Pongo mi fé en un crucifijo roto

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Era una mañana nublada, aún no se acostumbraba a su divorcio, se sentía solo, aunque hacia varios años que no se sentía feliz en su matrimonio, era mejor que esa soledad que lo consumía poco a poco, afortunadamente se dirigía a su trabajo, donde su mente se mantendría ocupada, haciendo a un lado su soledad, aunque fuera por unas horas. En el camino se atoró en el tráfico, era extraño como algo que para los demás era molesto él lo disfrutaba, le gustaba ver cómo las personas caminaban, intentando imaginar sus vidas y pensamientos, al parecer toda su vida estaba llena de ironías, pues mientras la mayoría de las personas evitaban los cementerios, él trabajaba en uno y no le disgustaba, era callado y relajante, también ahí encontraba compañía, lo cuál es extraño si se considera que sólo hay esqueletos y polvo, al parecer era otra broma de la vida, en ese cementerio se encontraba su único amigo "Crucifico Roto", un perro callejero que había encontrado desde que era un cachorro, decidió nombrarlo así, porqué cuando lo encontró estaba acostado debajo de una cruz rota, Crucifico Roto era un labrador negro, era un perro que le recordaba un poco a él mismo, era callado y leal.

Cuando por fin llegó a su trabajo, estacionó el coche, se bajó, y en cuanto empezó a caminar por los guijarros, Crucifico Roto llegó corriendo a recibirlo.

-¿Cómo estas amigo? ¿Me extrañaste?-.

Se encaminó a la caseta de vigilancia, abrió el candado y retiró la cadena, que debido al frío lo hizo estremecerse, prendió la luz y dejó las llaves, la cadena y el candado en la mesa de al lado, le sirvió la comida a Crucifico Roto y empezó a trabajar,realmente sólo tenía que revisar unos papeles, antes de salir a revisar el cementerio, esta era su tarea favorita, pues podía caminar tranquilo en compañía de Crucifico Roto, al salir de la caseta y empezar a caminar, todo parecía normal,hasta que vio a un grupo de jóvenes vestidos de negro alrededor de tumba, se acercó a ellos con cierta sospecha.

-¿Todo bien jóvenes?-.

En ese momento comenzaron a correr, dejando varias botellas y cigarros detrás, él corrió detrás de ellos por varias tumbas, hasta que alcanzó a agarrar a uno, lo tomó por el brazo y lo llevó a la caseta de vigilancia, donde lo empezó a cuestionar.

-¿Cuál es tú nombre?-

-Leonardo Juárez Tevés-. Respondió el joven con voz temblorosa, asustado por estar en esa situación.

Antes de que pudiera hacer otra pregunta explotaron varios cohetes, se asomó por la ventana y vio que eran los otros jóvenes, tratando de salvar a su amigo, Crucifico Roto y él salieron tras ellos, no sin antes advertir al otro:

-No te muevas-. Orden que obviamente omitió el joven.

Persiguió a los chicos hasta el principió de la avenida y pensó "Los tengo, no podrán ir más lejos" pues el tráfico ahí es muy pesado, los jóvenes no le dieron importancia y atravesaron la avenida, provocando la ira de muchos conductores, afortunadamente ninguno salió herido, pero no se podía decir lo mismo de Crucifico Roto, que no se detuvo para perseguirlos, todo pareció pasar en cámara lenta, un auto lo impactó y éste profirió un aullido ahogado que helaba la sangre, al ver esto se acercó a verlo, los ojos del animal se fijaron en él por última vez y en ese instante la única alegría de su vida murió.

Antología De Cuentos CortosWhere stories live. Discover now