Ven hasta aquí, dentro.

Capítulo cincuenta y ocho.

Miró el reloj a través de la pantalla de su móvil por cuarta vez en lo que llevaba allí plantada esperando a su hermano. Estaba claro que ese chico no cambiaba ni por muchos meses que pasasen. Había quedado con él en la esquina de un bar para celebrar la noticia de que Jazmín por fin se atrevió a pedirle matrimonio a Florencia, y ésta como no podía ser de otra forma le dijo que sí. Era sin duda algo para brindar. Desde que las conoció a las dos supo que tenían algo lo bastante mágico y fuerte como para crear el tipo de relación que ahora ambas podían disfrutar con libertad, y por fin iban a casarse. Sin embargo le apenaba no poder darle un abrazo a Florencia o decirle al menos que había vuelto para quedarse. Necesitaba que le diese la oportunidad de explicarse, de justificar sus actos. Pero sabía que no había llegado el momento. Le aliviaba pensar que Jazmín y ella lo tenían todo planeado para darle a Flor y a sus hermanas la gran noticia, y que no faltaba mucho para ese día.

Mientras tanto la pelirroja esperaba también dentro del bar a que Peter le mandase un mensaje diciéndole que ya estaba con Andra, pero la impuntualidad iba de la mano con la personalidad del español. Miró a la puerta del local, impaciente porque también tenía que llegar Valentina. Se aguantó el aire en la boca y luego lo soltó despacio. Sólo a alguien como Peter se le ocurría juntar a Valentina y a Andra por sorpresa sin que ninguna de las dos supiese nada, y ella, como no, se había ofrecido a echarle una mano.

Sin embargo los planes se desequilibraron totalmente cuando vio entrar por la puerta a Valentina con Felisa de la mano. Los ojos se le abrieron como platos y tuvo que tomarse unos segundos para cerciorarse de que la imagen era cierta porque sabía que la castaña jamás se atrevería a acoplar a Felisa en unos planes entre ambas. Cuando las tres se saludaron y la española se disculpó porque tenía que ir al servicio, Valentina se echó hacía adelante en la mesa con un gesto de malestar en el rostro.

—Perdoname boluda, creí que se iba a ir a laburar como todas las mañanas. Pero viste que a veces se pone re pesada. Tuve que traerla— negó con la cabeza y Jazmín no tuvo más remedio que sonreír y hacer como si no pasase nada. Rápidamente la pelirroja se sacó el móvil del bolsillo para llamar a Peter y advertirle, pero como no se lo cogió, optó por dejarle un mensaje. Esperaba que no fuese tarde. —¿Qué tenías que decirme? Aprovechá ahora que está en el baño si no querés que se entere.

Jazmín tuvo que pensar rápido. Aquel no era el plan. El plan era que Valentina entrase primero creyendo que ella tenía que decirle algo, pero que seguidamente después de eso entrase Andra acompañada de Peter. Luego ambos se marcharían, dejándolas a las dos solas.

—No importa— dijo, haciendo un movimiento despreocupado con la mano —Está bueno que ella también lo escuche. Igual se va a enterar.

—¿Pasó algo?

Y la sonrisa de la pelirroja, llana y feliz le hizo ver que sí, que pasaba algo, y que además se trataba de algo bueno. Impaciente por saberlo la castaña le sonrió de vuelta y le apretó las manos con entusiasmo. Aunque no lo sabía de seguro, se imaginaba que era algo perteneciente a Florencia Estrella.

Cuando Felisa tomó asiento de nuevo al lado de su novia y pidieron algo para tomar, Jazmín por fin les dio la noticia. Suerte que no se lo había dicho a casi nadie por entonces, sino no habría tenido excusa para salir de aquel entuerto.

—Me caso con Flor— dijo sin más, con una emoción en el rostro que contagió a las otras dos.

Valentina se llevó las manos a la boca, sorprendida y feliz. Felisa, más tímida, se limitó a darle la enhorabuena. Sin embargo la castaña se levantó de su asiento para abrazarla y Jazmín en seguida la correspondió. No tenía palabras para describir la felicidad que sentía al comprobar que alguien tan importante para ella como lo era Valentina, aprobaba lo que había hecho. Ella fue una de las personas más esenciales en su pasado, alguien de quien pudo aprender mucho sobre las relaciones y alguien de quien podía seguir aprendiendo porque por suerte, ambas pudieron dejar atrás todo para empezar como amigas.