La Descendencia de la Isla de los Perdidos

Capítulo 33: Las dos princesas

Evie corrió tan rápido como pudo, siguiendo a Jay, quien se detenía para esperarla. Esperaba que su mamá no la hubiera visto. ¿Quién sabe que tenía la Reina Malvada preparado para ella cuando volviera a su hogar?

Todos se detuvieron por el Callejón Oscuro, Evie aún seguía corriendo, fijándose en mirar atrás, y chocó contra una chica alta y de cabello negro.

—¡Hey! ¡Fíjate por donde vas, bruja! —se quejó la chica al ser empujada.

—¡No te vi venir! —Evie respiró con más calma, aun no se fijaba en la chica. Los otros chicos estaban a un metro de distancia descansando en una pared cercana.

Una lenta sonrisa se formó en la cara de Regina. —Reconocería esa voz en cualquier lugar. Cuanto tiempo ha pasado, querida.

—¿Regina? —preguntó Evie apenas acordándose de esa extraña chica.

—No, soy la otra Regina, la hija de otra Reina de Corazones —respondió Regina con la paciencia acortándose.

Evie rodó sus ojos y suspiró profundamente.

—Veo que volviste, y estas sola —dijo Regina con una retorcida sonrisa malvada. Su sonrisa era tan grande como un Gato de Cheshire.

—Evie, aquí estas —dijo Ben acercándose junto con los otros.

Regina comenzó a reconocer a casi todas las caras, eran Jay, Carlos, Freddie, y ese chico al que no sabía quién era, pero sentía que su rostro ya lo había visto antes.

—Pero si son los héroes de Auradon, Jay, Carlos, Freddie, Evie. ¿Y Mal donde esta? —preguntó enrollándose un mechón en el dedo.

—Eso no es asunto tuyo —dijo Ben.

—¿Nos hemos visto antes? Tu rostro se me es familiar, niño bonito —Regina entrecerró los ojos en Ben.

—No, no se quién eres, nunca nos hemos visto —dijo Ben indiferente.

—Oh vamos, mi mama es ruidosa, grande, esta fabulosamente demente y además es una reina, ¿y no sabes quién soy? —Regina alardeó ante todos. Como de costumbre.

Ben hizo una mueca y negó con la cabeza.

—Como sea. Espero que te cuides bien las espaldas, Evie. Ahora esta isla ya no es el territorio de Mal —amenazó Regina.

—Uy, estamos muy aterrados —bromeó Ben.

Regina lo miró con desdén de arriba a abajo. Todo en este chico le desagradaba. Su tono sarcástico e insolente con ella. Su ropa que parecía más limpia. Sus mirada tratando de hacerse intimidar...

Esperen un momento.

Esa mirada, ese cabello, y ese emblema en su camisa, específicamente ese emblema. Este chico solo podía ser... —¡El Rey Ben de Auradon! —exclamó ella con asombro.

Cuando todos escucharon esas palabras de la boca de Regina salieron corriendo tan rápido como podían.

Regina se quedó mirándolos fijamente mientras corrían. Luego se emocionó, aplaudiendo con entusiasmo. —Oh, a Alessandro le va a encantar esta noticia.