Su voz cortó el aire en mis pulmones de inmediato. El intenso sonido del electrocardiógrafo se hizo distante, las preguntas en mi cabeza aumentaron y el siguió allí; quieto y sin apartar la mirada de mi rostro.
Permanecí inmóvil y en silencio un par de segundos; sus manos no dejaban de moverse al igual que sus labios; balbuceaba tan bajo que apenas logré entender parte de lo que dijo.
—Es el fin, pequeña luz efímera —explicó mientras caminaba hacia mí. —Ya no te lamentes por el dolor que causaste.
En cuanto lo escuché retrocedí instintivamente hasta llegar al borde de la cama. Su sola presencia me causaba escalofríos, tanto que no pude evitar desligarme de algunos aparatos en mi evasión improvisada.
—Abandona tu carrera en contra del señor de los minuteros —continuó. —Él te está matando y lo peor de todo es que tú lo dejas hacerlo.
Sus palabras traían consigo un aura de tristeza, como si pronunciar todo aquello le causara un profundo dolor. Por otro lado, mi cuerpo comenzó a temblar inconscientemente. Mis muñecas volvieron a ser la cascada de un olvidado lago rojizo y mi mente cuestionaba con más intensidad la realidad.
—Es el fin, pequeño espejito roto —señaló tomando las sábanas manchadas que cubrían mis piernas para después dejarlas caer al suelo. —Aquí nacerás y morirás miles de veces en el mismo sueño tonto.
Tuve tanto miedo en ese momento. Él era como tú; un niño de tez pálida y baja estatura, con pecas alborotadas en el rostro y mirada profunda. Él era como tú, sin embargo seguía siendo un desconocido. Alguien tan confundido y fuera de sí. Alguien como yo.
De un momento a otro las luces de la habitación se opacaron, las cosas alrededor desaparecieron lentamente y pronto solo quedamos él y yo en medio de un vacío inquietante y doloroso. Tomó una bocanada de aire y en medio de una sonrisa finalizó con la siguiente frase:
"Esto es todo y lo único que necesitas recordar para no dejar de caminar por el sendero más ancho y largo de todos"
Dicho esto mi cuerpo se sintió tan ligero como una pluma, su pequeña figura se desvaneció en el espacio incoloro y en la lejanía la voz desesperada de una mujer se hizo presente poco a poco.
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Hermanito, lo siento©
Short StoryJamás llenes de rencor tu corazón y alimentes de miedo al otro, no maltrates aquellos ojos que te ven con admiración y amor. No destruyas las alas de aquel ser que siempre esperó ansioso que le enseñes a volar como tú.