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Desperté y me dirigí a nuestro cuarto en tu búsqueda. Todo se encontraba tan ordenado, me di cuenta que me habías dejado. Busqué por todos lados, buscando una nota o carta en la que me podías explicar. Pero no encontré nada. Solo te fuiste.

Lo que más me sorprendió ese día fue el hecho de que no boté ninguna lágrima al saber tu partida, quizás es cierto que una persona posee una cantidad limitada de lágrimas. Yo las gasté todas ayer.

No dejaba de suspirar, lo recuerdo claramente. Quizás te extrañé mucho en ese momento, tanto que no me entraba en la cabeza que me habías dejado y yo seguía pensando que ibas a volver a las 5 de la tarde.

Maldito Daniel, no me dejaste ninguna prenda tuya con la cual pueda dormir, oler o quizás verla e imaginarme que sigues ahí conmigo, porque tu ropa está acá. Tú sabes cómo hacer sufrir a una chica, sabes como hacer que te extrañé más de lo permitido.

Te extraño ahora y ya pasó un mes.

No te veo hace un mes, quizás lo que me da más miedo en estos días es que el mes ya se acabó y las vacaciones también. Sabemos muy bien lo que ello significa que las clases en la universidad ya empiezan, lo hacen dentro de dos días.

Ah, tengo que contarte que mi madre acaba de mandarte saludos y un regalo hecho a mano por ella, es una chalina. Ella aún no lo sabe, no sabe que terminamos... Terminaste conmigo, ¿cierto? Como quisiera escuchar tu voz, dime que ya no me amas y que ya no estamos juntos. Maldición, Daniel, no sabes cuánto me ayudarías con eso.

Nunca me dijiste que ya no me amas.

Amarte hasta este momento después de todo lo que me hiciste, ¿estaría mal? Acabo de suspirar, cuándo suspirar se convirtió en el acompañante de cada respiración que haga.

A veces me siento tan patética, porque tengo la idea de que si tan solo supieras que sufro tanto en olvidarte, quizás tengas lástima por mí y vuelvas. Pero solo es una falsa ilusión, tú no volverías, porque yo no fui la única para ti.

Falta un día para verte, solo un día para verte. Me compré ropa nueva, quizás te gusté. Estoy asustada de estar loca por ti, por nuestra ruptura, por todo esto. Mira lo que hago, ropa nueva por ti.

—¿Por qué siempre te ves tan linda con todo tipo de ropa? — me abrazaba mientras acariciaba mi cabeza, yo solo negué sonriendo. —Ponte la ropa de un mendigo y aún así me confesaría a ti de nuevo.

—Eres un idiota.

—Pero soy tu idiota.

Recuerdas cuando te rechacé, mi amiga me decía una y otra vez que no te haga caso. Por qué no le hice caso a ella, en vez de hacerte caso a ti.

—¿Por qué me rechazabas tanto? — preguntaba mientras comía sus palomitas de la bolsa de plástico sentado en el mueble viendo la película a mi lado

—Todo fue por Hyeri. Ella tiene como un sexto sentido y me decía que le dabas mala espina. —Daniel casi escupé las palomitas. Yo reí.

—Qué clase de hombre me creen, todos sabían que me moría por ti. Todos tus amigas me odiaban.

—¿Cómo sabes que no te odian aún? –me miró asustado. Sonreí y le di un pequeño beso. — Eres tú ante todo.

Estaba tan loca por ti que renuncié a mi amiga por nosotros. A ella no le agradabas mucho y a mí me agradabas mucho. ¿Qué debía de hacer? Yo hasta ahora no lo sé. Pero yo sí sé que la extraño mucho.

También recuerdo tus celos, cuando movías mucho la pierna por ello o cuando demostrabas más cariño de lo normal en público. Eras un idiota tan lindo.

¿Por qué ese hombre no te deja de mirar? —repentinamente reposaste su brazo en mi hombro y empezabas mover su pierna ansiosamente.

—Luce de 30 años. Daniel, cómo le haría caso a él, si te tengo a ti.

—No, amor. Mira es por tu short. —se quitó su chalina y cubrió mis piernas. — Ya te dije como son los hombres. Nunca más te pones shorts.

Solté un gran suspiro.

—Y qué diablos le pasa a ese chico, te está mirando desde hace media hora. —traté de no reír. — No te atreves a reír que se va a enamorar de ti. Por Dios, acaso no ven que tiene enamorado.

Lo amo demasiado. Yo solo sonreí y él se enojaba, porque sonreía mucho.

—Ponte esto. — me entregó su polera con capucha.—Rápido.— lo miré tratando de entender, pero él solo seguía insistiendo con su mirada. Me la pusé y él me puso la capucha, ajustando las tiritas de esta para así poder ocultar mi rostro. — Vamos a salir así desde ahora.

—No puedo respirar. — arrugué mi frente. Me entregó unos lentes de sol. De dónde saca todo esto este hombre.

—Póntelos. — como vio que lo ignorada. Estaba loco. Él mismo me los puso. — Prométeme que vas a salir así desde ahora.

Finalmente te voy a ver, hoy es el día. Me puse la ropa que compré, quise creer que no fue por ti. Pero, vamos, lo hice por ti. Te iba a ver.

Al llegar a la universidad, tuve mis primeras clases tranquila. Creo que pensé en ti toda esa mañana. Yo sabía donde te iba a encontrar, en la hora de almuerzo ibas a estar ahí con tus amigos.

Yo estaba sola, no tenía amigos. Qué triste suena eso, pero renuncié a ellos por ti. Idiota, qué idiota fui.

Como estaba sola, no había nadie quien me sostuviera cuando te vi.

Estabas sonriendo en el pasillo. Tú estabas con tus amigos, pero no estabas solo. Estabas con ella. Sonriendo. Sonriendo con la chica del cuarto, con la chica que te vi aquella vez.

Yo no estaba preparada para esto, salí corriendo, retrocedí antes de que me pudieras ver. Volví al departamento.

No sabía que aún me quedaban lágrimas.

Claro que ya no te amo. Desde ese día, te odié. Todo empezó ese día, creo que empecé a olvidarte desde ese día.

Quizás.

Pero tengo presente desde ese día que el amor es una maldita mierda.


Más que ayer.  »KangDanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora