Books & Cups

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Capitulo 21

A la mañana siguiente me escabullí del hotel. Lo hice antes de que amaneciera, cuando los clientes dormían y el silencio nocturno reinaba todavía en el hotel. Aunque era martes, no tenía garantías de que pudiera disfrutar de mi día libre. La señora Elinor se guardaba un as en la manga; una sanción por la botella de whisky que había encontrado en mi habitación. No había mencionado el asunto en toda la semana, pero yo descartaba que lo hiciera ese mismo día, durante el desayuno. Casi podía ver su cara triunfal al anunciarme el castigo.

No le daría ese gusto.

A esas horas tenía planeado estar en el Books & Cups, con Punzie, para entregarle la prueba de que había cumplido su reto.

Tras cruzar el salón de puntillas, suspire aliviada y me dirigí al cobertizo a toda prisa. Aquel lugar era una especie de trasteo donde se acumulaban muebles viejos, cajas apiladas con varias cosas, como los adornos de Navidad, o las sombrillas de jardín de Verano.

Después de días de lluvia y viento, el camino estaba cubierto por una fina escarcha. Me arrepentí de no haber elegido un calzado más apropiado, pero aun así no retrocedí; o podía correr el riesgo de regresar a mi habitación.

La bicicleta de Jack estaba apoyada en la entrada; tal y como me había prometido la noche anterior, reluciente y con las ruedas bien infladas. Sobre el manillar había dejado un impermeable amarillo, un gorro y unas botas a juego.

Me quedaba algo grande, agradecí el detalle del francés, con aquellas prendas podría pedalear bajo la lluvia sin miedo a pescar una pulmonía.

Al meter las manos en los bolsillos, descubrí una nota.

Querida Cenicienta:

No olvides regresar antes de la medianoche, momento en que esta reluciente bicicleta se transformara de nuevo en una calabaza del huerto.

Jack.

Hacia frió y lloviznaba, pero logre entrar en calor pedaleando colina abajo. La brisa agitaba los árboles y despeinaba la hierba del valle.

Cuando llegue al Books & Cups, aunque eran más de las siete, parecía noche. En el local aun colgaba el cartel de cerrado, pero había luz en el piso superior y me anime a llamar. Luego, Rapunzel se asomó a la ventana y me hizo una seña de que subiera.

Cuando entre, Rapunzel se arreglaba en el baño, me deje caer sobre el sillón y me tape con una mantita de mariposas. Las paredes blancas estaban decoradas con acuarelas y oleos de la isla. Reconocí varios de los escenarios: una panorámica del hotel e incluso la casita del acantilado donde vivía Jim. Supuse que los había pintado ella.

-Son muy buenos –dije cuando salió de la ducha.

-Me aficione a la pintura al poco tiempo de llegar a la isla. Hay pocas cosas que pueden hacerse en esta isla.

-Y, sin embargo, yo no tengo tiempo de hacer ninguna...

-¿Ni siquiera darte un baño de estrellas? –me pregunto torciendo los labios en una mueca divertida.

Le di la barrita de incienso y se la llevo a la nariz. Después, la prendió en un quemador que había sobre la barda de la ventana.

-¿No te fías?

-No –respondió-. Pero no es nada personal, Elsa. Es que no me fió de nadie.

Un hilo de humo blanco ascendió de la vara propagando su característico perfume.

-¿De Jim tampoco?

No contesto. En lugar de eso, aspiro el inconfundible aroma a coco y me explico:

-Si algún día me voy de esta isla, echare de menos este olor.

- ¿Te gusta vivir aquí?¿ ¿No te sientes sola? –le pregunte de repente.

-En absoluto, la gente de aquí es muy buena. Todos son muy unidos y se apoyan entre si.

Sus palabras me hicieron pensar en una novela que describe la rebelión de un pueblo.

-Es extraño que nunca se hayan rebelado exigiendo una democracia -reflexione en voz alta.

-¿Por qué iban hacerlo? Ya te lo había dicho, la gente ama las tradiciones y se une para el bien común.

- Jim no opina lo mismo.

Una sonrisa condescendiente se curvo en sus labios.

-Lo sé... Pero a veces pienso que es solamente una pose de novelista excéntrico. Por cierto, ¿sabías que está en la cama con una buena gripe?

Negué con la cabeza.

-Anoche lo llame para invitarlo una copa, y me dijo que tenía mucha fiebre. Le cayó un buen diluvio... Pero no estaría de más que alguien le hiciera una visita y le llevara algo de comer. Su voz sonaba horrible.





Bueno aquí esta el capitulo, perdón por haber tardado un poco. Mil disculpas a todos.  No se olviden de votar y comentar. Adiós.



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