D o c e

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Espere tranquilamente y el mañana llegó inundando la habitación de un aroma familiar y risillas infantiles

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Espere tranquilamente y el mañana llegó inundando la habitación de un aroma familiar y risillas infantiles.

Mi corazón empezó a latir violentamente cuando creyó reconocer el origen de la dulce carcajada. Respiré despacio intentando grabar cada sonido para después tatuarlo con calma en mi piel y abrí lentamente los ojos ansiosa de encontrar tu pequeña figura frente a mí pero, no fue así.

Ese alguien no eras tú. 

Él comenzó a observar con detenimiento cada uno de los aparatos conectados a mi cuerpo, sincronizando sus pasos con el tic tac del reloj.

Sus ojos café curioseaban todo el lugar sin pasar ningún detalle por alto; avanzaba lento y pausado, primero por mis manos, luego las sábanas y finalmente se detuvo en mi rostro. Sus vivaces faroles se estacionaron en los míos y un leve escalofrió recorrió mi cuerpo.

Quise decir algo pero su voz no me dejó hacerlo. El alma se me fue al suelo cuando lo escuché hablar por primera vez.


—Ya volví, hermanita. 

 

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Hermanito, lo siento©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora