Capítulo 1.- El universo malévolo me llevó hasta ti

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Hoy es un gran día, es un día especial, así que me levanté con el pie derecho

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Hoy es un gran día, es un día especial, así que me levanté con el pie derecho. Hoy estoy decidida a que será un día excelente. Dicen que levantarse con energía positiva atrae las vibras buenas, por lo tanto, me llegará la buena suerte. Lo siento en el aire que llena mis pulmones, tengo un excelente presentimiento. La vida me sonríe, lo afirmo y lo sostengo.

Caminé un poco disfrutando de mi excelente día. Luego entro a la papelería, necesito unas hojas de colores con las que haré los horarios de las comidas en mi restaurante, necesito algo de organización. Mi madre me ha dejado a cargo de su pequeño negocio y no puedo fallar en su administración. Lo mejor de todo, es que soy mi propio jefe pues también soy el chef. Uff mi vida es muy estresante, pero aun así, todo estará bien.

Me distraigo de mis pensamientos cuando entro al pequeño local, escucho gritos. Lo primero que veo es a una chica como de mi edad, de unos 22 años. Parece que está reclamando algo a una señora de edad avanzada, al parecer le sacó de forma equivocada unas copias.

—¡Pero usted es una anciana decrépita!

Le grita enfurruñada mientras toma sus papeles y arrugándolos, los guarda en su bolso, se da la vuelta y al salir me empuja, incluso estuve a punto de tirar una pequeña botella de agua que traigo en mi mano derecha. Me siento mal por aquella dulce señora, como dicen por ahí, siento la pena ajena y la miro algo incómoda.

—No le haga caso señora, esa tipa está loca —digo un poco apenada, la verdad que no se me ocurre otra cosa que comentarle. No soy la mejor de las chicas consolando a una persona. Creo que cuando que cuando hicieron la repartición de dones, con respecto a dar palabras de aliento, bueno, esa parte me la perdí.

La señora va a responderme, cuando una puerta se abre detrás de ella y sale hecha una furia una chica levemente más alta que yo, cruza de largo el mostrador para llegar hasta a mí y me reclama.

—¡Cuál es tu jodido problema ehhh! ¡A ver, grítame a mí a ver si te atreves!

¡Pero esta tipa está loca, yo no fui! De seguro esta tonta piensa que yo soy la chica gritona que se acaba de ir. ¿Y qué? ¿Ahora yo voy a pagar los platos rotos?

¡Claro que no! ¡Primero muerta, antes de dejar que esta gritona se crea más que yo!

—¡Mi único jodido problema eres tú, tonta ignorante!

Ella me dijo que le gritara y yo obedecí, dicen que enviado nunca es culpable de nada, así que utilicé el mismo tono que ella usó conmigo, no soy muy paciente y menos cuando me reclaman por cosas que yo no hice.

La chica se irrita aún más y sus ojos negros, a pesar de ser bonitos, casi tiran fuego, quién diría que se puede ser lindo y mortífero al mismo tiempo.

—Te enseñaré a tratar con modales a los adultos mayores, estúpida —susurra a mi oído en un tono mortífero al mismo tiempo que toma uno de mis brazos y juro que puedo sentir que quiere matarme, tal vez sea una asesina en serie... Soy historia, me encontrarán en pedacitos en un desierto y lo peor de todo, es que no desayuné hoy y moriré hambrienta.

—Débora, cariño, ella no es la chica que fue grosera conmigo... —Desde el otro lado del mostrador la ancianita comenzó a hablar. Creo que por lo menos está intentando salvar mi vida, pero es demasiado tarde, a veces no me pongo a razonar con prudencia en las cosas que hago. Así que decido seguir a mi impulso irracional y en un veloz movimiento destapo la botella de agua que tengo en la mano y la presiono con fuerza, moviéndola hacia el rostro de la psicópata. Por la sorpresa me soltó y yo di un brinco en reversa. Ella pasó la mano por su rostro ahora húmedo y abrió la boca para decirme algo más.

<<¡Brianna, corre por tu vida!>> Me grito mentalmente y sin meditarlo eché a correr como si un ejército zombi viniera detrás de mí. Nada como pensar que vas a morir para motivarte a mover las piernas como gacela a media pradera.

No miré atrás para investigar si la loca esa venía detrás de mí, y solo me detuve cuando llegué cerca de mi casa. Bueno, hay que aceptarlo, también me estrellé con mi vecino, lo bueno es que está un poco rellenito, así que caí en blandito.

¿Quién dijo que no soy una sobreviviente, ehh?

¿Quién dijo que no soy una sobreviviente, ehh?

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