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Existen hombres y mujeres con un entrenamiento especial a la hora de ser parte de una organización como la NASA. No cualquiera podía ser parte del equipo de órbita, no solo bastaba con ser científico, también tenían que pasar por una serie de pruebas a la hora de ingresar a una nave espacial y salir disparados fuera del planeta.
Dos hombres que eran parte del equipo, estaban totalmente enamorados. Se habían conocido en la NASA, trabajaban en áreas distintas, nunca antes se habían cruzado por los pasillos de la tan escondida base. Park Jimin, un físico y biólogo solía estar al pendiente de las anomalías en el sistema solar, estaba encargado de realizar operaciones matemáticas que facilitaran el viaje interestelar de los astronautas a cargo, sin embargo, existían cosas que simplemente no les podía enseñar a los pilotos, así que asumió el reto y postuló para ser un tripulante más, él quería salir de la tierra, era su sueño, siempre lo fue. Ver la tierra desde el espacio, usar el traje espacial y dejarse llevar por la no gravedad del espacio y flotar, simplemente flotar.
Fue en este mismo concurso interno donde conoció a su actual pareja Min Yoongi, un piloto e ingeniero en física, especializado en viajes espaciales, sabía todo con respecto a la vida en órbita, había realizado misiones de más de cien días fuera de la tierra. Era el mejor de todos, tenía mas de mil horas en vuelo en aviones del ejercito, porque el había ingresado a NASA a través del ejercito de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el mejor de la generación y estaba completamente orgulloso de ello.
Ambos se reconocieron enseguida, supieron desde el primer momento en que estrecharon sus manos que había una atracción entre ellos, compartieron sonrisas y momentos que los hicieron más cercanos. Durante el entrenamiento físico que Min Yoongi daba a los postulantes, se atrevió a declarar sus sentimientos y, a confesar fielmente que la decisión final sobre el equipo de astronautas que iban a realizar el estudio en el espacio no pasaba por él, pero que deseaba con todas su fuerzas estar allí afuera con él. Le prometió a Park Jimin que si lograba pasar el examen final, él le pediría que fueran novios en órbita, allí afuera con la oscuridad del espacio rodeándolos y observando el planeta tierra, lo haría, se lo prometió y así fue.
Luego de tres años de relación, se encontraban en lo que sería su última misión antes de cumplir su tan anhelado sueño, casarse con Park Jimin. Debían completar la misión y luego volver, a casa, estaba todo planeado solo faltaba que ellos volvieran, solo eso. Ambos Llevaban 150 días fuera, solo dos juntos en una nave que los llevaría a Marte.
- aún recuerdo nuestra última misión en la Luna- sonrió mirando por el vidrio de la nave.
-¿Cuándo me pediste matrimonio?- asintió- por dios, jamás imagine que te ibas arrodillar con traje espacial y todo en la Luna a pedirme matrimonio- cubrió con sus manos el rostro - de solo recordarlo me sonrojo, eres un loco Park Jimin-
- un loco, enamorado de ti-
Se besaron, tan profundamente que el sonido de sus labios retumbaba dentro de la nave, la fricción entre sus labios se hacía cada vez más fuerte, dando permiso a sus lenguas para chocar -¿sabes que es lo que más me gusta de tenerte solo para mi en el espacio?- su voz ronca hizo gemir a un Jimin preparado para todo- que te puedo hacer gritar todo lo que quiera, y nadie va a deternernos-
Era cierto, la soledad y el silencio que les entregaba el espacio exterior era algo que ambos amaban, estaban juntos en órbita, solo los dos por primera vez, si bien antes habían hecho misiones juntos siempre iban con más miembros del equipo. Estando solos experimentaron la grata compañía de amarse, mirar la oscuridad que les otorgaba el universo era algo tan íntimo como hacer el amor en la nave, solos los dos, sin interrupciones, nada más que sus cuerpos desnudos disfrutando de la fricción que producía el calor de la intimidad.
