Se puso unas medias rosadas y empezó a bailar, sin saber, sin música; solo sentía que debía hacerlo. Bailo por todos los mundos hasta que sus pies no aguantaran más. Pero no cayó jamás, simplemente se fue consumiendo y se volvió viento para hacer bailar a las hojas, a las flores, al polvo, a los cabellos de aquellas personas que se atreven a salir de sus casas.