XI

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No se lo podía creer, ¡recibió una respuesta de su desconocida esposa!

Tendido en su cama, el joven castaño rebosaba felicidad y emoción. No podía dejar de leer la carta, lo hizo una y otra vez; incluso empezaba a aprendérsela de memoria.

<<Lamento que mi respuesta llegue tan tarde, y que (al parecer) yo sea una razón de frustración para usted.>>

"¿Frustración? Claro que no." Pensó sin quitar los ojos de la carta.

<<En primer lugar, sus cartas (desde el inicio) no han hecho más que ponerme feliz. No se imagina cuanta emoción aparece en mi pecho al leerlas, realmente aprecio mucho el gesto y se lo agradezco.>>

"¿Le gustan mis cartas? Por un momento creí que le molestaban."

A medida que más leía, su sonrisa se ensachaba poco a poco, hasta cierto punto, obviamente.

<<Sobre Yoongi, definitivamente, su piel es excesivamente pálida; y creo que sus ojos son lo que le dan su muchosidad. ¿Preocuparse? Claro que no, simplemente es un amigo de la infancia (Cof-Cof-MiMejorAmigo-Cof-Cof).>>

"¿Muchosidad? Ja, si claro. Definitivamente, no me gustan sus ojos."

Aunque lo que sentía por su esposa era intriga y no amor, raramente lo ponía algo molesto aquel chico de piel pálida, pues se veía muy cercano a ella.

<<PD: Mis ojos son azules.>>

"¿Azules, eh?"

Cerró los ojos un momento e intentó imaginarla. Ya hace unos años había escuchado que su piel era clara y su cabello negro. En su mente, ella era hermosa, y apostaba a que en la realidad lo era mucho más. Aunque, pensándolo bien, no sonaba muy coreana, pues nunca vio a un coreano de ojos azules.

<<Por cierto, mañana será nuestro cuarto mesiversario, prometo darle un regalo, así que anticípelo mucho.>>

"¿Un regalo? ¿Qué podrá ser? ¿Cuándo lo recibiré?"

Para cuando la joven escribió la carta, ahora ya era el dichoso "mañana", por lo que TaeHyung esperaba ansioso a que una empleada pase por esa puerta con una gran (o pequeña, realmente no le importaba mucho el tamaño) caja. Sin embargo, ya era muy tarde, y en todo el día no hubo ni una mínima señal de algún regalo; pero aún así, el joven tenía esperanza de que algo pase.

<<Sin poder creer que ya empezó a gastar el dinero de su esposo...>>

"Esposo..."

Una sonrisa tonta apareció en su rostro, se veía tan bien aquella palabra a su parecer.

<< - Kim HeeSok. >>

— Kim Hee Sok —leyó en voz alta, sin poder ignorar el hecho de que firmó como "Kim" en lugar de "Jung" (pues era su apellido paterno).

Cerró los ojos y colocó un brazo sobre su rostro, para meditar un poco. Sin embargo, un ruido lo sacó de sus pensamientos, y luego, una serie de pasos lo pusieron alerta; alguien entró a su habitación.

Tomó lo primero que estuvo a su alcance, el control del televisor, y espero a que los pasos se acercaran para lanzarlo con todas su fuerzas, golpeando en la frente al invasor.

— ¡Auch! —Se escuchó como alguien se quejaba en el suelo. Pues sí, del golpe, y por un gran susto, aquel intruso cayó de espaldas dándose otro buen golpe, pero esta vez en el trasero.

TaeHyung se levantó de inmediato para ver de quien se trataba, al tiempo en que el pobre y adolorido invasor levantaba su cabeza para ver a su atacante, por varios segundos quedaron mirándose fijamente.

"No puede ser...", pensó el castaño al ver aquellos hermosos y penetrantes ojos azules. ¿Acaso era quien él creía que era? ¿Podría ser ella? Algo en su interior le decía que era imposible, pero era una gran coincidencia: ojos azules, cabello negro y piel blanquecina.

— ¿Señora...? — empezó a hablar casi sin poder creérselo—  ¿Señora Kim? —Arqueó una ceja.

— ¡Sorpresa! — canturreó sobándose la frente con una mueca de dolor.

No lo podía creer, definitivamente, era ella.

Hola, señora Kim.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora