Una cultura nueva.

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Ya hacía un año desde que Hiro Hamada había ingresado al instituto de tecnología de San Fransokyo y, claro, un año después de la muerte de su querido hermano Tadashi.

Después de haber detenido a Robert Callaghan, había entendido que él no era el tipo de persona que debía buscar venganza por asuntos del pasado, aprendió a perdonar y tuvo que avanzar, la tristeza no le regresaría a su hermano mayor por más que lo quisiera.

Hiro se tomó un tiempo, sólo para poder darse unas pequeñas vacaciones a finales de octubre, y por alguna razón, su tía Cass decidió darle una sorpresa, quizá algo muy distinto de lo habitual.

— ¡Hiro! ¡Mi niño! Adivina qué es lo que tengo.

— Ah... ¿Un cupón para ir a comer alitas?...

— Jajá, muy gracioso, pero no ¡Tengo unos boletos para México! ¡¿No te emociona?! ¡Nunca viene mal salir unos días fuera! Tú y yo, conociendo otra cultura ¡Dicen que en estas épocas se pone muy bueno!

— ¿Ah sí?...

— ¡Sí! Oh, venga, anímate.

— Bueno, es que, tía Cass... Ya tenía un par de planes con los chicos, planeaba salir con...

— No, no, hace ya tiempo que no podemos dedicarnos bien a pasar un rato familiar. Sé que estás más que ocupado en tu vida de universitario a los quince, pero venga, Hiro, yo no me vuelvo más joven.

Por un momento Hiro se puso a pensar. Era cierto, su tía era una persona muy importante para él y quería hacerla feliz, sin duda alguna.

— ¡Bien! Entonces tomaremos ese viaje a México.

— ¡Genial! ¡Iré a hacer las maletas! ¡Nos vamos en unas horas!

—...— Pareciera como si la Tía Cass ya hubiera tenido todo planeado, e incluso si ya supiera que accedería.

Hiro hizo su maleta, se preguntó si iba a ser buena idea el llevar a Baymax, pero lo más seguro es que no se lo permitirían, ¿Qué haría? Realmente quería llevarse de viaje algo que pudiera recordar a Tadashi y pensar que estaba viajando también con él.

— Veamos... No, esto no. No, tampoco. — Comenzó a lanzar varias cosas detrás suyo, su habitación poco a poco se convirtió en un desastre. Se rindió, se dió la vuelta y al alzar ligeramente la vista pudo percatarse de la división que había dejado entre su cama y la de Tadashi. Se acercó y la movió. Justo ahí estaba el gorro de Tadashi. La tomó entre sus manos. Su rostro mostraba cierta melancolía, pero tomó la decisión, eso sería lo que se llevaría en el viaje.

Largas fueron las horas en el que estuvo en el avión, aburrido, lo que ahora más necesitaba era llegar y poder disfrutar del caminar.

— ¡Oh! ¡Hiro! ¡Ya verás! Dicen que a donde vamos hay mucha historia ¡Realmente es un lugar mágico!

En verdad, la tía Cass no podía aguantar la emoción de poder viajar con su pequeño sobrino.

Al llegar al aeropuerto, fueron transportados a un pequeño pueblo, Santa Cecilia, vaya, no era lo que realmente Hiro se estaba esperando... Pasó demasiado rápido de estar rodeado de edificios y automóviles a un pueblo con gente muy humilde y tranquila... Juraba que sería difícil encontrar internet.

— Tía Cass... Creí...

— ¿Que sería una ciudad? No, no, si vamos a disfrutar las maravillas de un lugar, debes aprender a desconectarte de lo típico para ti, Hiro. Y yo creo que también debí convencerme en ello...

El pueblo estaba ciertamente retirado de varias cosas, pero en verdad parecía un lugar muy bonito, la variedad e historia les podría interesar.

Al llegar al pequeño  hotel, Hiro tardó mucho en dejar su maleta en la habitación, para después salir, prometió a la tía Cass que volvería antes de qué obscureciera.
El chico se dirigió a la plaza. Para su suerte, mucha gente estaba reunida, parecía que estaban celebrando algo, se acercó al Kiosco, curioso, la gente estaba cantando y tocando instrumentos, en verdad era algo muy diferente de donde él venía.
Se echó un poco hacia trás, pues estorbaba un poco, pero en ese instante sintió que golpeó algo con su pie y ésto cayó.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2018 ⏰

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