Unwelcome

Jacob

Un hombre delgado y pálido duerme al lado de una fogata semi apagada. Debajo de él hay un par de cobijas deshilachadas y llenas de tierra, a su izquierda están las entrañas y los huesos de algunos animales que ha cazado, y una bolsa de cuero medio vacía. Frente a la fogata hay un paquete de opio casi lleno, aunque sin la típica pipa para fumarlo. 

El hombre duerme intranquilo ya que se revuelve en sueños, aprieta los párpados y sus labios murmuran palabras inaudibles.

Los cinco soldados que lo observan notan todo esto con un par de vistazos y tiene expresiones que van desde el escepticismo hasta la burla. Uno de ellos saca su cantimplora de agua y vacía toda su contenido en la cara del hombre que duerme.

--Fuck! Goddamit! --Exclama el hombre delgado mientras se para de golpe y con su mano derecha saca una larga espada de debajo de las sucias cobijas en las que se acostaba. Le chorrean gotas de agua de la barbilla y del corto pelo rubio. Apunta su espada hacia los soldados y se tambalea bastante, tiene que dar varios pasos hacia atrás y hacia adelante para equilibrarse.

Casi todos los soldados se ríen, menos el que le lanzó el agua y que lo mira casi con asco. Tres de los soldados tienen uniformes que los identifican como simples guardias de la zona, pero los otros dos, incluyendo al dueño de la cantimplora, usan uniformes negros y gruesos, con el emblema del rey en el lado izquierdo, junto al corazón. 

--Sabes hablar chino, supongo. --Le dice el que le lanzó al agua, que luce como el más serio y de mayor rango que los demás.

--¿Qué quieren? --Ya no se tambalea y tiene los ojos alertas y despiertos, aunque turbios.

--Se ha corrido la voz por aquí de que eres un guerrero errante a quien nadie ha podido robar aun cuando siempre vas mareado por el opio. E incluso se ha dicho que te gusta darle dinero a los mendigos y a las mujerzuelas.  --Los guardias de la zona ríen al escuchar eso y los soldados del rey le sonríen con burla, incluyendo el que había hablado.

Jacob, el hombre rubio y pálido, se limpia la cara llena de agua con una manga y pone la espada a su costado. Su expresión se vuelve indiferente. --¿Y a mí qué más me dan los rumores? Si no van a encerrarme se pueden ir. Tengo cosas que hacer.

El más alto vuelve a dirigirse a él. --El rey ha mandado por ti personalmente, quiere a los mejores guerreros que haya en China para su guardia real, y aparentemente tú eres uno de ellos. 

Jacob no contesta, mira con cara aburrida al soldado que ha hablado  y se afeita la barba del lado izquierdo con la espada, apenas parece consciente de lo que hace, aun cuando un corte mal dado podría arrancarle media cara o rasgarle la yugular. Es evidente que su espada está muy afilada y que él está muy familiarizado con ella.

--Si vienes... --Chen, el único que le ha dirigido la palabra, vuelve a recorrer con la mirada las escasas posesiones del soldado blanco,-- si vienes tendrás todo el dinero que desees, para comprar todo el opio que desees. Mientras le sirvas bien al rey, por supuesto.

Jacob ya ha empezado a afeitarse el lado derecho de la cara. --No tengo interés en cuidar de un rey. Puedes decirle que lo lamento, que tengo asuntos inapelables, que me volví loco, lo que se te ocurra. --Termina de afeitarse mientras habla y toma un trozo de opio que se mete a la boca sin vacilar.

Ya ningún soldado sonríe, excepto Chen.

--En ese caso, entenderás que debes salir de nuestras tierras. Al rey no le agradan los extranjeros que vagan por su tierra sin serle útiles a nadie. Y me temo que nosotros mismos tendremos que sacarte.

Jacob, que ya está metiendo todas sus posesiones en la bolsa de cuero, sonríe. --Pueden intentarlo.

Chen sabe lo que significa. --Podrías matarnos a todos, y eso le pondrá precio a tu cabeza. Serás un hombre buscado y los carteles con tu nombre aparecerán en todos los tugurios que sin duda visitas, y por desgracia para ti eres muy llamativo hasta en esos sitios. ¿Sabes cuánto tardarán en capturarte? 

Jacob tiene una idea muy clara al respecto. Se cuelga al hombro su bolsa de cuero  y se encoge de hombros. --Creo que he cambiado de parecer.