Permanecer

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Becca

Estaba cansada de esta situación, cada vez el ambiente en la casa se ponía más denso, sentía como Francisco saltaba cada vez que me acercaba a él, veía las estrategias que usaba para distraerme, mi tiempo de reposo ya había pasado y necesitaba a mi esposo, pero si no iba a ser él iba a ser cualquiera, me termine de arreglar y salí de mi casa.

Francisco

Luna balanceaba entre sus brazos a Sara que dormía en paz, yo tenía un brazo tras ella viendo la escena

- Tienes mucha suerte de tener un papi que te quiera tanto- Dijo Luna sin apartar su mirada de mi hija

- La suerte la tengo yo, a veces siento que no la merezco

- Y ¿cómo siguen las cosas?

- Luna no sé, siempre es lo mismo

- Tienes que perdonarla Fran

- Es que yo la perdono pero...

- Un pero nunca es un perdón

Becca

Abrí un botón de mi camisa y ajuste el borde de mi falda mientras esperaba que me abriera Dylan, la espera me estaba angustiando y sobretodo sabiendo que Luna estaba en la casa de al lado, por suerte, antes que pudiera salir corriendo, Dy abrió

- Hola guapa

- Hola bonito- Le di un abraso más largo que lo normal y entramos a la casa

- ¿Cómo estás?

- Bien, aunque me siento un poco estresada

- Dímelo a mí Juan está insistiendo que tengo que darle un nuevo disco y no tengo idea que escribir

- Terrible bonito... si quieres te hago un masajito, con el compromiso que me tienes que hacer uno a mí

Dylan me vio extrañado

- ¿Desde cuándo sabes hacer masajes?

- Hazme caso, vamos- Sin darle mucho tiempo a pensarlo lo tomé de la mano y subí los peldaños ya tan conocidos para mí, saque un aceite que había alistado para la ocasión

- Quítate la camisa

- Be... no es neces....

- Claro que es necesario, dale

Dylan se quitó la camisa y me permití por un minuto observar su cuerpo, se notaba que había hecho un montón de ejercicio últimamente, lo tiré ligeramente a la cama mirando boca abajo y me hice a horcajadas sobre su cuerpo, calenté entre mis manos el aceite y comencé a masajear suavemente su espalda, sentía como sus músculos se relajaban poco a poco con el paso de mis manos, incluso había cerrado los ojos, si no fuera por su sonrisa de relajación hubiese jurado que se había quedado dormido, decidí que ya no iba a esperar más.

Me desabotoné completamente la camisa y me acosté suavemente y le di un beso en el cuello que apenas duró un par de segundos antes que Dylan saltara como un resorte sobre mí para atrapar mi cuerpo

- ¿Qué hace Becca?

- Vamos Dy, sé que lo extrañas tanto como yo

- Be no, esta no es la forma

Dylan se levantó y me tiró la camisa

- Te dejo a solas para que te cambies

Francisco

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