CAPÍTULO 4: CEDER TAMBIÉN PUEDE SIGNIFICAR ESPERANZA

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Los pulmones de Laurent contuvieron el aliento como si presintiera que algo se avecinaba, la impasibilidad de Lukyan hacia latir con fuerza su corazón ocasionando que la respiración pareciera ser un movimiento cada vez más difícil de realizar.

Los músculos del ángel se tensaron casi al mismo tiempo que los hombros de la parca se irguieron y sus puños se cerraron. Laurent no quiso cerrar los ojos ante la inminente confrontación y en cuestión de segundos el cuerpo de la parca invadió su espacio colocándose delante de ella tomando cautiva su garganta entre sus dedos largos y pálidos. El calor de las llamas que desprendía su agarre representaba la contraparte en una lucha de fuerza y poder en contra de la electricidad que ahora recorría el cuerpo del ángel buscando proteger a su dueño del peligro.

- Solo te harás daño – la voz ronca de Laurent en vez de lograr la reconciliación que su emisor buscaba solo enfureció más a la parca.

- Aunque me dañe tú también lo harás – demostrando su resistencia Lukyan apretó los dientes buscando acallar el dolor que rivalizaba con el de miles de agujas penetrando su cuerpo al mismo tiempo, una y otra vez al compás de los segundos.

- Déjame explicarte – pidió ella en busca de una tregua

- Eres aún más tonta por mencionar algún tipo de libertad – rugió con pesadez

- Yo pued... -

- ¡No!, no puedes ofrecer algo que no está en tus manos otorgar, ¿a quién tratas de engañar? – la cuestiono apretando más la garganta de su víctima.

- Suéltame – pidió sofocada mientras sentía la sangre caliente comenzar a recorrer su piel para machar sus vestimentas.

Lukyan continuo ignorando sus propias heridas mientras la euforia negativa lo controlaba.

A menudo se auto flagelaba pero no había castigo peor para el cuerpo de un recolector de almas que el del rayo celestial. Los segundos se hicieron cada vez más dolorosos para Lukyan hasta que Aldrick intervino en la escena después de escuchar tal alboroto.

- Lukyan suéltala – le exhorto mientras cruzaba el lumbral de la puerta a paso apresurado.

- No te metas – lo callo

- Debes soltarme ya o no resistirás - dijo Laurent tomando la muñeca de Lukyan en busca de su liberación

- No tengo la intención de dejarte ir tan fácil –

Sostuvo su posición y cerro más las manos, para cualquiera era bastante admirable su capacidad de aguantar el dolor pero eso no anulaba la muestra de estupidez que significaba esa escena para él, menos cuando sus ojos ya comenzaban a mostrar la resignación que él se negaba a aceptar de su propio cuerpo, su ira parecía mecerse en su cuerpo llevándolo a la orilla de estar dispuesto a dejar de lado su propia existencia y entregarse al olvido.

- ¡Lukyan! – grito Aldrick cuando la palidez de este se comenzó a asentar aún más en su tez dejándolo en el punto de la casi diafanidad.

- Aléjate –

Lo amenazo pero el joven no iba a dejarlo tan fácil, y buscando la forma de deshacer la unión gestó sus propios poderes concentrándolos en sus manos.

- ¡Hazlo! – lo alentó Laurent al ver sus intenciones - ¡ahora! – grito cuando con un último impulso de aire en sus pulmones empujo a la parca debilitando su agarre.

El impulso de Aldrick surgió efecto en ellos y con su fuerza logro separar el cuerpo de Lukyan del ángel como si se tratara de salvar a un humano de las garras de la electricidad.

HERMOSO VERDUGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora