que podamos hacer para compensarlo? -Se quedó en silencio al ver que los dos miraban con los ojos muy abiertos a Chris, que comenzaba a sentirse cohibido.

-¡Ha entrado un monstruo! -Gimió Rachel, horrorizada.- ¡Os lo dije, os dije que acabaría entrando uno si no os dabais prisa!

-¡No, no, calma! -Daniel alzó ambas manos.- ¡No es un monstruo, es nuestro amigo! Dejadnos un momento y os lo explicaremos todo, por favor. ¿Creéis que si fuera un monstruo, estaría ahí tan tranquilo? Viene con nosotros, se llama Chris.

-Pues ya estáis tardando en explicarnos todo.- El hombre se relajó y se sentó, apoyando las palmas de sus manos en las piernas cruzadas, con actitud solemne.- Estoy deseando oírlo. Tiene pinta de ser toda una locura.



-¿Y qué no lo es? -Sonrió Daniel, dispuesto a contarles toda la verdad.  

El último bocado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora