☑ Escuela.
□ Clases de danza.
□ Ayudar a mamá con la casa.
□ Rato libre hasta las nueve.
□ Volver a estudiar.
□ Cena
□ Dormir.
Era lunes, y esa era la lista de quehaceres del día. Nada muy agitado, ni muy interesante. Sólo ir de acá para allá cual marioneta, sin escapatoria. Y a veces, sólo de a ratos, mi planificada vida me agradaba un poco.
Decepcionar a mi madre no era algo que pudiese permitirme. Ella trabajó toda su vida para que fuese a una buena universidad y me convirtiese en una contadora de éxito. Mamá estaba segura que, con una carrera así, lograría llevar una vida cómoda y sin sobresaltos; la vida que ella había sacrificado haciendo turnos dobles, y renunciando a cualquier actividad social en pos de que no nos faltase nada. Lo menos que podía hacer era esforzarme. Aunque, para ser honesta, hubiese soñado con tener cualquier otra carrera.
Bebía café y disfrutaba de una crujiente tostada con mermelada. Sabía que, en cuestión de minutos, mamá me llevaría hasta la escuela, como todas las mañanas. Kathleen me estaría esperando allí, como toda buena mejor amiga, con una pila de libros de ciencias sujetos contra su pecho.
Todo era tan... monótono.
—¡Alyssa! ¡¿Estás lista?!
La voz de mi madre resonó por el pasillo que conducía al garaje. Nuestra casa era grande. Extremadamente grande. Y se sentía aún más inmensa, ya que sólo vivíamos en ella dos personas: una mujer divorciada y su única hija.
Tomé mis auriculares, mi libreta y un bálsamo para mis labios. Metí todo en mi bolso, y le di un último sorbo al café.
Crucé el pasillo. Se sentía frío ya que la luz del sol no llegaba hasta aquel lugar de la casa. Me detuve en el espejo. Acomodé un mechón de mi pelo largo y negro detrás de las orejas, reparé en mis pecas y en el contraste que hacían con el bálsamo que acababa de aplicarme. Mis ojos azules quedaban un poco opacados por las ojeras, por haberme quedado leyendo hasta tarde la noche anterior. Decidí ignorarlas. Tenía que resignarme a que tal vez nunca se irían.
Aquella mañana hacía un poco de frío. Opté por un gran saco negro que me había regalado Jacob, el abuelo de Daniel, con el cual cubriría un sueter de color lavanda. Infaltable, acomodé la bufanda que mi abuela había tejido para mí. Mis botas negras y mi pantalón a juego completaban mi vestuario.
Encontré a mi madre en el auto, un Ford Mondeo gris bastante viejo, esperándome. Hacía años que no usábamos los asientos de atrás. Éramos nosotras dos desde siempre. O al menos, eso era lo que recordaba.
—¿Todo listo?
—Sí. Tengo la mayoría de mis anotaciones en el bolso, y los libros están en mi casillero... —le expliqué, mientras me colocaba el cinturón de seguridad.
—Hoy trabajaré hasta tarde. Cubriré el turno de Jonas. Llegaré después de cenar, probablemente cuando ya estés dormida. ¿Está bien? —dijo sin mirarme, mientras se acomodaba la camisa y encendía el motor.
—Descuida, mamá. Estaré bien. —respondí, con apenas una sonrisa.
No lo estaba en absoluto. Me hubiese gustado cenar con ella; pero eso no importaba. De hecho, lo que yo pensaba parecía que nunca importaba.
☑ La cafetería.
☑ La tienda donde venden esas cosas para la limpieza.
☑ El supermercado.
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BE YOU -Corbyn Besson FANFIC #1 TERMINADA
Fanfic"Aveces no sabes como pasarán las cosas, por más que tengas tu vida entera planeada puede que encuentres algo o a alguien que desórdene todo, que convierta tu vida en un completo desmadre. Y querrás matarlo. Hasta que empiezas a acostumbrarte..." A...