La ventana a medio cerrar, de cara a una tarde que va muriendo lentamente; pronto la oscuridad que trae su muerte se apoderará de la habitación donde sus cuerpos calientes rosarán sin verse. Desencadenando aún más la furia que vive dentro de sí. Pasión desenfrenada, deseo, ternura... inunda la mente de Marly la chica que noche tras noche de locura, anhela que regrese su cazador a la selva que la arropa.Punch Punch...
Se escuchan dos toques secos, sobre la madera de pino que compone la puerta de la casa.
Marly sale al asecho y tras confirmar la presencia de a quien espera. Quita el seguro y se retira lentamente a la vez que le dice cautiva:
-Empuja, entra y cierra.
Al pasar entre la penumbra de luz que cubre la sala, camina un cuerpo masculino de alta proporción de estatura, no muy delgado y piel morena. Ella lo espera sentada en el sofá adyacente a la entrada.
-¡Te extrañaba! - Dice Marly tras siete días sin ver a su fiel seductor.
En su mirada los ojos le expresan el agrado que sentía al volver a verla. Sentándose junto a ella, planeó con las manos sobre sus hombros, paseó los dedos en la piel nevada de su rostro, la besó con sus labios carnosos en el cuello desnudo. Estaba despaldas a él e hizo un pequeño giro, cara a cara, apenas veía por la oscuridad de la noche que ya asechaba. Esos, sus ojos marrones intenso que seducían a Marly.
-Sabes...
Él quiso decir algo, pero ella puso el índice de su mano derecha en los labios que tanto le agradan y lo silenció:
-Shhh...
-¡Calla! Y ¡Cázame!- Haciendo referencia a su perro cazador.
La chica se incorporó, caminó sensualmente pasos danzados, se detuvo y lo miró. Extendió un brazo, lo tomó de la mano helada que aún tenía del frío camino que antes atravesó. Lo condujo como a un noble perrito que se deja llevar por su ama, hasta el hábitat donde duerme. Entraron, sin molestarse en juntar la puerta.
- ¿Qué más da? La casa está vacía- Le susurró, ella, al entrar.
Aún con sus manos agarradas, la aló frenándola y trayéndola hasta sentir el rose de su frente en sus labios.
Palpó su mentón y suavemente levantó el rostro hacia él. Inclinándose un poco, muy despacio, besó alrededor de los labios con los suyos. Con una mano fue deslizando, con movimiento imperceptible, el vestido púrpura que cubría su monumento carnal, mientras que con la otra le dibujaba corazones y flores en la nuca.
Ella suspira y cierra los ojos avivando más las sensaciones en la mente. La sentó en la esquina de la cama, de reina, mientras su rey se desvestía. A cada prenda que se retiraba se doblaba hacia ella y le besaba el rostro.
Quito su camisa y besó un párpado, desató los calzados y lamió detrás de la oreja izquierda, retiró el pantalón y besó la nariz acompañado de un mordisco. Se dejó el calzoncillo para que ella se lo retirara.
La recostó y se tumbó de lado hacia ella, besándola y acariciando sus escarpados pechos excitados, su respiración era rápida, igual que el pálpito del corazón. Ella llevó una mano hacia el ecuador del cuerpo que la ceñía, fue retirando la tela escasa que aún mantenía, mientras se ponía sobre él. Lo osculaba desde el rosto, cuello y pecho, fue deslizándose con los labios hasta las entre piernas. Al cabo de un rato él se viró rápido y la puso debajo, mordió sus bragas y haló, ayudado por la mano, las arrebató, bajó hasta los talones besando toda la piel a su paso.
Ella dijo sorprendida:
-¡Estas eufórico, cazador!
-A penas comienzo....
Pronunció su callado, Kaleb.
Con un paño le ató las manos y regó miel de abejas dibujando un barco con sus besos lamidos, surcando las olas de sus pechos fue dejando estelas de caricias en su piel hasta que naufragó en el abismo del océano de su cuerpo. Ella no sabía no tenía voluntad, no estaba allí, lejos en un mundo donde solo ella junto a él lo habitaban. La piel clara de ella se erizaba al contacto del gusto del moreno. La desató, luego la puso mirando hacia abajo, pero en posición fetal, acariciando su espalda, la azotaba como cochero a su caballo con su mano. Ella gritaba de placer, así pasaron la antesala de la noche, estaba al borde del orgasmo, cuando su Kaleb se retiró silente.
Quedó con las piernas semi abiertas y vibrante, como sierva luego del tiro de su matador, en la habitación oscura, en medio del silencio abrumador que la envolvía, pasó medio minuto impaciente... Él calla y espera unos segundos más, se acerca cuidadosamente la toma, al final de la espalda se sujeta como alpinista en roca y rápido pero suavemente introduce su explorador en la caverna húmeda de su afrodita, con movimientos rítmicos al compás de la música de fondo que entonaba su corazón.
Ella grita...
Suspira...
Y muerde los labios.
Él sudado y excitado se retira, la sostiene y la recuesta cómoda sobre la mesa que le da suculento banquete. Se balancea hacia ella y la besa como si fuese el final de la vida, la abraza y acaricia. Recorre el cuerpo completo con besos y mordiscos.
Cerca de las dos de la madrugada se agota el recreo que gozaba el explorador, (fiel compañero del cazador y amante trabajador de su compañera) regresa a concluir con su tarea. Trabajado con ritmo, furia y la pasión de ambos, cambiando su posición a menudo. Ya casi encentraba el yacimiento con la recompensa anhelada. Él flujo en la entrada de aquel agujero, se hace cada vez más visible facilitando la fricción, al tiempo que da más placer al peón.
El volcán que yace dentro de Marly ya no se retiene más, está a punto de estallar y su Kaleb lo desea con ansias desbordantes. El explorador se excitó, animó más tras sentir el movimiento de todo el cuerpo que alberga la caverna en la que trabaja.
Escapando un aullido excitante, Marly explota en un concurrido orgasmo cargado de un paradisíaco placer, su Kaleb aumenta la fricción, no muy tardado comparte la sensación que ella experimenta al tiempo que retira lentamente su cintura, se recuesta ligeramente sobre el cuerpo tumbado de emoción de su lobezna, la abraza y besa hasta que el sueño los alcanza. Rendidos en los brazos unos del otro, quedan dormidos. Tan solo con una frazada que cubre sus desnudos cuerpos.
Darán las tres y veinte de la madrugada, concluye una noche de pasión, loca y exótica.
Marly no quería que llegase el amanecer donde su Kaleb, retorna de donde vino para esperar otros siete días, con el propósito de reencontrarse en la siguiente cacería erótica....
Seis treinta de la mañana...
Caricias, una mirada, un beso y un hasta pronto...
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Sie7e Noches
Short StoryMarly y Kaleb, como ella le llamaba. Forman parte de un relato corto, narrado a lo largo de siete noches. Cada una es un juego diferente. Registrado en Safe Creative. Código de registro: 1801285607569