Capítulo 17

2.3K 140 32
                                    

No hizo falta que hablara. Mi madre no era ninguna ilusa.
Terminó descubriendo quien era el "amigo" de Giselle, Cristian, y una nube oscura cayó sobre nosotras. Porque si ya era suficiente que no me quisiera ahora tampoco quería a Giselle. Su hija favorita le había fallado.

Giselle era bastante grande para decidir cual sería su novio. Aunque mi madre no lo entendiera. Porque en el fondo mi madre estaba demasiado dolida. Mi hermana era mayor de edad, podía irse si quería y hasta tenía su propia cafetería pero ella prefería vivir con mamá.

Estábamos ambas en su habitación, sin decir nada. Miré a mi hermana y las lágrimas volvieron a caer.

—¡Ay! Gise...—dije y la abracé.

—Quiero mucho a Cristian—habló escondida en mi cuello.

Fue un baldazo de agua fría. Si mi madre se enterara de Joaquín me asesinaría con sus propias manos.
Porque, encima que era "el fallo" de la familia, la notícia de un "amigovio" haría que mi madre estalle como una bomba nuclear.

Pero después de las más grandes tormentas suele venir la calma, así que esperaría que con unos días las cosas vuelvan a la tranquilidad. Aunque Giselle parecía un fantasma. Yo, a diferencia de ella, estaba acostumbrada y a lo largo de toda mi adolescencia había desarrollado una poderosa indiferencia.

El martes llegó frío, no hablo del clima, mi madre no nos dirigía la palabra. Cuando nos sentábamos en la mesa a comer ella se iba, cuando estábamos viendo televisión ella la apagaba y cosas así.
Estaba en mi cuarto leyendo un artículo de Paulo Dybala cuando mi celular comenzó a vibrar.

—¡Carlota!—grité.

—¡Me dejaste aturdida!—se quejó.—Tarada.

Reí, ya me imaginaba su cara.

—¿Para qué me llamas, cara de nalga?

—¡Soy tu amiga, zorra desquiciada!—hizo una pausa.—Ya, es que un amigo cumple años y bueno. ¡Hay party!

—Marmotita, es martes.—Le recordé.

—¿Y?

—Mi mamá nos deja salir los fines de semana, y viernes, nada más.—me tiré en la cama.

—Que vieja agria.—Bromeó y reí.—¿Para qué existe la ventana y el árbol?

Sí, ella estaba al tanto de todo. Excepto del beso -o de los besos-, solo que me había escapado.

—¿Y si me descubre?

—Va a estar super buena la fiesta, ya invité a Ian y todos van a ir—habló y negué.

—Pero...

—Nada de peros, venís y punto.—Ordenó y reí.

—¿No puede haber otra alternativa?—indagué.

—No señorita, viene o viene—cambió su voz por una más aguda y reí.

—Bueno, pero llevo a Giselle, para subirle el ánimo—hablé.

Después de hablar un rato más de tonteras nos despedimos y finalizamos la llamada. Busqué algo para una fiesta de último momento.
Mi madre estaba en su trabajo así que salí a buscar a Giselle.

—Te tengo una buena noticia—hablé.

—¿Mamá quiere a Cristian?—su cara estaba hundida en una almohada.

—No...—Dudé.— Pero hay fiesta.

—¿Qué decís? Es martes.—Mi hermana y yo parecíamos presas penitenciarias, con días de sí y no.

Unreal | Joaquín CorreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora