En el norte se contaba del sur. En el sur se contaba del este. En el este se contaba del oeste. En el oeste se contaba del norte, mas en todas estas se contaba del Alquima y en está no se contaba ni del norte ni del sur ni del este ni del oeste. Una torre en el medio de la nada era más importante que todo lo que dijeran el norte del sur, el sur del este, el este del oeste y el oeste del norte.
Alquima, un gran lugar clavado en el medio de la nada, con sus damas de piel lila y sus caballeros de piel rojiza, lleno de cabellos blancos y ojos zafiro. Torre llena de cosas crepusculares y tétricas. Un ojito zafiro guindando del techo junto a liquido azul cayendo de las paredes, gritos y gritos desgarradores y traicioneros hipnotizan atrayendo a las almas perdidas a su lugar seguro. Damas y caballeros de alto estatus, sus cabellos atados a los ojos zafiros por sogas con nombres extraños, cabezas como lamparas y cuerpos putrefactos tocando la melodía del Alquima.
No trato de asustarte, esa nunca a sido mi intención solo te estoy advirtiendo. Si a la torre de Alquima quieres ir espera a que tu tiempo llegue.
Alfombras lilas y rojizas, con un delicioso olor a muerte bien conservado. Pobre niño curioso que ahora su inocente cerebro se a convertido en pieza decorativa del tétrico salón, donde tu pesado corazón enfrascado e iluminado se encuentra. Pobre de aquellos caza recompensas que fueron a buscar al niño, piezas de comida se convirtieron. Almas que el diablo no quiso habitan en esta torre tétrica llena de tus mayores pesadillas.
Mi putrefacto amigo, tranquilo, pronto vendrás y nos veremos, pero tristemente no perteneces aquí ya que el ángel te reclamo para su reino. Lamento informarle que su hijo ya está aquí. Querido amigo, no te lo tomes a mal, solo te digo la verdad.
Gente del norte, viene a menudo para formar parte de la decoración crepuscular de cada habitación. La gente del sur es deliciosa para la comida, su carne es blanda y suave, su sangre es dulce y sus ojos dan buen sabor a la comida. Los habitantes del este y el oeste son grandes farolas nocturnas.
Ay, querido putrefacto amigo, te lo dire una última vez. No trato de asustarte y nunca fue mi intención. Solo quiero decirte que mi hermosa y tétrica torre de Alquima te está aguardando, ya que el ángel dejo de quererte en su reino.
