Narra Juana:
-Juanita, ya es hora de entrar, está anocheciendo- siento su voz suave y abro lentamente los ojos. Un particular aroma invade mis fosas nasales, sabía perfectamente que era su perfume.
Noto como él se pone de pie y luego se vuelve a acuclillar a mi lado. Todavía no puedo creer que me haya quedado dormida al pie de un cerezo sobre el hombro de un hombre que huele riquísimo.
-Liz está preocupada por nosotros, vamos hacia adentro- posa la mano en mi cintura e intenta levantarme, pero un alarido de dolor hace que me suelte.
Me pongo de pie mientras notaba su mirada preocupada sobre mí, es que realmente me dolía todo.
-¿Qué pasó?- pregunta extrañado al tiempo que levanta mi remera a la altura de mi ombligo, me pone de costado y encuentra algo que yo no sabía que tenía.
Un moretón enorme reposaba sobre el comienzo de mi cadera.
-No sabía que estaba ahí- me defiendo- Hoy caí por las escaleras mientras bajaba, pero fue por las lágrimas en los ojos que no veía.
-¿Tienes algún otro?- pregunta.
Yo lo miro con miedo, los otros moretones están en donde se podría llamar "zona roja". Lentamente bajo un poco la cintura de mi pantalón, dejando a la vista mi braga rosa y otro moretón más justo sobre mi cadera.
Sentía su mirada preocupada sobre mí. Luego vuelvo a acomodar la cintura de mi pantalón y levanto mi remera al tiempo que me pongo de espalda. Tenía otro sobre una costilla.
-Ven conmigo, deben de doler mucho- dice dándome la mano. Yo doy un paso y el pie se me dobla del dolor, otra mueca salió de mi cara.
-Doblé mi pie al salir al jardín- confieso.
-No te preocupes- me carga en brazos tipo princesa y comienza a caminar hacia adentro. Yo reposo mi cabeza contra su pecho, lo que me permitía sentir como latía su corazón por debajo de su camisa azul y esa saco blanco que llevaba abrochado solamente los dos últimos botones.
Siento como me deja suavemente sobre el sillón y noto la presencia de Liz en la sala.
-¿Qué pasó?- pregunta horrorizada al verme con lágrimas en los ojos.
-Luego te explico- le dice él-, trae hielo por favor- la mujer sale corriendo hacia la cocina para volver, luego de unos segundos, con pequeñas bolsas de plástico con hielo.
-Iré a preparar la cena para la chiquita- exclama Liz.
-¿Y yo?- sonríe él.
-Tú también- la mujer sale riendo del living.
-Liz y yo somos amigos desde muy chicos- apunta Michael mientras me miraba.
-¿Cree en la amistad entre el hombre y la mujer?- indaga la chica, ya conocía la respuesta, pero quizo preguntar de todas formas.
-Ah, toma, perdiste esto- cambia de tema sacando la pulsera de su bolsillo. Al verla se me llenan los ojos de lágrimas y agarro la pulsera entre mis manos.
-Gracias, es muy importante para mí. Me la regaló un chico hace mucho, tiene mi misma edad, nos criamos juntos en el orfanato. A la edad de 7 años me dijo que me amaba y me dio esta pulsera, al otro día lo adoptaron y nunca más supe nada de él, aunque si lo viera por la calle, lo primero que haría sería correr a abrazarlo.
-Entiendo- dice- Ahora, deja que vea tus moretones- yo levanto mi remera y bajo la cintura de mi pantalón. Aplica dos bolsas de hielo y las presiona contra mí mirándome preocupado.
-Yo podría tenerlas sola, te aviso por si tú quieres irte a hacer otra cosa- propongo.
-De ninguna manera, no te dejaré- aprieta más la bolsa de hielo contra mi cuerpo y se hace un lugar a mi lado en el sofá.
Yo escuchaba música mientras él seguía sosteniendo la bolsa de hielo. Ya no sentía la piel, hacía mucho que llevaba la bolsa sobre mí. Siento el ruido de unos tacos golpeando la escalera y me incorporo para ver de quién se trataba. Veo a Lisa, la reina del drama, bajando la escalera.
-Mike amor, ven conmigo, me has dejado sola- se acerca hacia él y me mira molesta.
-Ahora no tengo tiempo- dice él sin soltar el hielo.
-¿Podrías una vez en tu vida poner mi felicidad primero que esa mocosa?- me señala, a estas alturas ya aprendí a no llorar con esas palabras.
-Lo siento, pero hoy no- aparta su mirada de ella y la posa sobre mí.
-¡Bien!- gritó y salió del lugar.
-Vamos a cenar- ordenó Liz gritando desde la cocina.
Él se pone de pie y me ayuda a hacer lo mismo. Por suerte mi pie ya no dolía como antes.
Ambos nos sentamos a la mesa y comenzamos a cenar acompañados por Liz.
Luego de cenar, me retiro a mi cuarto y Michael al suyo, no sin antes decirme buenas noches.
Eran al rededor de las 4 de la mañana cuando decido ir al baño, aunque mi habitación tenía baño incorporado, la idea de salir de ahí y caminar un poco no me molestó.
Al pasar al lado de la puerta de la habitación de Michael sentí algo que me incomodó. No sabía cómo sentirme en ese momento, pero sí sabía que ellos dos estaba teniendo sexo y no lo hubiera sabido a no ser por la voz chillona de Lisa.
-¡Oh, Mike! Tú sí sabes qué me gusta, hace meses que no me hacías el amor así- y fue silenciada con un beso.
Vuelvo a mi habitación con una sensación rara en el pecho, sin darle importancia, me acuesto y me vuelvo a dormir, mañana sería un día largo.
ESTÁS LEYENDO
Adoptada por. . . ¿accidente?
RomansaUna mañana de estas, el amor pasó por delante de mí. No era de la forma que esperaba, tampoco como yo pensaba que sería, sólo sé que desde que llegó, nada volvió a ser igual. DirtyDiana