Capítulo 19. Sin secretos

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—A ver, tío Dean.—sonrió Joelle, tomando ese pequeño aparatito de juguete que sirve para escuchar los latidos del corazón y acercarlo a mi pecho.—Quédate quieto y respira profundamente.

La obedecí, cerrando mis ojos y tomando una gran cantidad de aire por nariz, soltándolo suavemente entre mis labios mientras sentía el juguete de la pequeña moverse por sobre mi camiseta.

—Todo parece en orden.

Solté una risa en tanto abría los ojos de nuevo.

—Estoy mal de la rodilla, nena. No del corazón o algo parecido.

Me miró con cierto regaño que solo me pareció más divertido.

—Como doctora tengo que asegurarme de todo.—refunfuñó, quitándose el estetoscopio de color rosa y mirándome con molestia.—Los niños que cuestionan al doctor y hacen berrinche no reciben paletitas en mi consulta.

Joelle mostró una de las muchas paletas que Nattie le había traído al dejarla en mi habitación de hotel. Roman parecía ocupado, por lo que nos encargó a nosotros pasar nuestra última tarde con ella en Nueva York.

Fruncí un puchero que hizo reír a la pequeña Reigns. Mi pecho se sintió cálido y el dolor en mi pierna fue muy poco en comparación.

Desde que me vio echado en esa cama con el vendaje elástico en torno a mi rodilla, se había negado a ir por algo de comer a la cocina aunque se le rogara. Se había quedado conmigo jugando a la doctora como recordaba hacía cada vez que Roman, o incluso Seth en aquellos días, se lastimaba.

Tras el ataque con la silla que Pain me dio, el dolor continuó y me aconsejaron pasar el tiempo que nos quedaba en la gran manzana recostado, de lo contrario podría hincharse y causar una gran molestia. Preferí hacer caso al menos esta vez.

—JoJo, en serio...—suspiré, algo exasperado pero no demostrándolo demasiado cuando sus ojitos cafés se levantaron de su mochila.—Tienes que comer algo.

—No tengo hambre, tío Dean.

La miraba con mi mejilla apoyada cansadamente sobre la almohada en la que me apoyaba, negando con suavidad incluso cuando ella volvía a buscar quién sabe qué dentro de su mochila.

—Pequeña, sé que me estás mintiendo.—agregué, pero Joelle parecía ignorar lo que decía.—Llevas horas cuidando de mí, debes tener hambre.

Me quité suavemente la colcha de animales que me había colocado encima, disponiéndome a levantarme de la cama.

—Voy a prepararte algo...

Pero fui interrumpido, justamente cuando la castaña me lanzó algo en la cara y me obligó a detenerme. Me volví a sentar sobre la cama, apretando mi frente con mis dedos, en el lugar en que me había dado con algo.

La miré alarmado, a lo que ella solo me dio una tímida mirada.

—Auch.— murmuré con mis cejas alzadas.—¿Y eso por qué fue?

—Tienes que quedarte en cama, tío Dean. De lo contrario no volverás a luchar.

En su voz había tristeza, además de que seguía sentada sobre sus rodillas en el suelo con su mochila en su regazo evitando mi mirada. Apreté levemente mi ceño con perplejidad.

—¿Quién te contó eso?

—Yo misma lo vi en la televisión.

Sonreí de lado, al mismo tiempo en que me quitaba las manos de la cara y agarraba el osito con traje de marinero a mis pies. Lo sostuve con cuidado entre mis dedos y luego se lo alcé.

My Demons|| Dean Ambrose (Retaliation#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora