Hey, Bieber

09.

Justin tragó con fuerza cuando leyó la nota. Joder, su polla se puso dura y tuvo que tomar aire de golpe cuando volvió a leer.

Ella jodidamente notaba lo más mínimo, y al parecer se había dado cuenta de él tratando de buscarla en las prácticas. Esa mierda no era divertida, ni adorable mucho menos. Justin estaba ansioso por saber quien era ella. Y la jodida frustración de no tener una idea lo estaba consumiendo. Era astuta como el infierno y él lo había notado en las anteriores notas y que lo jodieran si eso no lo ponía.

No era tímida para confesarle cosas y era ridículo hasta para él que las pequeñas notas le parecieran sexys, pero lo eran. Era caliente imaginar a una pequeña mujer escribiéndole todas esas palabras. Quizá tocándose mientras lo hacía. Justin tuvo que lamer sus labios resecos y esconder el pequeño papel en el bolsillo de su pantalón.

Estaba duro ahora y que lo jodieran si no era incómodo caminar con una erección por los pasillos. Una pequeña sonrisa bordeó sus labios cuando intencionalmente alguien chocó contra su hombro. Justin giró el cuello y guiñó cuando la rubia le lanzó un beso. Justin rió despacio y negó, era gracioso cuando podía jugar y ellas se lo permitían. Además de eso, ¿Quién era él para negarles la diversión? Nadie, y si ellas querían divertirse, él estaba dispuesto.

Justin trotó hasta la salida de la escuela y giró unas cuadras, sin perder el tiempo para chocar con las puertas del estadio. Su ritmo cardíaco se aceleró cuando el olor a cesped recien cortado impactó en él y cuando la soledad del estadio le dio la bienvenida. Mierda, era relajante.

Él por lo general amaba la soledad. Se había acostumbrado tanto al ruido que estar un tiempo a solas era interesante, y cada que podía hacía aquello, ir al estadio después de clases o prácticas y sentarse mientras veía el tiempo pasar.

Antes de sentarse sacó el pequeño papel de entre su bolsillo, volviendo a leer por tercera vez. Joder, ella en serio no era tímida. Y las notas en su bolso lo comprobaban. Justin deslizó con lentitud el papel entre su mano, pensando en como se sentiría ella. Si era tan suave como él se la había imaginado. Si su boca era igual de sucia y traviesa en persona. Su polla volvió a endurecerse de golpe.

Él estaba jodido en serio si no descubría lo antes posible quien era ella y estaría el doble de jodido si no la llevaba a la cama y le devolvía todo lo que ella le pedía. Porque mierda, él deseaba encontrarla y joderla. Joderla tanto y tan mal que se convertiría en permanente.