Parte única.

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JaeNo camina y piensa, la noche es muy bonita. Está algo fresco así que se amontona en su abrigo, pero se arrepiente de mirar el cielo en el mismo momento en que lo hace. La noche está estrellada.

Una cosa rara en Seúl, DongHyuck lo alcanza, apoya su mano en su hombro y le sonríe, había olvidado su teléfono. Pero la sonrisa se borra de su rostro cuando ve la expresión en el rostro de su amigo.

— ¿Sigues pensando en él? — aunque lo hace como pregunta, suena más bien, como una afirmación.

JaeNo asiente pesadamente, pero sonríe de lado. DongHyuck suspira y le da otra palmadita en la espalda para que sigan andando. Ambos continúan en silencio, el frío repentino cala sus huesos y algo en el viento picado le recuerda a la voz suave y ligeramente rasposa de RenJun.

Entonces su nombre, su rostro, no sólo su voz. Todos sus recuerdos juntos inundan su mente y el corazón le duele, pero su expresión sigue relajada. ¿Esto es a lo que llaman un corazón roto, eh?

Al menos ya no llora, piensa DongHyuck, intentando ser positivo. La casa de MinHyung no queda tan lejos y piensa que de entre las muchas cosas en las que es torpe, no está entre ellas la de consolar a los demás. Aunque JaeNo no quiera consuelo.

JaeNo quiere a RenJun de regreso, pero no lo dice.

Todos lo saben, incluso el canadiense que lo recibe con su anteojo caído sobre su nariz y la calidez de un departamento pequeño que parece más o menos un hogar.

— Está estrellado y a RenJun le gustaban las estrellas — la latita de cerveza entre sus manos se mantiene helada por el viento. — En Pekín no podía ver ninguna, supongo que ha de estar triste por eso. Aquí en Seúl, al menos, se ven algunas.

Los ojos de DongHyuck parecen querer apretarse y llorar por la mirada en el rostro de JaeNo. Mark bebe su refresco con desánimo.

Lo peor del corazón roto de JaeNo, es que probablemente el de RenJun también está igual.

JaeNo tiene el momento grabado en su retina, cuando el hermano mayor de RenJun lo sacó a rastras de su departamento y lo metió en el primer vuelo a China que encontró a esas horas.

Recuerda la calidez de tener a su pequeño amor entre sus brazos e, instantes después, ya no tenerlo.

Tampoco olvidara los gritos de RenJun y cuando alcanzó a decirle que lo amaba y que su corazón siempre sería suyo. Pero JaeNo, confundido, no pudo hacer ni decir nada entre el puñetazo que le había dado aquel tipo y la confusión. No hizo más que correr detrás del auto que se marchó a toda velocidad.

Había sabido que la familia de RenJun era bastante homofóbica y enterarse de que su niño dormía en los brazos de un muchacho, no los hizo felices. También sabía que, incluso con sus defectos, la familia es familia y RenJun siempre los amaría profundamente.

Ya no tenía la marca del puñetazo que por una buena cantidad de tiempo había adornado miserablemente su ojo y parte de su mejilla. Pero otra había quedado en su corazón en cambio.

Le habían arrebatado a su pequeño amor de entre sus brazos y cualquiera diría que esas cosas ya no pasan. Pero le sucedió y el odio sigue siendo una cosa más común de lo que parece.

— ¡Ya vuelvo! — gritó, para que se escuchara en la ventana abierta en el tercer piso. DongHyuck le hizo un gesto para que se fuera con cuidado.

Con las manos en los bolsillos, se dirigió a la tienda de convivencia. Colocó la capucha sobre su cabeza porque había comenzado a lloviznar y las estrellas ya no se veían. Pronto su visión se vio nublada por las gotitas  que no paraban de caer.

Alguien que pasaba corriendo lo chocó, así que se volteó bruscamente. Como si su corazón lo buscara, pero el rostro era el de un muchacho que nunca había visto el su vida, por lo que cabeceó una reverencia y apuró el paso. Incluso más depresivo que antes, ingresó a la tienda de convivencia.

¿Acaso era estúpido? RenJun no volvería por él.

Una vez fue a buscarlo a China, tomó el vuelo más barato que encontró y tuvo que soportar un larguísimo viaje en una camión de mala muerte para llegar hasta su vecindario.

Pero estaba esperanzado, aunque, por supuesto, la familia Huang lo sacó tan pronto como pudo y en ningún momento pudo ver a RenJun. Sin embargo, antes de que llamaran a la policía, JaeNo le gritó que también lo amaba y que su corazón sería suyo eternamente.

DongHyuck aseguraba que JaeNo era tan testarudo que en el momento en que juntara el dinero suficiente, volvería a ir a China. Él lo negaba, pero sabía que era cierto.

Las botellas de soju tintineaban en la bolsa, la lluvia había parado y JaeNo salió de debajo del techito de la tienda para volver al departamento.

Entonces siente una fuerte corrida y antes de que pueda voltearse, unos brazos delgados rodean su cuerpo aún húmedo por el repentino chaparrón.

Ni siquiera, necesita pensarlo, porque su cuerpo naturalmente reconoce el cuerpo de su amado.

Así que deja caer la bolsa y toma fuertemente entre sus brazos a RenJun, quien hunde su rostro en su hombro y llora sobre él. Jaeno lo abraza con desesperación, como si temiera que al separarse, ya no estaría allí. Pero su existencia, enamorada de la de RenJun, despierta hambrienta de cercanía. Así que no se siente calmado hasta que no está rodeado su cuerpo con sus brazos tan cerca de él como es humanamente posible.

Se susurran, enloquecidos, sus sentimientos y lo mucho que se han añorado y luego de lo que parece una eternidad, se separan.

Entonces nota el rostro lastimado de RenJun y él sonríe, bajo sus lágrimas y las manos cálidos de JaeNo que se apoyan sobre sus mejillas con infinito cuidado.

El cielo está estrellado de nuevo cuando besa a RenJun. Porque la noche lo ha traído de regreso, piensa que es bonita.

night / norenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora