Dos.

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Chanyeol.


A veces es bueno un cambio, o eso me habían dicho. Tal vez si fuera en otras circunstancias estaría de acuerdo, pero lastimosamente la vida es injusta y no siempre las cosas resultan como uno lo quiere.

Soy joven y debería estar en este momento estudiando una carrera en la universidad, pero cuando la situación se complica debes dejar atrás muchas cosas, incluso esas que te gustaba hacer.

Estaba aquí y era por una razón: trabajar.

Me pare enfrente de la despintada puerta gris, detrás de ella está mi nuevo hogar. Suspiro con cansancio y algo de resignación.

Bajo la maleta que tengo en mis hombros y enseguida noto la ausencia del peso llegando a causar por fin el dolor.

Maldición, si tan sólo hubiera arreglado las llantas de ésta, no estaría sufriendo ahora.

La puerta se abre casi al instante que toco. Una mujer de la tercera edad con una gran sonrisa me atiende y me invita a pasar.

Según tengo entendido esta mujer es la dueña de la casa, una enfermera jubilada, que conoció mi madre en uno de los primeros hospitales donde estuvo.

La mujer me enseñó todo el lugar que no es muy grande, a decir verdad, es más colorido de lo que me gusta.

Una casa empalagosa.

Llena de cuadros y recuerdos de lugares turísticos que sus nietos se habían encargado de regalarle, según me dijo.

Fue muy amable enseñándome todo el lugar, pero su actitud cambio cuando me habló sobre los pagos.

Podría llegar a la hora que quisiera, comer, dormir sin ninguna restricción, pero tenía que ser muy regular en los pagos.

Me explicó que no podían darse el lujo en perdonar la irregularidad pues eran muchos los que viven en la casa y de algo tienen que mantenerse. Y de no ser así me tendría que ir de inmediato.

—no se preocupe, seré puntual.

Le dije tan pronto terminó de explicarme y su sonrisa volvió.

Me presentó a los otros inquilinos, dos de ellos trabajan y los otros tres son estudiantes de la Universidad que está a unas cuadras.

...


Tan pronto como me pude acomodar en mi cuarto —que compartiría con dos estudiantes—, salí a caminar para hacerme familiar al lugar y pronto conseguir algún trabajo.

Caminé entre calles de regreso, ya era tarde pero no me sentí inseguro, parecía un barrio muy tranquilo.

Estaba muy feliz, me dieron un trabajo en una cafetería que se encuentra en la esquina de la avenida principal. Me ofrecieron una pequeña capacitación y en dos días tenía que presentarme a trabajar.

Estoy satisfecho con el trabajo, no es tanto el sueldo, pero para empezar está bien, tendría que conseguir un trabajo extra para tener suficiente para el alquiler y mandar a casa, que es lo primordial.


Mi atención se dirigió a algo que rodó de un arbusto que parecía brillar con la luz que le daba la lámpara pública.

Me acerqué y lo tomé, tenía la forma de una moneda, pero estaba seguro que no lo era. Parecía viejo, por el color dorado desteñido.
Decidí guardarlo, tal vez valdría unos billetes en alguna casa de empeño.

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2018 ⏰

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¡No Estoy En Mi Cuerpo! [ChanBaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora