CAPÍTULO 3

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Salí del garaje a toda prisa, pensando que no llegaría a tiempo.

Recorrí las calles, que ahora estaban vacías, ya que había llegado la vuelta al trabajo, en mi caso, al instituto.

Volví a centrarme en ese lugar, donde había permanecido sola, hasta que Alex llegó.

Recordé el momento en que ella cogió mi mano y se presentó. Desde ese momento, nadie ni pada nos pudo separar, hasta hacía tres semanas, cuando se marchó a Miami.

Sin darme cuenta, llegué al instituto y aparqué mi "Range rover" debajo de un pino donde le daba sombra.

Cogí mi mochila y metí las llaves en su bolsillo delantero.

Fui andando hasta las puertas de cristal que daban al pasillo, blanco y encerado como siempre.

El reloj marcaba las nueve y cuarto.

Había llegado justo a tiempo

Miré mi nuevo horario y vi que a primera hora tenía clase de química.

Comencé a caminar hasta llegar a la puerta, que era medio de cristal.

Tuve tiempo de mirar mi reflejo en la puerta, y me alisé mi pelo color chocolate antes de llamar.

El profesor me abrió la puerta y me dejó pasar.

Estaba avergonzada porque todo el mundo me miraba.

No me sorprendió nada. Aquellas tres semanas restantes de verano, me aislé por completo.

Sin móvil, sin Facebook, sin Twitter...

Era como sí la tierra me hubiese tragado.

Por eso no me sorprendían todas aquellas miradas curiosas, ni murmullos sobre mí.

Vi un sitio al fondo, en una esquina apartada, así que me acerqué para sentarme.

Colgué mi mochila en el respaldo de la silla y saqué un cuaderno de color verde con mi nombre.

Estaba muy nerviosa, y no quería que nadie me dirigiese la palabra.

No aparté la vista del cuaderno en toda la hora, apuntando las cosas más importantes que tendríamos que tener en cuenta durante el trimestre.

Llegó la hora del recreo y no quería hablar con nadie.

Quería estar sola.

Salí de el edificio y empecé a andar hacia el patio.

Llevaba desde pequeña en aquel instituto, pero seguía sorprendiéndome aquel lugar que para mi era tan maravilloso.

Primero entré por un pasillo descubierto, rodeado de árboles frondosos.

Caminé hasta el final del pasillo, donde había un rincón con un precioso olivo.

Era nuestro lugar.

El lugar donde Viki y yo jugábamos y nos contábamos secretos.

Pero ya no era así. Mi hermana Victoria, al cabo de los años, dejó nuestras charlas debajo de aquel frondoso árbol, para pasar a pintarse las uñas y a hablar sobre chicos guapos con sus amigas, en el centro del jardín, donde todos podían verla.

Pero yo no había abandonado aquel lugar.

Saqué un cuaderno de mi mochila y también un bolígrafo.

Pintar me ayudaría a relajarme.

Me recosté un poco para estar más cómoda.

El recreo se me haría pesado

Comencé a dibujar a mi hermana.

Ahora no podía dejar de pensar en ella.

-¿Qué dibujas?- me preguntó una voz.

Pegué un respingo y miré hacia atrás. Un chico con una amplia sonrisa me estaba observando.

Era muy guapo. Tenía el pelo castaño corto y unos grandes ojos azules.

-¡Nada!- le dijje nerviosa después de quedarme unos segundos mirándole. Sin darme cuenta me había puesto colorada.

El chico se acercó a mí y se sentó a mi lado.

No parecía dispuesto a dejarme sola.

DENTRO DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora