¿Inocencia o Idiotez?

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El silencio en el gimnasio era abrumador. Las caras de incredulidad y estupor estaban grabadas en los rostros de casi todos los miembros del club de volley de Karasuno. Y no era para menos después de la inocente -y sin afán de dañar psicológicamente a nadie- declaración del señuelo.

Es cierto que sabían que el pequeño cuervo era algo despistado e inocentón, pero no creían que hasta ese límite. Comenzaban a dudar donde acababa la inocencia y el despiste y donde comenzaba la idiotez. Realmente, en el caso de Hinata, era una linea que no estaba demasiado clara.

Pero para entender mejor la situación, lo mejor será volver unos minutos atrás en el tiempo.

-.-.-.-.-.Diez minutos antes.-.-.-.-.-

El entrenamiento de la tarde acababa de terminar y todos se disponían a limpiar el lugar. Cada uno de los jugadores comenzó con su trabajo de limpieza. Nishinoya y Tanaka se dirigieron rápidamente hacia su adorada Kiyoko-san.

La morena tenía asuntos de los que ocuparse por lo que debía irse antes. Todos en el equipo le habían dicho que no necesitaba quedarse en el entrenamiento y Yachi le había dicho que sería capaz de encargarse ella sola, pero esta argumento que tenía suficiente tiempo como para ayudar en la práctica.

—¡Kiyoko-san!— gritó el líbero llamando la atención de todos en el lugar —¡Tenga cuidado al tomar el tren!

—Noya-san tiene razón, ¡tenga mucho cuidado!— gritó igualmente el rapado mientras asentía fuertemente.

—¿Eh?— fue lo único que pudo articular la morena antes de que la interrumpieran.

—¿Qué es lo que ocurre?— preguntó el capitán al escuchar tal alboroto por parte de esos dos.

—En las noticias locales advirtieron que había que tener cuidado en los trenes ya que ha habido un reciente aumento de acosadores— respondió Suga, que también se había acercado por el alboroto.

—Yo también lo escuché— agregó Yamaguchi para darle veracidad a lo dicho por el sempai.

Ya el resto del equipo se encontraba reunido en torno a ellos y compartía sus pensamientos y opiniones sobre esa noticia.

—¡Oh!— exclamó repentinamente Hinata llamando la atención de todos.

—¿Qué ocurre?— preguntó Kageyama que se encontraba junto a él.

Desde que había comenzado la conversación el menor se había mantenido callado -cosa extraña- y pensativo -aun más extraño-. De cuando en cuando fruncía el ceño y otras veces hacía una mueca. Pero había dicho palabra.

—¿Eh? Nada, solo recordé algo que me ocurrió el fin de semana pasado— respondió con una sonrisa boba. —Estaba en el tren cuando note como alguien me tocaba el trasero.— comentó con una sonrisa estúpida.

Todo se sumió en un repentino silencio y todas las miradas se centraron en el señuelo de Karasuno.

—Cuando volteé vi a un hombre mayor, como de unos cuarenta— siguió con su relato. —Se disculpo por tocarme el trasero y me dijo que lo hizo sin querer ya que el tren estaba muy lleno.

Tras escuchar esto todos se relajaron visiblemente. Sabían que su amigo no podía ser tan idiota como para no darse cuenta de que lo estaban acosando, ¿verdad?

—Pero...— prosiguió mientras fruncía el ceño. —El tren a esa hora estaba casi vacío...

Un silencio incomodo volvió a cubrir todo el lugar y la tensión era palpable para todos -menos para Hinata que felizmente siguió con su relato-.

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