La muerte de Kabuto Yakushi

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En la frontera entre el País del Fuego y el País del Viento había un pequeño edificio en un falle junto a tres montañas. Era un edificio de tres plantas bastante amplio. De hecho parecía una escuela.

De hecho era un pequeño orfanato donde acogían a los niños huérfanos de guerras o similares. Al estar en la frontera había chicos del País del Fuego y del Viento.

Tenían unos 60 huérfanos de todas las edades. En realidad siempre eran números altos ya que poca gente solía querer adoptar a niños perdidos. Pero al menos era un buen lugar en el que criarse comparado con las calles de cualquier ciudad.

Ahora los chicos y chicas de entre 10 y 12 años estaban en el enorme patio del orfanato haciendo actividades físicas con uno de los monitores del lugar.

Era un chico de pelo claro de unos 23 años. Llevaba unas gafas redondas y unas ropas normales. Su peculiaridad era que el también había sido huérfano en aquel mismo lugar. Pero se había quedado ya que consideró que devolver el favor era lo mejor que podía hacer.

- ¡¡Kabuto-Sensei!! Esto es muy cansado. - Dijo una de las chicas agotada.
- Vamos solo cinco minutos más y ya podréis ir a las duchas. - Dijo el joven con una sonrisa encantadora.

Los chicos ya llevaban 25 minutos corriendo pero era importante tener una buena forma física. Y Kabuto estaría corriendo con ellos si no fuese porque ya llevaba tres clases de Educación Física seguidas y tampoco quería morirse de agotamiento.

- ¡¡Venga chicos!! ¡A las duchas! - Gritó Kabuto después mirando su reloj.
- Que energía... - Dijo una mujer de unos 34 años acercándose al joven.
- Madre. - Dijo Kabuto sonriendo al verla.
- ¿Podemos hablar un momento? - Preguntó ella mirándolo.
- Claro... - Respondió el.

Los chicos habían ido a su vestuario y las chicas al suyo. Kabuto y la encargada de todo el orfanato se sentaron en un banco. Aquella mujer había recogido y cuidado a Kabuto desde que era un pequeño niño y le tenía mucho cariño.

- Tu dirás... - Dijo Kabuto sonriendo.
- He estado pensando mucho... y bueno llevas aquí mucho tiempo... ¿Por qué? - Preguntó ella mirándolo.
- Bueno me gusta ayudar a los niños... además que a mí también me ayudasteis... es mi forma de pagarlo. - Dijo el chico contento.
- Pero me da pena ver que un chico tan inteligente como tu malgasta aquí su vida. - Dijo la mujer algo apenada.
- Yo no creo que malgaste aquí mi vida... aquí están mis hermanos que también han decidido quedarse... y... no se este es mi hogar. Yo soy muy feliz aquí... no me imagino en otro sitio. - Contestó Kabuto mirando a "su madre."
- Solo quiero que te quedes si de verdad lo deseas. - Dijo la bella mujer.
- Y así es. - Contestó el chico levantándose.

La mujer se despidió y Kabuto marchó hacia las entradas de los vestuarios para hacer que los chicos se diesen prisa ya que les suele gustar perder el tiempo. Además que pronto seria la hora de comer.

En cuanto todos salieron el joven los guió a todos hacia el comedor principal que prácticamente ocupaba la mitad del primer piso. Allí todos los chicos se sentaron repartidos en un montón de mesas. Kabuto se sentó junto a los demás monitores. Algunos de ellos buenas personas que quería ayudar y otros tantos eran "hermanos" de Kabuto que habían decidido quedarse como él.

- Buenos días. - Dijo el chico sentándose.
- Buenos días Kabuto. - Dijo una mujer rubia dándole un beso en la mejilla cuando se sentó.
- Hola Kahoru-Chan. - Respondió sonriente.

La chica no era excesivamente bella ni tenía un cuerpo que destacase por su sensualidad sin embargo su preciosa sonrisa y mirada sincera hacían que tuviese algo encantador que Kabuto no podía resistir.

- ¡¡Id a vuestra habitación!! - Dijo uno de los hermanos de Kabuto haciendo reír a los demás y sonrojar a ellos dos.

Estuvieron comiendo todos en el gran comedor. Por la tarde los chicos tenían libre ya que no daban ninguna clase pero lo único que podía hacer era quedarse en sus habitaciones o ir a jugar con los amigos por el bosque.

Kabuto y Koharu fueron a dar un paseo por los pasillos del edificio comprobando que todo estuviese en orden. Y de paso podían aprovechar para charlar tranquilamente.

- Contando este día... ya queda exactamente 6 meses. - Dijo la chica sonriendo.
- Es cierto... ya queda menos. - Dijo Kabuto contento.
- Todavía... - Dijo la chica sonriendo. - No puedo creer que quieras casarte conmigo. - Dijo ella feliz.
- ¿Por qué dices eso? - Preguntó el algo extrañado.
- No soy precisamente la chica más guapa del mundo. Soy muy... normalita. - Dijo ella mirándolo.

Kabuto la detuvo colocando sus manos en la cadera de la chica haciendo que se sonrojase. Era muy tímida, pero eso le gustaba al chico.

- Pues yo sí creo que eres la chica más guapa del mundo... o al menos para mí. Y eso es lo único que me importa. - Dijo sonriéndole.

Tras esta pequeña pausa continuaron su inspección rutinaria. Después llegó la hora de cenar y se repitió prácticamente lo mismo que en la comida.

La vida en el orfanato no era precisamente absoluta diversión sin embargo no lo pasaban del todo mal. La mayoría de chicos se iban con 18 años a vivir la vida a alguna ciudad. Y algunos como Kabuto y sus hermanos se quedaban a ayudar. Era un buen lugar.

Koharu y Kabuto compartían habitación desde hacía tres meses. Cuando se prometieron. Aunque llevaban saliendo desde los 19. Eran una pareja bastante formal en realidad.

Koharu le dijo a Kabuto que iría a darse una ducha al baño comunitario y que lo esperase en el cuarto. El peliblanco fue a su habitación para prepararse para despedir el día. Intentó encender una vela pero vio que no estaba. La habitación estaba totalmente oscura.

- ¿Quién hay allí? - Preguntó el chico algo asustado.

Escuchó a alguien dar un paso y cuando se giró pudo ver una oscura figura iluminada por la luz de la luna que pasaba por la ventana. Tenía una capa oscura y una capucha así que no se podía ver su cara.

- ¿Quién eres? - Preguntó de nuevo.
- Crees... ¿Qué puedes tener todo lo que yo no tuve? - Preguntó con una rara voz siseante que dejo extrañado a Kabuto.
- ¿De qué hablas? - Preguntó Kabuto.

De repente notó como algo se enrollaba por su pierna. Era una enorme serpiente blanca que subió por su pecho hasta enrollarse a su cuello.

- ¿Qué haces? - Preguntó asustado.

La serpiente se estiro levantando a Kabuto del suelo y comenzando a asfixiarlo. Ya le faltaba el oxígeno mientras que el otro se limitaba a mirarlo.

- ¿Por qué tu si... y yo no? - Preguntó la figura mirándole a los ojos.
- ¿Cómo es posible? - Preguntó Kabuto alarmado al ver el rostro de aquel chico.

Sin embargo ya no hubo respuesta. Se escuchó el sonido de un hueso romperse, más concretamente un cuello. Y después el de un cuerpo cayendo muerto al suelo.

El encapuchado salió del cuarto por una ventana atravesando el oscuro campo mientras miraba fijamente al horizonte esgrimiendo una sádica sonrisa.

- Y ahora rumbo a casa. - Dijo después.

Mientras seguía caminando el silencio de la noche fue roto y adornado por el desgarrado grito de dolor de una mujer que acababa de descubrir el cuerpo muerto del hombre al que tanto amaba.

Road to ninja | NaruSakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora