Preparatoria Westeros (+16)

29 - Sansa: Invitación

Casi terminaba la primer semana de clases y al profesor Pycelle ya se le había ocurrido dejarle al grupo de Sansa estudiar para un examen el lunes.

-Pero profesor, el sábado es la fiesta de Joffrey Baratheon.- dijo una de las chicas que habían estado criticando a la pelirroja en días previos.

-Bueno, eso debieron haber pensado antes de ignorarme el resto de la semana.- comentó el anciano mientras borraba otra caricatura de mal gusto que había colocado otro estudiante. Lo único que Sansa había logrado ver era un garabato con traje de porrista encima de quien parecía ser el señor Baelish.

Joffrey le había dado a Sansa el miércoles uno de los tantos papeles amarillo chillón que guardaba bajo su brazo.

-Mi chica tiene que ir. Este sábado nosotros somos la realeza de este instituto ¿está claro?

Su tono era autoritario hasta el punto en el cual el mismo Sandor intervino.

-¿Y el examen de Pycelle?- gruñó.

-El vejete ese puede meterse su examen por donde no brilla el sol. Además ¿desde cuándo estudias tú perro?- Gregor y Joffrey comenzaron a reírse frenéticamente mientras el menor de los hermanos Clegane fingía no escucharlos. Sansa se limitó a esbozar una falsa sonrisa, sabía que al joven Baratheon no le gustaba cuando ella se quedaba seria.

-Sonríe Sansa, tienen que ver que eres feliz conmigo.- le había dicho el martes y a pesar de la preocupación que ella sentía, obedeció.

En el almuerzo, Sansa volvió a sentarse con Myrcella y Tommen. Miró brevemente el flyer hasta que la jovencita lo tomó y le echó un vistazo.

-Mamá no va a estar muy contenta cuando se entere.- comentó mientras se acomodaba las gafas de sol para ver mejor.

-Tal vez ya le comentó a papá.- dijo Tommen mientras removía con el tenedor el puré de papá.- Especialmente si va a haber cerveza.

Myrcella le devolvió el papel a Sansa, miró alrededor buscando a Sandor pero al no tener éxito, optó por comenzar su ensalada.

-Pensé que había venido contigo.

-No, creo que fue a la biblioteca o al menos eso logré escuchar.- respondió Sansa.

-Es una lástima, el pobre ha de tener hambre. Tal vez luego podrías llevarle algo de comer a escondidas.- añadió Myrcella.

-Pero la señora Crakehall me mataría si se entera...

-No tiene por qué hacerlo, he visto a otros chicos besarse y meterse mano estando en los pasillos.- Myrcella parecía saber demasiado sobre las costumbres de los chicos de la preparatoria a pesar de ser tan joven. Sansa en cambio de sonrojó, la sola idea de permitir a alguien tocarla en un lugar concurrido le parecía demasiado extremo. Por un segundo pensó en Sandor intentando darle un beso en los labios mientras ella luchaba por escapar. Un escalofrío le recorrió la espalda.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el ruido del Perro dejando su pesada mochila en una de las sillas que quedaban disponibles.

-¡Creo que te invocamos Sandy!- dijo la chiquilla imitando un poco a las chicas del Valle.- ¿Qué tal la hora de estudio? Le decía a Sansa que a veces es común ver novios a esta hora, especialmente en la sección de ciencias.

Sandor no respondió. A veces Sansa creía que él se parecía a Largo de las repeticiones de Los Locos Addams solo que con un lado del rostro quemado. Sin embargo, detalles como haberlo visto defenderla, le hacían descartar la idea de que él fuese solo un monstruo como el de la televisión.

-¿Irás a la fiesta de Joffrey verdad?- preguntó la pelirroja.

-Tal vez.- contestó él mientras tomaba una bolsa de papas fritas que Tommen le había guardado, la comida de la cafetería ya casi se había terminado.

-Sandy es obvio que debes estar ahí, posiblemente mi hermano necesite que lo saques a escondidas de la alberca si es que se le pierde otra vez el traje de baño ¿te acuerdas de esa vez Tommen?

-No cuentes eso, Joffrey podría volver a romper alguna de tus muñecas o uno de mis G.I. Joe...

-Que lo haga, tío Jaime lo volvería a poner en su lugar.- contestó Myrcella terminando su almuerzo.

-¿Y tú?- alcanzó a escuchar Sansa.

-Tengo que preguntar en casa pero puede que sí.

Mientras los dos niños rubios discutían, Sandor murmuró:

-Iré por si acaso.