Capítulo 13:

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Golpeaba la llave contra la mesita de vidrio de mi madre. Mis manos sudaban y mis pies no podían quedarse quietos. Estaba nerviosa. Muy nerviosa.
Mamá me miraba raro y Emma, esa maldita perra estaba de lo más tranquila viendo la televisión.

-Hace mucho tiempo están solos, iré a ver que es lo que pasa. -intenté levantarme pero la mano de Emma me jaló de nuevo hacia el sofá.
-Tienes que dejarlos en paz, Alison. Cuando terminen de hablar bajaran.

Mi madre asintió seria.

-Emma tiene razón, hija. Debes dejarlos.
-Yo tendría que estar ahí mamá, es mi hijo también.
-Pero no lo fue de él hace tres años.-Emma me miró.
-No me ayudas. -la miré mal.
-No trato de hacerlo, pero creo que esta vez tienes que dejarlos... solos.
-¡No puedo! -me levanté de golpe. -No sé si ese idiota será lo suficientemente delicado y amable para decirle semejante verdad a mi hijo.
-¿Y tú si lo eres? -mamá habló.
-Yo... -abrí la boca y la cerré al segundo. Mi madre sonrió.
-Eso creí. Siéntate, cállate y espera a que los hombres de tu vida bajen.
-El hombre de mi vida. Mi hijo. -le dije.
-Oh si, claro. -dijo sarcásticamente.

Emma se rio y la fulminé con la mirada.

-¿Y el chiste? -pregunté seria.
-Que Cara dijo la verdad. -dijo riendo.
-Pudrete. -me crucé de brazos.
-Yo me pudriré, pero eso no dejará de ser verdad nunca. -me miró divertida.

Decidí ignorarla y volver a mi juego tonto de la llave y la mesa, está vez, incluyendo a mis dedos.
Empecé a respirar aceleradamente y hasta para mi era algo bastante molesto.
La mirada de mi madre era fulminante, y estaba a punto de perder la paciencia. Lo sabía.

-Vuelves a hacer un jodido ruido y juro que te lanzaré el cojín. -dijo mi madre entre dientes.

Emma soltó una carcajada demasiado fuerte.

-¿Acaba de decir una mala palabra? -me preguntó a mi.
-Y tú -miró a Emma. -también cállate. Ambas me están hartando. Me sofocan y no las tolero.
-Mamá. -la miré sorprendida.

Un esponjado y enorme cojín voló estrellándose en mi cara, para luego caer con estilo al piso.

-¡Eso fue genial! -Emma estalló en risas.

Y si, lo mismo le sucedió a ella.

-¡Oye! -gritó, acomodandose su cabello.
-Si no se callan, la próxima irá esto y con nada, pero nada de amor. -levantó el control remoto de la mesa.
-La falta de James te afecta. -le dijo.

Mamá hizo el intento de lanzarnos el control y por protección propia ambas levantamos los brazos cubriendonos el rostro.

-Es mejor que te calles. -le susurré.
-Ya, me callaré. -dijo ella.
-¡Gracias! -mamá volvió a su postura de señora elegante.
-Aún no sé cuál es su problema. -mi amiga se encogió de hombros.

El teléfono de la cocina empezó a sonar, a velocidad luz me levanté y corrí hacia la otra habitación.
Tomé el aparato y lo lleve a mi oreja.

-¿Hola? -dije y tomé una manzana del tazón de frutas.
-Hola cielo ¿Cómo has estado? -la voz de Chris se escuchó al otro lado. -Siento si te llamo, pero no han pasado ni cinco horas y ya te extraño.

Sonreí.
Era tan dulce.

-Lo sé y yo a ti. -me senté en la encimera y mordí mi fruta. -¿Cómo está todo por allí? ¿Papá está bien?
-Si, Nueva York nos está tratando bien. Tu padre está con unos amigos. -me contó.
-Es un proyecto grande ¿verdad? -le pregunté.

Chris suspiró.

-Algo normal si se trata de James Black.
-¿Crees tardar sólo dos semanas?
-¿La verdad?
-La verdad.
-No, el lugar es enorme. James quiere muchísimas remodelaciones y tengo que diseñar varios planos.
-¿Podrás solo?
-Si, pero para la tranquilidad de tu padre y de los socios... le hablaré a Marcus. Lo haremos bien.
-Lo sé, confió en ti. -le dije segura. -¿Ya lo hablaste con mi padre?
-Aún no. La reunión comenzará en 5 minutos, tengo que dejarte, cariño.
-Está bien, cuidate muchísimo. -le dije.
-Y tú, amor. Saludos a Matteo. Los amo.
-Y nosotros a ti. -susurré y terminé la llamada.

Dejé el teléfono de nuevo en su lugar y volví a morder mi manzana.
Mi mirada viajó por toda la cocina hasta quedar en la ventana que daba hacia el patio.

-¿Hablabas con tu gran amor? -la voz burlona de Austin se hizo presente.
-Escuchar conversaciones de otras personas es de mala educación. -le dije sin quitar mi mirada de la ventana.
-Te diré lo que es de mala educación. -caminó hacia a mi, me quitó la manzana y la mordió. -No mirar a una persona cuando habla. -sus ojos azules miraron los míos.
-Me sofocas, quítate. -lo empujé unos centímetros de mi. -Ahora dime, ¿Matteo? ¿Cómo se lo tomó?

Él me miró y se encogió de hombros.

-El niño lo sabía, me reconoció al instante a decir verdad.
-De nada.
-No te tengo que dar las gracias por eso, era tu obligación.
-No me refiero a eso, me refiero a que te di un hijo inteligente y hermoso. De nada.
-Es hermoso, pero es entendible. Austin Bass es su padre. -sonrió orgulloso.
-Y gracias a Dios la inteligencia la heredó de la madre. Siempre fue por mi.

Austin me observó y las comisuras derechas de sus labios se elevaron, formando una hermosa sonrisa de lado.

-¿Cuál es tu problema? -preguntó riendo.
-¿Por qué? -lo miré confundida.
-Para estar con él. -respondió sencilla y tranquilamente.
-Y tú ¿que problema tienes? -le dije seria, él sonrió.
-Ninguno, que yo sepa.
-Digo, porque hay que tener un gran problema para meterse con una zorra y trepadora como la asistente que tú tienes. -me crucé de brazos.

Austin no borró su sonrisa y se acercó a mi, empecé a retroceder hasta que un mueble no me lo permitió más. Austin sonrió aún más y se acercó, estando a centímetros de mi rostro.

-Tienes algo en tus hermosos ojos. -me susurró sobre mis labios.
-¿Que? -murmuré con miedo.
-Celos. -dijo lentamente.

Me dio un beso en la frente y se separó de mi, devolviendome mi espacio.
Y de la nada, volvió a su rostro la expresión fría y seria con la que me había tratado en la oficina.

-Sólo quería avisarte que llevaré a Matteo y a Mía a la playa un par de días.
-Pensé... pensé que eras un hombre ocupado.
-Para mis hijos siempre tendré tiempo.

Asentí.

-Mañana partimos, te agradecería que lo tuvieras listo cuándo yo pase por él.
-Está bien. -dije aturdida.
-Hasta mañana, muñeca. -sonrió y salió de la cocina, llevándose mi fruta.

Me reí de mi misma al pensar sólo en la fruta y no en la palabra "muñeca" la cuál había despertado al zoológico que tenía en mi estómago.

Viejo Amor  (Segunda temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora