Capítulo 54 - La niña de la carretera.

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Abrí los ojos lentamente... ¿Había dormido siglos? ¿por qué sentía que una manada de lobos habian pasado sobre mi? Sentía un dolor inmenso, y un vacío...

- Lauren, muñeca. - dijo una voz a mi lado. - ¿Te encuentras bien?

Y solo eso bastó para recordar todo. Una lágrima escapó de mis ojos y sentía que mi cuerpo se volvía gelatina.

No... No, no. Otra vez no.

Cubrí mi rostro con ambas manos y lloré nuevamente, a lágrima abierta, a grito aturdidor.

¿Cómo era posible que todo esto estuviese ocurriendo?

- Ya... Ya. - me consolaba Keith. - Todo estará bien, suéltalo, tranquila.

A ciencia cierta no se cuánto tiempo transcurrió así, yo sollozando y Keith mimándome, pero una vez acabé pregunté por mi madre.

- Está en su habitación, dice que quiere darte privacidad. - respondió él.

- ¿Ella está bien? - le pregunté y su silenció otorgó la respuesta que ya sabia.

Ella no lo estaba, no estaba bien. Yo no estaba bien. En realidad nadie lo estaba.
El rostro de Keith reflejaba dolor, y por más que colocara sonrisas a medio lado para reconfortarme yo sabía que también le dolía. A todos nos dolía.

Cerré los ojos, suspiré. ¿Todo esto era real? ¿no era una pesadilla? ¿o una mala broma?

La puerta de mi habitación se abrió lentamente. Abrí los ojos. De allí entró Anisha, con una bandeja metálica que cargaba seis sadwiches y tres jugos.

- Oh, despertaste. - se acercó a mi y rápidamente dejó todo a un lado de la cama. Me abrazó, cómo necesitaba una abrazo... Y sollozamos juntas, otra vez.

(...)

La tarde transcurrió así, y de un momento a otro un cielo taciturno se dibujaba más allá del ventanal. Nadie hizo referencia a lo ocurrido, nadie habló más que para lo estrictamente necesario.

Mi madre no hizo acto de presencia en todo el día, más que para susurrar al otro lado de la puerta que saldría un momento, supongo que quería despejar su mente también.

Debió de ser muy difícil para ella, para papá y mis amigos, y por arte de mágia mi mente formuló una pregunta que antes, debido a la precipitación de los hechos, no la habia pensado con claridad.

- ¿Por qué no recuerdo nada? - hablé con voz pastosa luego de unas tres horas de prolongado silencio.

- Amnesia. - respondió Anisha.

Lógico.

- Fue algo raro. - continuó. - Fue como que tu mente eliminó aquel recuerdo que tanto daño te hizo, sencillamente lo desechó tras despertar del coma. No sabias nada, y para muchos era lo mejor.

Las palabras retumbaron en la ya oscura habitación.

- ¿Cómo se llamaba? - me costó sobremanera pronunciar aquella pregunta. Dolió, incluso más que cien cuchillos clavados en pecho y garganta. - ¿Cuántos años tenia?

- Su nombre es Luz, Luz Foster. Tenia seis años. - Keith fue capaz de responder mis preguntas.

Luz... Lucecita. Era una niña... Solo una niña indefensa.

Un sollozo traicionero escapó de mis labios y nuevamente la presión se instaló en mi pecho.

- ¿Por qué ella no sobrevivió?

Esperé una respuesta que no llegó. Ambos se miraban debatiendose entre quién y qué responder.

- ¿Por qué? - repetí.

Inquilino♡. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora