único

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Jungkook

Mientras duermes te observo, la paz que te rodea es fresca como la brisa de una noche de verano. Tomo el mechón de pelo que te cae sobre los ojos y lo acomodo detrás de tu oreja para poder verte mejor.

Te ves precioso, como siempre.

Tu respiración es tranquila, tan tranquila que modera los latidos de mi corazón. Sonrío fugazmente.
Paso mis dedos por tu desordenado cabello y te acaricio la mejilla izquierda.
Mi dedo índice pasea por tu entrecejo fruncido levemente, luego viaja por la línea hundida de tu espalda y se me inundan los ojos, lo entiendo ahora, no hay un mejor hogar que el que me otorgan el calor y la suavidad de tu piel. La calidez que emana tu cuerpo es el amparo de mi alma y pienso que sin ella no soy nada, ni siquiera polvo.
Beso tus párpados y de un momento a otro tu entrecejo se frunce notablemente aún más, una risa muda se escapa de mi boca.
Estoy siendo muy insistente, ¿Verdad?
La sutileza con la que te toco es producto de mi miedo a lastimarte porque ante mis ojos eres un ser delicado, más allá de que tu corazón haya combatido en un millón de guerras, más allá de que hayas recogido tus piezas un millón de veces para volver a armarte y sonreírle al mundo.

Te amo tanto.

Un latido.
Dos latidos.
Tres latidos.
Cuatro latidos.

Te amo, te amo con cada parte de mi.

Estoy cansado pero no puedo evitar observarte y tocarte, me siento aliviado, sostenido, encontrado, seguro, principalmente seguro porque hay miles de lugares en los que podría haber estado esta noche, en compañía de personas que no son tú pero estoy aquí, a tu lado nuevamente y ese es mi milagro.

Un latido.
Dos latidos.
Tres latidos.
Cuatro latidos.

Jimin, eres mi hogar, ¿Lo sabes, cierto?

Dicen que puedes alejarte de tu hogar tanto como quieras pero al final todos los senderos te llevarán devuelta a él, como una maravilla de la vida que a veces nos juega en contra y otras veces nos favorece, y quizás, solo quizás, también algunas otras veces cuando creemos que nos juega en contra está favoreciéndonos.

Me recuesto a tu lado para seguir deleitándome con tu dulce respiración ingrávida, hace tiempo llegué a la conclusión de que tu aliento y risa son las melodías favoritas de los ángeles y de las hadas por eso escucharte es mágico.

Por un momento creo que no existe el mal en el mundo cuando me pierdo en el ritmo de tu aliento y de tu corazón que juntos logran cierta armonía divina. Podría quedarme aquí para siempre, junto a ti, junto a la melodía favorita de los seres más puros y preciosos, preciosos como tú.
Mi amor, eres un ángel y no hay nadie que pueda creer lo contrario luego de conocerte y observarte tanto como yo te observo.

Te remueves entre las sábanas, fastidiado por mi manera de mirarte tal vez o porque estás teniendo una pesadilla.

"No tengas miedo, te estoy cuidando" te susurro mientras acaricio tu pequeña mano.

Entonces abres tus ojitos lentamente, te cuesta un poco adecuarlos a la tenue luz de la luna que baña nuestra habitación y cuando por fin logras verme sonríes y estoy seguro de que estoy brillando.

"Estás aquí" me dices y quedo maravillado con el bello hoyuelo que se forma en tu mejilla, ese lugarcito especial vuelve a darme la bienvenida y me acerco para besarlo en muestra de gratitud.

"Estoy aquí" te digo antes de que te subas a horcajadas sobre mi y me des el beso más dulce del mundo.
"Estoy aquí para hacerte sentir tan amado como mereces, Park Jimin".

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mientras duermes + kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora