QUIERO MORIR DURMIENDO

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Quiero morir durmiendo, en mi cama esperando que llegue la mañana y el sol me cobije con su majestuoso resplandor para poder despertar en el increíble paraíso, seria increíble morir así, fue una de las frases más utilizadas por Enrique, un joven de treinta y ocho años en pleno uso de sus increíbles facultades y en su máxima edad productiva de sí mismo, con una pareja que lo acompañaba en todo momento en cada una de sus aventuras, esa frase que regularmente decía podría no sonar descabellada y es que a quien no le gustaría poder dormir, cerrar los ojos y abrirlos en medio de un paraíso sin dolor ni sufrimiento, algún paraíso con una paz inmensa que los cinco sentidos nos permitan tener la mejor experiencia de nuestras vidas.

No toda la gente sueña, en ocasiones muchas de las personas pueden no soñar, los somníferos, el cansancio, el estrés pueden provocar sueño pesado que nos haga despertar en un pestañeo como en un abrir y cerrar de ojos sin haber divagado por ese mítico mundo de los sueños. En ocasiones sin mencionar los somníferos estos factores pudiesen entender que lo que más deseamos es dormir y por ende es lo que más nos prohíben provocando un profundo y largo insomnio.

LOS SUEÑOS

Enrique poseía la fortuna de vivir los sueños, poder contar algunos, y en el transcurso de vivirlos poder descansar, pesada y profundamente a excepción de muchas personas a las que las sensaciones de los mismos sueños perturbaran su parcial descanso para traer a sí mismo una interminable presencia de sensaciones que incluso podrían despertarlos, y es que el mundo de los sueños es tan complejo que en cuanto menos se sepa de él es mejor para el entendimiento humano, no se sabe si es un reflejo del subconsciente que nos muestra una verdad oculta en lo más profundo de nuestro ser o si es un presagio que vaticina un suceso que está a punto de suceder, o si bien es un mundo en el que habitamos involuntariamente para que cada que despertamos salgamos de él.

El sueño recurrente de Enrique consistía en un viaje en lancha en medio de una tormenta llena de rayos y lluvia, lluvia espesa que no dejaba ver hacia donde se dirigía lo que le provocaba un exceso de tensión y cansancio físico pues el constante manejo del remo y su tensión nerviosa combinadas hacían que cada que soñara con esto terminara cansado, tenso muscularmente y en ocasiones hasta adolorido y sudando, soñase las veces que soñase lo mismo, pues aunque uno esté a punto de volar en un sueño, uno nunca deja de ser uno mismo, es decir, jamás harías nada que en la vida real no harías, estés en la situación en la que estés, ocasionalmente por las noches, Lisa la novia de Enrique lo despertaba porque en medio de un sueño incluso podía llegar a hablar o balbucear cosas que ella no siempre podía entender, y a la mañana siguiente era parte del tema saber cuál había sido el sueño que habría provocado tantas reacciones tan extrañas en Enrique por la noche.

Una noche de invierno y después de muchos días de trabajo extenuante y peleas en casa con Lisa, Enrique sabía que lo que menos quería es seguir con una situación tan pesada y difícil que hacía que le hiciera complicado hasta respirar, esa noche antes de dormir y contemplando la lámpara de su habitación en completa oscuridad pensaba un sinfín de maneras de llegar a su muerte por su propia mano, cortarse las venas al costado de su regadera mientras el agua caliente recorre su cuerpo que comienza a entrar en una baja de temperatura por la falta de flujo sanguíneo, lanzarse del edificio del corporativo y sentir como la adrenalina llega a la

cabeza y quizá sufrir un paro respiratorio o cardiaco antes de llegar al fin para que su cuerpo no pudiera llegar a sentir las múltiples fracturas y desmembramientos que generaría una caída de más de sesenta metros de alto, o quizá en un modo menos doloroso, más oscuro y como siempre lo pensó, ingiriendo un frasco lleno de somníferos que le causaran un eterno descanso, que le dejaran en sus mágicos sueños que tanto disfrutaba, en medio de ese sin fin de pensamientos mientras su vista se posaba en la lámpara de su habitación que apenas si se podía vislumbrar por la oscura habitación y la poca luz de la luna que entraba por la ventana, llego el sueño y comenzó a viajar, los primeros sueños fueron cosas habituales que muy pocos llegan a recordar, el lapsus del sueño es un enigma para la humanidad, no se sabe cuánto dura un sueño, <<el tiempo deja de ser relativo para convertirse en subjetivo>>, el primer y único sueño de esa noche que pudo recuperarse de la mente de Enrique fue que comenzaba a correr en un edificio tan lóbrego que daba la impresión que estaba todo en blanco y negro, se encontraba en la primera planta pero el edificio estaba abandonado, no se podía saber si era de tarde o de mañana, solamente entraban unos pocos destellos de luz y el piso estaba lleno de polvo y de pedazos de papel, así que mientras Enrique buscaba una explicación a esto y comenzaba a buscar entre los muros y los pilares estos comenzaron a crujir alejándose, todo de manera físicamente imposible como si estuviera extrayéndose todo por un agujero negro, hasta que se quedó en una esquina desde donde se veía a el mismo parado en medio de todo el edificio como hacía unos instantes había estado, solo se veía de espaldas, hasta que sintió que algo soplaba en su nuca, desde su perspectiva todo lucia más grande y profundo, aun oscuro como descuidado, así que al sentir ese aire perpetrando su cabellera volteo y era un circulo oscuro más alto que el, se quedó helado y comenzó a sentir un frio que recorría su rostro y su cabeza así que grito y corrió, en cuanto grito noto que ningún sonido salía de su boca, su silueta desapareció, la figura humanoide con el rostro como un circulo negro y lleno de harapos viejos y largos grito desgarradoramente y comenzó a seguirlo, había unas escaleras y aun todo se veía como si se tratara de una cinta en blanco y negro, Enrique se dirigió a las escaleras y se tomó del barandal mientras apresurado subía brincando de dos escalones en dos escalones, cuanto más subía las escaleras se hacían más largas y más largas, el barandal cambiaba su temperatura constantemente y atrás de él podía escucharse un zumbido imperceptible pero que podía hacer que sus tímpanos vibraran, corría lo más rápido que sus piernas se lo permitían, sabía que estaba en un sueño pero no podía despertar, mientras Enrique era preso de este sueño su cuerpo en su cama estaba sudando, sus piernas temblaban y sus dentadura permanecía apretada, su ritmo cardiaco se aceleraba y las gotas de sudor de su frente resbalaban por su sien para caer a su almohada, las escaleras se hacían más angostas hasta que se comenzó a ver un punto de luz a lo más extremo, giro su cabeza para poder ver si esa forma humanoide que tenía a sus espaldas venia, la forma había crecido su tamaño unas tres o cuatro veces y ahora su grito era como el de una mujer que estaba siendo mutilada. Para cuando lo escucho sintió un escalofrió recorrer su cuerpo que lo paralizo por un momento, al girar la cabeza nuevamente al frente, la puerta estaba cerca, quizá unos veinte escalones más y llegaba, Enrique había sentido que había recorrido más de dos kilómetros de escaleras, llego a la puerta, la abrió y la volvió a cerrar, la forma humanoide estaba tras de ella aun en las escaleras, Enrique se encontraba ahora en la cima de un edificio lleno de montículos de cemento y metal, todos rodeando creando una forma medieval como si se tratara de un castillo, la forma humanoide forzaba la puerta desde dentro de las escaleras queriendo salir a la cima a alcanzar a Enrique, él estaba exhausto, recargado en uno de los montículos que rodeaban la cima del edificio, tomando aire nuevamente cuando la puerta se azoto como si hubiese sido derribada por un auto, y salió la forma gritando tan fuerte que el oído de Enrique había quedado con un pitido fuerte y prolongado, se escondió rápidamente tras uno de los

Quiero Morir DurmiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora