Enojarme no era una conducta muy alienada a mí.
Talvez me molesto un poco, me fatigo lo suficiente y me canso enormemente, pero enojarme sin mesura alguna..., no, es muy difícil; así que comprendo a mi hermano en estos momentos.
Es algo muy raro; a pesar del enojo, otros sentimientos también toman protagonismo.
Como la incredulidad.
Recuerdo como mamá solía enojarse por dejar los cepillos de dientes fuera del vaso que hicimos en sexto grado para guardar aquello junto con la pasta dental y, cuando estaba en la cumbre de su cólera, ella ingresaba a la cocina, azotaba algunos cajones y luego preparaba un plato del que más odiamos probar.
Como el puré de espárragos.
¡Puaj!
Ahora mismo quisiera tener un puré de espárragos en vez de esto. En vez de aquello, porque ya han pasado tres horas con cuarenta y cinco minutos y aún seguía con la misma sensación de ira.
Pero no estaba enfadada con mi hermano, quien tiene razón en quejarse de la mueca que llevo en el rostro, ni con sus intentos de seducir mi sensación abrumadora con comida; al menos no con él.
Con Blyne.
La cosa es con él.
Aún conservo la dirección que leí del post-it en su cuarto y eso que ya había pasado días desde aquello; sin embargo, no pensaba hacer mucho con tal información. Ahora mis objetivos han cambiado y mientras me siento de brazos cruzados en una de las gradas del campo de entrenamiento, donde a la vez juegan fútbol americano, estoy desintegrando todo pensamiento samaritano.
Se suponía que no habría prueba alguna que me inculpe, ese día. Él no me encontró, yo no me delaté y Marcell ni enterado está, así que ¿Cómo pudo saber que fui yo quien tiñó su cabello de verde y por lo cual usaba un gorro de lana al día siguiente?
Patrick Jane, soy una mala aprendiz.
Decido dejar de pensar en el suelo de mi habitación en la residencia, llena de vasos de plásticos rellenados con agua, que me hicieron caer y empaparme en la mañana de hoy, y saco mi celular.
Por un momento también creí que la autora de ese crimen con H2O, había sido Megan o Eddana, ya que son las que más cercanía tienen conmigo; pero después pensé en Liza y su actitud dogmática de no disculparse, y mi cerebro no se detuvo ahí. Pensé en Rose, Lana, Daysi, Danielle, o cualquiera que convive bajo el mismo techo que yo, por golpear a su deidad andante, pero no.
Ninguna de ellas había sido la responsable.
Creo que mi mente sabía la respuesta pero quería negarlo. Quería no creer.
La letra "H" escrita en cada vaso de plástico fue la prueba suficiente de que en realidad mi víctima estaba retomando el papel de verdugo.
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Donde está el arcoíris
Roman pour AdolescentsHolly Sink es buena huyendo. Huyó hacia Fareven, lejos de todos sus sentimientos, lleva un violín atado a su cintura y una tupida falda de tull como escudo. Su vida reciente como universitaria no parece tan mal hasta que conoce la debilidad de todas...