¿Es amor?

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En el hospital

El camino al hospital fue agobiante en todos los sentidos, Yuuri no paraba de inquietarme con sus muy indisimulados chillidos y los paramédicos hablando rápido me angustiaban de una manera exacerbada. Bajamos de la ambulancia y se llevaron a Yuko a la sala de emergencias. Nos sentaron forzosamente en la sala de espera, Yuuri por supuesto se negaba a dejarla sola, tuvimos entre tres que separarlo rudamente de la inconsciente chica.

Yuuri caminaba impaciente de un lado a otro, no tengo ni idea que puedo hacer por la pobre y atormentada alma que estaba desesperada por su amiga, pedirle que se calme, sería arrogar gasolina a este incendio. Me quedé sentado meditando qué hacer por mi pequeña figura de porcelana, la cual parecía que se quebraría en cualquier segundo no encontraba manera de iniciar una conversación para distraer su mente, se creó una barrera mental la cual es impenetrable.

— Viktor — habló cuando me di por vencido para ayudarlo, que me dirigiera la palabra fue cómo derrumbar aquella muralla que se había creado. Me miró angustiado, pidiéndome a gritos que lo consolara y le dijera que todo estaría bien, pero ni yo tengo certeza de eso, su mirada siempre me decía lo que él necesitaba. Sin consultar con la razón antes, me abalancé sobre el preocupado retoño envolviéndolo en mis brazos. Rápidamente correspondió el abrazo metiendo su cabeza en mi cuello, su corazón latía afligido por todo este estrés.

— Yuuri, está bien llorar. — susurré acariciando la larga melena. A pesar de todo, Yuuri no lloró en ni un momento, él es muy sensible con estas cosas, y si hasta yo tengo ganas de tirarme a lagrimear, no me imagino cómo se encuentra él. Asintió y se permitió a si mismo quebrarse.

Se me rompió el corazón al escucharlo llorar de esa manera tan desgarradora, escuchar cada gemido de dolor que soltaba era una daga en mi pecho. Sólo quiero que todo esto acabe pronto, que mi retoño deje de sufrir y esboce esa hermosa sonrisa que tanto lo caracteriza, la agonía estaba presente en cada jadeo que se deslizaba por sus labios húmedos por la cantidad de lágrimas que desembarcaban en estos.

—Tengo miedo Viktor — hipó mientras tupía sus dientes con fuerza. No puedo llorar ahora, Yuuri me necesita, debo ser fuerte y resistir.

— Yo también... —murmuré honestamente.

Los minutos se sintieron cómo horas y las horas cómo días. La maldita puerta no se abría, y hasta unos instantes creí que nunca lo haría. Un hombre de tez morena y bata blanca apareció por las compuertas. Levantamos la cabeza ambos de manera simultánea, nuestras manos estaban abrazadas una con la otra para darnos fuerza mutua.

— ¿Quién viene con la señorita Yuko Nishigori? — preguntó masajeando su puente nasal, se veía cansado el pobre señor. Yuuri me soltó y se levantó casi al instante.

— Nosotros — contestó por ambos me levanté caminando cautelosamente cerca de mi retoño.

— La señorita Nishigori se encuentra estable, tuvimos que proceder con un lavado estomacal, pasó por un fuerte shock tóxico por una sustancia que ingirió — comentó serio, Yuuri se petrificó, al sentir su respiración irregular alcancé su mano estrechándola con fuerza con la mía — ¿Tienen idea de que pudo haber sido? —ambos negamos con la cabeza. Tras un desesperanzador suspiro continuó — La trajeron a tiempo, su temperatura estaba rozando los 34°, su amiga tuvo mucha suerte de que estuvieran ahí...—una increíble satisfacción y alivio me subió por toda la columna vertebral relajando mis músculos y espíritu— gracias a ustedes, se encuentra estable, pueden pasar a verla en unos minutos si lo desean. Con permiso. —hizo una pequeña reverencia y desapareció tras las blancas puertas.

Antes de poder decir algo, Yuuri me estrechó con sus brazos dejándome totalmente sorprendido. Nunca había sido tan afectivo sin calentura de por medio.

Cambio de CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora