Jaehwan era hijo único de un padre instransingente y bastante violento.
Habían llegado a un pequeño pueblo, donde se estabilizarian un tiempo. Y como cada domingo, por costumbre y creencias del padre del muchacho, tenían que acudir a la iglesia para que sus pecados fueran perdonados.
El joven y adorable Jaehwan era admirado por su aspecto suave y sumiso, una criatura dotada de gran belleza, con una piel blanca que resaltaba cuando el sol la bañaba con sus calientes rayos, unos labios esponjosos como dos pétalos de rosa roja, donde hasta el rocío de la mañana podía deslizarse sin ningún problema.
Y cual fue su sorpresa, que al caminar frente a la fuente en forma de concha para que el agua bendita le fuera dada se encontrara cara a cara con un joven de aspecto humilde, de cabellos castaños y dulce mirada, el joven rico no podía quitarle los ojos de encima, ni el contrario tampoco.
Se miraban como si un imán los hubiere unido en ese instante. Y fue así, como dos corazones comenzaron a latir con fuerza, provocando el amor con una simple mirada.
Desde ese momento, Won Sik cortejeaba a Jaehwan cada domingo cuando el hermoso joven pisaba el templo, siempre era él quién se ofrecía a dejar el agua bendita en las blancas manos de aquella hermosa y delicada criatura.
Pero esos encuentros y cercanías, se vieron descubiertos por el padre de Jaehwan, provocando así, la prohibición de visitas al templo y el encierro. El hombre amenazó a su joven retoño con enviarlo a un seminario, o quizás, la propuesta más aceptable, casarlo con un hombre de mayor edad, rico y noble de su país de origen para poder unir sus riquezas.
Jaehwan y su sirviente, el joven Hakyeon lloraron e imploraron juntos hacía el padre del primero, con tal de que se retractara con tan horrible desición, más, nada podía contra los caminos misteriosos que el hombre podía tomar. Al ver que no cambiaría de opinión, Jaehwan le pidió al joven de piel canela que llevara una carta hacia su enamorado para informarle de la infausta nueva.
Won Sik por su parte, al recibirla se hizo miles de conjeturas, con tal de ver a su primer amor, haría cualquier cosa que estaría en sus manos, y una de ellas le pareció la más aceptable y viable. El balcón que daba a la habitación de Jaehwan daba hacia un agosto callejón, tan estrecho que con solo estirar la mano se podía tocar la pared de enfrente. Así que consiguió la casa a precio de oro, podía hablar con su amado y poder encontrar juntos una solución al problema generado.
Cual fue la sorpresa de Jaehwan que al asomarse a su balcón a tan corta distancia se encontraba Won Sik, el hombre de sus sueños, el hombre al que amaba.
Fueron muchos encuentros para los jóvenes amantes, donde se prometían el amor eterno y la felicidad.Pero una noche en especial cambió todo.
Días habían transcurrido de aquel encuentro amoroso, y aquella noche Won Sik había tomado el valor de pedirle matrimonio a Jaehwan.
No podía comprar una hermosa joya para él, como aquellos anillos que la criatura de piel blanca llevaba en sus delicadas manos, no tenía suficiente sustento para hacerlo, así que cortó una rosa y con ella, le pediría su mano.Esa noche Jaehwan había aceptado unirse en matrimonio con el joven humilde, había aceptado la rosa con alegría y amor, ambos, se hallaban tan abstraídos en su coloquio amoroso que no escucharon los gritos y frases violentas del padre del hermoso y joven muchacho.
El hombre se encontraba increpando a Hakyeon, quién se jugaba la misma vida por impedir que su amo entrara a la habitación de su joven y dulce muchacho. El padre de Jaehwan había descubierto todo, con su fuerza indiscutible, aventó al joven moreno al suelo, ingresó a la habitación y después al balcón, con una daga en mano que había tomado al saber del amorio caprichoso de su hijo lo clavó de un solo golpe en la espalda de su dulce retoño.
Won Sik enmudecio de espanto, todo había pasado tan rápido, Jaehwan había muerto al instante y lo sabía porque la mano delicada de ese sumiso y perfecto ángel se encontraba cada vez más fría entre las suyas. Con lágrimas en los ojos y ante lo inevitable, se dio el privilegio de dejar un último beso en el dorso de la suave y pálida mano que yacía sin vida.
Después del sepelio para despedir a la hermosa criatura, Jaehwan fue inhumado en su ataúd y en sus manos descansaba la rosa que Won Sik le había dado como propuesta de matrimonio, el hombre pedía perdón junto al cadáver de su hijo, lamentandose una y otra vez por ese arranque de ira que le quitó la vida a su joven retoño.
Habían pasado los días y Won Sik se encerró en su habitación, jamás volvió a salir, jamás nadie lo volvió a ver.
El chico comenzó a escribir cartas donde explicaba el amor que sintió hacia aquel dulce y hermoso joven.
Donde escribía que quería volver a verlo, ver su sonrisa, sus brillantes ojos llenos de vida, posar sus labios en aquellos suaves y gruesos belfos, como una mariposa a una flor, tocar esa suave piel que se encendía al contacto con la suya. Escuchar esa hermosa palabra." - Te amo - ". De esos hermosos labios que quería volver a besar.
Poco a poco la tristeza invadió su ser, lo debilitó, quitándole el hambre, los sentimientos, las emociones, hasta que finalmente cayó en cama.
Won Sik murió con un dolor horrible en el pecho, el dolor de la horrible tristeza, pero eso se quitó, su mirada volvió a iluminarse, su piel volvió a tener su color original, y la inmensa felicidad invadió toda su alma.
Eso fue, al momento de pisar aquel camino lleno de rosas blancas, y ver a la hermosa criatura que tanto extrañaba.
Jaehwan le extendió su mano y Won Sik sin dudar un segundo, la tomó, y ambos caminaron juntos buscando su felicidad, amándose por siempre como lo habían jurado en el mundo de los mortales como en la vida eterna.
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THE ROSE [RAKEN] ©
FanfictionJaehwan era hijo único de la familia Lee, criado y educado solo por su padre, lleno de riquezas y alta alcurnia. Won Sik era huérfano, pobre, humilde y amoroso. Pero cuando ambos se miraron a los ojos, sabían que iban a estar unidos por toda la et...