La sangre de Bella

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Edward mantuvo los ojos cerrados bajo la mascada que le había colocado Rosalie y permaneció quieto como una estatua. Sus hermanos se habían retirado y llevaba varios minutos en la misma posición, a punto de aburrirse, cuando escuchó los inconfundibles pasos de Macy. Se percató de que parecían apresurados y más pesados. Antes de que pudiera preocuparse por ella, percibió un efluvio nuevo. Normalmente Macy no despedía ningún aroma particular, sólo el perfume del jabón y shampoo que usaba. Su esencia parecía estar encapsulada bajo la capa que la protegía por lo que no lo tentaba de la forma que lo hacían los humanos convencionales. Pero el efluvio que provenía de su dirección era totalmente humano y despertó al monstruo que se escondía en su interior.

—Edward, estamos solos —Le informó la joven con tranquilidad—. Tus hermanos regresaron a la casa al igual que tus padres. ¿Notas algo nuevo en mí?

—Hueles diferente.

Macy asintió a pesar de que él no podía verla y bajó el contenedor a su lado con cuidado. Carlisle le había asegurado que Edward no tendría forma de saber lo que había dentro si no quitaba la tapa hermética. El problema se presentaría cuando abriera la bolsa de sangre.

—Diferente bien, supongo.

—Delicioso —confesó Edward con la voz contrita.

—No te preocupes, esperaba esa respuesta. Necesito que contengas la respiración unos veinte segundos y luego te descubras los ojos para mirarme.

—Está bien.

Macy aprovechó ese momento para quitar la tapa del contenedor, abrir la bolsa de sangre refrigerada y empapar un algodón en el líquido rojo. Reprimiendo las náuseas, se mojó la nuca y el interior de los codos con la sangre. Luego cerró el contenedor y se cubrió los brazos con las mangas del jersey de Bella que Esme se había encargado de robar.

Entonces suspiró ampliamente y esperó los últimos dos segundos con la mirada fija en Edward. Él se quitó la mascada y sus facciones perfectas se desfiguraron para dar paso al depredador. En el siguiente parpadeo Edward llegó hasta ella y extendió los brazos para atraparla, pero Macy se había inclinado en el instante preciso para evadirlo. Y se mantuvo abajo con los ojos cerrados, esperando alguna señal para evaluar los daños.

—No voy a lastimarte, Macy.

La voz de Edward sonaba áspera y lejana por lo que ella se puso de pie. Se sorprendió al verlo a varios metros, con las manos escondidas detrás. Los conocimientos que había adquirido del mundo inmortal la habían obligado a actuar con rapidez, incluso antes de tomar esa decisión de forma consciente.

—Te creo. Sé que pretendías abrazarme, pero quise darte la oportunidad de cambiar de opinión.

Edward frunció el entrecejo.

—¿Me estabas dando la oportunidad de atacarte?

Macy se sentó sobre el contenedor y soltó un suspiro.

—Te estaba dando la oportunidad de reaccionar de acuerdo a tu naturaleza —Le corrigió—. Eso hubiera sucedido en el peor de los escenarios. No necesitas mantenerte a distancia, no te temo.

Edward se acercó con pasos lentos, como si estuviera dispuesto a retroceder en caso de que ella cambiara de idea, y finalmente se detuvo a su lado.

—He tratado de cubrir cada detalle para que no hubiera algún daño colateral. Hasta he tomado en cuenta el tratado con los quileutes. Técnicamente la tregua se acaba si uno de ustedes muerde a un humano, pero a mí no me quedarían marcas si ese fuera el caso.

La expresión sombría de Edward cambió a una de desconcierto.

—No habías pensado en el tratado, ¿verdad? —cuestionó Macy—. Genial, creí que tu decisión de no abalanzarte sobre mí estaba sustentada, en parte, por la lógica.

EN TUS DOMINIOS 《Fanfic Crepúsculo +18》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora