Era totalmente oscuro, no había más que vacío y la nada. Mi cuerpo dolía, lastimaba en lo más profundo de mi el no poder inhalar aire, no sabía dónde exactamente me hallaba, me sentía perdido, la sensación era gélida, tenía el efecto de deformarse al tacto acompañado del sonido estrepitoso que produce una bolsa de basura. Y entre las sombras como un destello se dejan ver sus ojitos delicados pero el dolor me abandona a la deriva del entumesimento, fundiendome en un profundo sueño.
Una luz resplandeciente lastimó mi visión, era difícil divisar el panorama. En el fondo un chico con el cabello de olas color arena portaba en sus manos un caleidoscopio, mientras miraba por el extremo opuesto sutil iba girando el tubo y en un bucle múltiples colores se transcribian por distintos ángulos, probablemente en el interior de sus cristales se estaba presenciando el nacimiento de nuevas nebulosas centellantes.
Nuestro encuentro estaba destinado
desde mucho antes de conocernos, quiza por la confabulación de fuerzas superlativas indescifrables para el ser humano. En aquel instante que nuestras miradas se cruzaron los astros hablaron.—¡Oh!, al fin despiertas— pronunció dulce. Y una protesta vergonzosa se escuchó provenir desde mi estómago.
Me encontraba ensimismado al sentir la mezcla insoluble de sabores que se empezaba a agolpar en el fondo de mi boca, no obstante, empiezo a percibir una débil variación de presión en el medio, ondas sonoras que se transformaban en el conciso sonido del choque de un vaso contra la mesa, logran estremecerme, me encontraba ensimismado aquel chico de sonrisa cálida pero de mirada ausente se encontraba al frente mío con un rostro callado y sencillo, con aires de quien sufría una gran aflicción.
—¿No tienes un lugar a dónde ir?— Negué tembloroso. Tal vez mi presencia le producía incomodidad pero en ese instante en un acto amable me condujo a la bañera producto quizá de mi aspecto descuidado y lúgubre.
Al salir, sus ojos sorprendidos contemplaban mi torso desnudo, la falta de seguridad no dudo en manifestarse proseguido por un acto reflejo escondí las cicatrices que el tiempo todavía aún no borra, extrañados desviamos las miradas y un silencio sepulcral me escoltaba hacia la cocina, tenía miedo de las preguntas que podría haberme formulado.
En alguno de sus pensamientos que resultan inesperados, secretamente irrumpió el ambiente silencioso cuando en un intento cómico simulaba estar atorado en la puerta del refrigerador, tal vez pensó que así ganaría mi confianza, en efecto lo había conseguido, un calor desconocido invadía mis mejillas y las carcajadas diáfanas se proliferaban por los recovecos de la estancia.
Los días pasaban y nos íbamos acostumbrando a la presencia del otro. Desde la alcoba él utilizaba a diario un instrumento con la intención de apreciar los cúmulos globulares del firmamento. Por otro lado yo delineaba cuidadosamente los matices de las aureolas boreales que se reflejaban en sus pupilas y la luna de su sonrisa.
Era un día de verano que salimos lejos de la contaminación lumínica, Jimin colocaba los objetos para acampar a la luz de la noche con la intención de apreciar los vestigios que se desprenderían del cuerpo poroso de Prometeo que llevaba el secreto del fuego a Júpiter, esto sólo ocurría cada 400 años decía él.
Con la poca luz que aun quedaba del día exploraba aquel lugar, al mismo tiempo, encontré al pie de un arco iris un diente de león, rumbo a Jimin sople sus semillas frágiles y algodonosas que fluían a través del aire en un bello vaivén, por lo cual fue inevitable pedir un deseo a las hadas; —que jamás me haga falta...
En aquel instante sentí una mirada hostil escrutándome desde algún lugar ajeno pero decidí ignorarlo, no podía permitir que se arruinara este espléndido momento.
—¡Tienes que ver esto Yoongi!— sin titubear me acerqué al vidrio circular del telescopio. —A la derecha de la vía Láctea, ¿lo ves?—
—¿Ese montón de estrellas que tienen forma de cruz?— señalé al cielo. — Sí, se llama Cygnus, o comúnmente conocida como cisne.—
—Pero Jimin eso no tiene forma de cisne— le refuto. Una risita burlesca se soltó de sus labios, —Tienes que usar la imaginación, dibuja líneas imaginarias para unir los puntos y darle forma.—
Y, finalmente comprendí,
imaginé recorrer su cuerpo
uniendo con mis dedos
todos sus lunares,
creando constelaciones
sobre su piel.
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daño colateral | ym
Fanfictiondos almas convergen, el paso del tiempo y un rayo de luz los desvanece.