•Prologo•
Solo estaba ahí, sentada, estaba mirando por la ventana, viendo como todos avanzaban y no hacían nada para detenerse a pensar si su vida realmente valía la pena. Salen todas las mañanas como si se llevaran el mundo por delante, solo se interesan por ellos mismos y sus cosas, no importa si alguien ama, llora, ríe o simplemente está teniendo un intento de suicidio a su lado.
Yo, en cambio, me sentía diferente, pero no tanto a ellos. Soy la típica chica que sale de su casa y el mundo me lleva por delante, estoy sentada en el mismo autobús todos los días, hago el mismo recorrido y casi siempre sube la misma gente, solo que yo, los observo y me fijo en ellos, pero ellos en mí no. Yo lloro y soy la persona que todos los días tiene un intento, fallido, de susidio.
Me miro en el espejo y me observo, con odio, con asco. Soy la típica chica llena de complejos que no puede resolver, me siento inútil, siento que la gente me usa, me miro y simplemente no me creo capas de poder sonreírle a la vida. Tengo mi propio estilo de ropa, soy diferente a todos los de mi colegio y como en todos lados hay categorías, están los populares, los nerds, los deportistas, las porristas.
No soy la típica chica a la que invitan a las fiestas, pero sé que pese a tener mi gemela, soy única.
Porque somos tan iguales y a la vez TAN diferentes.
No soy la típica chica de la que cualquiera se enamora, alejo a las personas de mi sin importarme nada, hasta que... alguien llega, entra sin avisar arrasando con cada pequeño detalle que te hacia feliz haciéndote conocer detalles gigantescos, entonces llega y cuando está ahí, se desvanece y sabes que esta, un poco, fuera del límite.
Pero es así, lo viste, lo dejaste entrar, cerraste la puerta y lo elegiste, por siempre y para siempre