- CAPÍTULO XVIII - Parada momentanea

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Alejandra se levantó de la cama y se puso su uniforme. No entendía nada. ¿ Iban a vivir con el hermano de don Amador ? No lo creía, pero no estaba segura de nada.

A las ocho en punto, después de preparar a los niños, bajo con ellos a la hora convenida para el desayuno.

Fernando, Elisa y Mercedes aguardaban en el comedor.

- Buenos días - dijo Alejandra.

- Hola, buenos días. ¡ Sobrinos ! - Fernando se dirigió a Calé y a Ricardo - Que no se me olvide antes de marcharos daros unos regalos.

Alejandra comprendió entonces que su futuro no estaba en esa casa.

Los niños se lanzaron sobre su tío, entre besos y risotadas.

Comenzaron a desayunar. Las doncellas llevaban a la mesa café, leche, pastas, pasteles, galletas, fruta, pan, mermeladas, mantequilla...

“Que ironía que a una criada la estén sirviendo otras como a una auténtica señora." pensaba Alejandra.

- ¿ A qué hora tenéis prevista la salida ? - preguntó Elisa.

- Nada más regrese Amador, a ser posible - dijo Mercedes.

- De modo que... - se entrometió Alejandra - ¿ no vamos a quedarnos en Santander ?

- No, querida - dijo sorprendentemente amable Mercedes -. Nos vamos hacia el oeste, a una villa de mar.

RECUERDOS ENFRASCADOS: Hacia una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora