1.- Aislado en la multitud

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— Pero ¿Qué hace una persona como él aquí? —se pregunta la joven en voz baja, desconcertada, al ver que aquel hombre entre la multitud de la pasarela ha señalado pretender una cita con ella.

El hombre aparenta sobre los treinta años de edad. Su aspecto es desgreñado, principalmente por su cabello largo y sin peinar, que le tapa el rostro y le da un aura lúgubre a su persona. No luce como alguien sucio, pero sí muy descuidado. Su vestimenta parece de una época anterior. Es una ropa muy anticuada, de aspecto viejo e impopular. Ni siquiera hace frio, pero él lleva mucho abrigo puesto. Además, su postura es extraña. No es jorobado ni nada por el estilo, pero algo esconde detrás de su mirada, viendo con la cabeza gacha hacia la pasarela. Y esa barba larga y abundante, desmelenada, deja una total sensación de que no cuida mucho de su apariencia. Sus zapatos son anticuados y lucen muy gastados, como si no tuviese otros en casa. En general, él luce totalmente discordante con el común de las personas que frecuentan este sitio.

<< Quizás solo se ha equivocado de persona >> —se pregunta la joven en su cabeza, aun confundida por la solicitud que le ha enviado este hombre, que luce tan diferente al resto.

La muchacha veinteañera luce de un aspecto dulce, pero no destaca más que otras personas que han subido también a la pasarela. Es de estatura media baja y complexión mediana. Sus ojos son grandes y negros, muy expresivos. Su cabello de color castaño oscuro es corto, tanto que, en la parte de atrás, no alcanza a pasar del lóbulo de sus orejas, contrastando con la parte delantera, donde tiene unas mechas largas y alborotadas que cruzan aleatoriamente sobre sus ojos. Lleva puesto unos anteojos con marco de color marrón oscuro, grandes, que le dan a su aspecto juvenil un toque de carisma y simpatía muy agradable. Los demás rasgos en su cara no pasan de lo común, excepto por un lunar característico en su mejilla derecha. Viste una playera de cuello abierto y mangas largas, de color claro y muy llamativo. Usa un pantalón corto de mezclillas sobre unas medias oscuras translucidas, y calza unos hermosos botines altos, de color negro. Lleva consigo un pequeño bolso sujeto al hombro que hace juego con sus zapatos del mismo color. 

La chica, mientras transita al interior de la pasarela mágica en busca de una cita, no sale de su sorpresa. Para la joven, esto no tiene sentido y tiene que ser un error. Quiere encontrar una explicación a lo que ella considera una extraña equivocación de la vitrina mágica, ya que considera que aquel hombre sencillamente debe estar desorientado. Esa persona luce absolutamente fuera de lugar, como si perteneciera a un mundo totalmente distinto. Y la intriga de la joven es aún mayor al darse cuenta de que la vitrina mágica, dentro de sus solicitudes para citarse con gente el día de hoy, indica la petición de este extraño hombre.

— Disculpa —conversa la joven a otra chica de cabellos rubios que se encuentra justo detrás de ella en la pasarela, indicándole con la mano hacia la concurrencia de la plaza—. Aquel hombre de allí, ¿Te ha pedido cita?

La mujer de cabellos rubios enfoca su mirada hacia el sector que le señala la joven de cabello corto, buscando al individuo. No le fue muy difícil encontrarlo entre aquella multitud de personas relucientes, ya que el sujeto luce muy discordante. Una vez que ha identificado a este extraño hombre, contesta de manera enfática.

— ¡Por Dios! ¡No! —responde la rubia, torciendo todo el rostro con una mueca exagerada, expresando asco— Y yo no saldría con alguien así, aunque me pagaran por hacerlo. ¡Dios! Solo mira su aspecto, ¡es horrible!

La joven se queda un momento con las palabras de la rubia en su mente, mientras la pasarela avanza lentamente frente a la multitud de personas aglomeradas a la vitrina. Se siente algo incomoda e insegura sabiendo que ese hombre le ha buscado a ella.

El sueño de un ermitañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora