Me paré frente a la diana y levante mi arco, los nervios recorrieron poco a poco todo mi cuerpo asta apoderase por completo de el. Dónde mírese una multitud de personas estaba observándome, una linda chica se acerco a mi -¡vamos te estamos esperando! da en el blanco- y me guiñó un ojo.
En mi mente un recuerdo mostró su crudo reflejo; estábamos yo y mi pequeño hermano, ocultos tras un refugio de rocas junto al camino, esperando. De repente ahí estaba, el auto de mi hermano mayor que se dirigía de campamento con sus amigos. Apunte con mi arco pero él direccionador soltó un chillido y se quebrantó, -¡O no!- dijo mi hermanito, en su cara podía ver su desilusión al darse cuanta que no cumpliríamos con nuestro objetivo. De pronto su carita se iluminó -¡Ya se!-, sonrió, -usa mis mechones-. Inclinó su cabeza sobre el oyó que se encontraba en el refugio y de donde podíamos ver cualquier cosa que pasara en el lago y por la carretera. Sus mechones marcaban ondas gigantes color doradas que brillaban a la luz del sol.Tome mi flecha estire la cuerda y utilice una de sus ondulaciones para que la flecha no se moviera de su posición. Luego solté la flecha. De inmediato nos colocamos en las únicas rendijas por donde entraba la luz para observar.
Mi flecha voló por los aires como una serpiente para clavarse justo en el costal de tela que estaba cargado de sopas instantáneas en la parte trasera del auto de mi hermano. Saltamos de alegría, y sin decir nada nos limitamos a ver la reacción de mi hermano, que por supuesto se molestó mucho. El reconoció mi flecha pero no puedo encontrarnos.
Suspiré hondo, mis nervios habían desaparecido sabía que podía atinar donde quisiese. -¡Tú puedes Alex!- escuche decir a Andy desde las gradas.
Mis dedos dejaron de sentir las suaves plumas que adornaban mi flecha y tras un momento de suspenso está dio en el blanco.El pequeño Andy corrió desde las gradas a abrazarme, -lo vez, eres el mejor del mundo Estaba seguro que lo lograrías- y esbozó una sonrisa tan tierna que era imposible no volvérsela. Cada sílaba que se su boca salía era un soplo de viento cálido, una caricia dulce al corazón.
-Y sabes... mama y papa dijeron que si ganabas podíamos ir a dónde quisieras-. -¿A dónde quiera?- Pregunté creando media sonrisa. Se voltio hacía mi con un suave y cálido rayo de luz en la cara. -¿Tesoros?- Pregunto entusiasmado, -Tesoros-. Respondí feliz por ver su expresión.Al decirle a mis padres que queríamos ir a comer en la orilla del lago que estaba de camino a casa. Intercambiaron unas miradas confusas, y descartaron la idea de inmediato. -Porfavor- rogó Andy con su tierna carita con la que era imposible decirle no, sin importar lo que se tratara. -Ustedes dijeron que iríamos a dónde quisiera Alex-. Mis papás de miraron preocupados pero finalmente aceptaron.
Llegamos al lago y mis padres comenzaron a bajar todo para una parrillada. Solo que no se dirigían a la orilla del lago, si no a lo alto de unas rocas del otro lado. -¿Que?- preguntamos los dos, -comeremos arriba y es un nuestra única oferta. Oh y otra cosa no queremos que de acerquen al lago ¿Entendido?- al ver que se trataba de algo serio ambos asentimos un poco tristes.
Un rato después mi hermano mayor llego con algunas cosas que nos faltaban para la comida, estuvimos bajo la mirada de nuestros padres toda la tarde, luego de terminar de comer, todos nos recostamos sobre las rocas y charlamos un rato.
Asta que mis padres y mi hermano mayor se tumbaron en un profundo sueño; yo estaba apunto de caer también en aquel limbo sin tiempo. Cuando una diminuta mano toco mi pecho y me zarandeo un momento, -Alex arriba, es el momento, vamos por los tesoros- me levante algo atónito y le sonreí. -Vamos.
Bajamos con cuidado de las rocas, asegurándonos de no hacer ningún ruido para evitar despertar a nuestros padres. Cuando por fin llegamos a la orilla, pudimos verlo de nuevo, aquella preciosa capa azulada que nos llamaba como el dulce néctar de una florecilla a un colibrí desapercibido.
Nos quedamos ahí, agobiados por su belleza. Entrar al lago no valía ningún peligro pues mi padre fue maestro de natación del colegio durante mucho tiempo y tanto yo como mi pequeño hermano sabíamos nadar a la perfección. Tardamos un momento en decidir si entraríamos o no, al final decidimos que no lo haríamos , pues nuestra ropa se mojaría y nuestros padres se enterarían. Algo decepcionados nos acercamos aún más al lago, algo vislumbró cerca del agua. Los ojos de Andy brillaron al ver aquel destello en los reflejos. -¿Que es eso Alex?-
ESTÁS LEYENDO
Podridas memorias
General FictionAgua de naranja Dulces frutos de paciencia Y eternos suspiros de tiempo No juzgaré tus intenciones Por qué no existo para eso Hoy no Me extrañas Simplemente por qué no puedo ver tu reflejo Eres un demonio y eso raramente no me asusta Me vuel...