Capítulo 22: El secuestro

10 1 0
                                    

-¿Y ahora qué? -Pregunta Javier, girando sobre sí mismo, intentando que ningún zombie se le escape de la vista.
-Haremos lo que mejor sabemos hacer cuando tenemos poca munición: Huir
-¡¿Pretendes que nos metamos en medio de todas esas cosas?! ¡Ni de broma!
-¡Pues tendrás que hacerlo porque ya no nos quedan muchas opciones!
Javier suelta un último bufido antes de salir corriendo mientras esquiva a los zombies. Yo voy a sus espaldas, cubriéndolo, y me preparo para disparar en caso de que sea extremadamente necesario.
Nos movemos a toda velocidad en dirección al hotel, casi zigzagueando, debido a la gran cantidad de criaturas detrás. Para nuestra suerte, al cabo de un rato andando con toda la rapidez que nos es posible (Ya que la vegetación interrumpe bastante el paso), sólo se mantienen persiguiéndonos unos dos o tres.
Me apresuro a dispararles ya que prefiero llamar la atención aquí, todavía a una distancia considerable de nuestro grupo, donde no supone un peligro hacerlo.
Seguimos corriendo hasta que pasados unos minutos divisamos finalmente el hotel. Observamos a todos sus habitantes fuera, supongo que esperándonos, y todos ellos se acercan a nuestro encuentro apenas nos ven.
-¡Ay Íngrid, pequeña, gracias al cielo que estás bien! ¡Casi matas a tu abuela del susto! -Exclama abrazándome fuertemente.
Saludo a todos con el mismo gesto, sintiéndome aliviada de volver a estar entre mi gente, y Franco es quien queda para el final. El suyo fue uno de los más prolongados, comparable a los lacrimógenos de mis padres, quienes han vivido demasiadas tensiones en toda esta semana.
Cuando Franco finalmente termina de abrazarme, sujeta mi rostro de las mejillas y me acerca hacia él, dándome un beso frente a todos los demás.
Quizás no tanto por mis compañeros, pero sí por mis padres, es que me pongo roja como nunca antes lo había estado. En un principio no le devuelvo el beso debido a la sorpresa, pero como no quiero ni siquiera observar la expresión de mis padres, me limito a relajarme y expresarle cuánto lo amo.
Cierro los ojos y lo beso yo también ¿Cómo podía haber extrañado tanto a alguien en sólo cuestión de horas separados?
Finalmente nos distanciamos un poco y un silencio se extiende entre todos los presentes. Pero para mi sorpresa no es incómodo, ni prejuicioso, si no más bien travieso: Pese a la situación escucho unas risitas provenientes de mi madre y mi abuela.
-Estaba muy preocupado -Habla Franco y salgo de mis pensamientos. Me acaricia el cabello -Temía que esa idiota te hiciese algo
Sujeto la mano que tiene sobre mí y la sostengo entre las mías.
-Yo temía que les hiciera algo a ustedes. Pero ya está, todo ha pasado, no hay de qué preocuparse
Le dedico una sonrisa a Franco para intentar tranquilizarlo y éste me devuelve el gesto.
-Lamento interrumpirlos chicos -Noto que Lautaro se había acercado -Ín, Javier y Nahuel han ido a tu habitación, están esperándote. Dicen que quieren hablar contigo de lo que pasó
-Sí, las cosas han estado jodidas... -Suspiro profundamente -Ya mismo voy
Le doy a Franco un beso en la mejilla y saludo a los demás con la mano para posteriormente dirigirme a mi cuarto del hotel. Llego a él luego de atravesar una serie de pasillos.
Veo a Javier y a Nahuel sentados al borde de la cama: Cierro la puerta detrás de mí.
-Comencemos por el principio ¿Qué les dijo Federico exactamente?
Conociendo a mi compañero, podían existir dos versiones de la historia: La exagerada, propiedad de su lado más cobarde. O la escasa en detalles, creada por su yo amable que no quiere preocupar a sus amigos. Ninguna de las dos sería la verdadera.
-Una especie de ciudad con soldaditos de plomo liderados por un tipo rubio... -Habla Nahuel con voz monótona.
-Cuando nos separaron, ocurrió todo aquello del disparo y la transfusión, bla bla bla -Dice Javier.
Asiento con la cabeza.
-Digamos que es una buena forma de sintetizarlo
-Esa mujer ¿Busca algo en particular? -Vuelve a manifestarse Nahuel -¿Les pidió algo? Lo que sea...
Javier realiza un gesto de negación. Yo, por mi parte, sé que debo quedarme callada y aprovechar que mi compañero no mencionó nada acerca de la sangre (Seguro que ni siquiera le pareció relevante... Es Federico) pero hacerlo me genera una gran angustia.
Mirage me quiere a mí. Y ahora, quizás, a mi novio.
El tiempo pasa y no me doy cuenta de que no he dado una respuesta: Me había quedado muda durante varios segundos. Los chicos me observan como esperando escuchar mi voz.
-Íngrid ¿Ocurre algo? -Pregunta Nahuel.
-No, no, lo siento... Es sólo que estoy un poco cansada
-No, discúlpanos tú a nosotros, deberíamos dejarte descansar. Todo esto ha sido muy fuerte para ti
Me siento terriblemente mal por ocultarles la verdad.
-Ya nos iremos, pero antes, tenemos que resolver un par de asuntos más -Interrumpe Javier -Creo que deberíamos barajar la posibilidad de irnos de aquí. Esa mujer está loca... Tenemos que alejarnos de ella
-Hacerlo sería en vano -Comento por mi parte -¿O es que todavía no has notado que siempre encuentra la forma de seguirnos? No podemos vivir escapando, tenemos que enfrentarla, esa es nuestra única salida
-Íngrid tiene razón -Opina Nahuel -Sólo tenemos que ser pacientes y precavidos. Ya llegará nuestro turno para poder atacar
Luego de un rato planeando algunas estrategias y movimientos de emergencia, ambos chicos se levantan de la cama, insistiéndome con que debo descansar. Cuando los dos se marchan cierro la puerta de mi habitación con llave.
Tomo un poco de ropa de mi bolso y me dirijo hacia el baño, específicamente a la ducha, ya que me muero de ganas de quitarme toda esta suciedad y tierra del cuerpo.
Me desvisto por completo y me coloco bajo el agua. Mientras comienzo con el baño típicamente mi cabeza también empieza a trabajar, pienso en todos los peligros que nos acechan, hacen acto de presencia todas mis preocupaciones.
Mirage... Ay Mirage.. ¿Por qué eres tan complicada? Tan complicada y tan... Maldita.
Termino con el proceso de higiene rápidamente y, cuando intento salir de la ducha, siento un fuerte dolor de cabeza. Con una mano tengo que sostenerme de la pared ya que también comienzo a marearme.
Vuelvo a escuchar pitidos en mis oídos y mi vista se ve perjudicada por la aparición de difusas manchas negras
¿Qué... Qué me está pasando? No podré mantenerme de pie por mucho tiempo más... No... No llegaré a la cama.
Pierdo toda mi estabilidad y sujeto la cortina de la ducha, en un último intento por no caerme, lo que resulta en fracaso: La tela se enreda en mi cuerpo y eso sólo hace que me tropiece.
Me doy un fuerte golpe en la cabeza al tocar el suelo y quedo inconsciente.

Cuando El Apocalipsis Empieza (Masacre Mundial 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora