Capítulo 1

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—Clarke, hija —volvió a escuchar los gritos de su padre llamándola desde la planta baja —Date prisa.

Rápidamente se tapó los oídos, no quería escuchar más. En seguida notó el sonido de unos pasos cada vez más fuertes que se dirigían a su habitación. Jake entreabrió la puerta asomando su cabeza con un semblante serio en su rostro.

—No voy a ir, ya tengo dieciocho años y puedo quedarme sola. No puedes obligarme —respondió la rubia contraatacando mientras levantaba la vista hacia su padre.

—Oh claro que si puedo jovencita, mientras vivas de mi dinero y bajo mi techo vas a cumplir mis órdenes.

Clarke suspiró frustrada.

—¿Qué les pasa a ti a mamá? Hace unos días me cortan las extensiones de la tarjeta de crédito y ahora esto... —reclamó —¿Es un castigo verdad? Es un castigo por lo de la semana pasada.

—Organizaste una fiesta en la casa mientras yo y tu madre no estábamos y metiste a cientos de personas sin nuestra autorización. —Tanto él como su esposa habían viajado fuera ese fin de semana, para concurrir a una conferencia donde Abby debía estar presente. Pensaban regresar el domingo a última hora, pero la conferencia se canceló y entonces volvieron antes de lo previsto, encontrándose con la casa totalmente descontrolada —Y ni hablar de los destrozos...

—Se me fue de las manos -trataba de justificarse —No va a volver a repetirse. Pero por favor... papi —le rogó haciendo un gesto de suplica con las manos —déjame quedarme.

—No me vas a convencer. Irás esta vez, aunque tenga que llevarte en contra de tu voluntad —volvió a decir el hombre con firmeza —Y no es solo un castigo por lo que hiciste, no has visto a tu abuela desde hace tiempo y además, te hará bien cambiar un poco de aire. A ver si empiezas a cambiar ciertas actitudes.

—Odio el campo. Y te odio a ti.

Y entonces se levantó de su cama de mala gana y tomó sus maletas, las cuales había preparado con anticipación esa mañana bajo la supervisión de su madre. Prácticamente la había obligado, si fuera por ella misma no habría retirado ninguna prenda de su armario. Una vez que guardó su Iphone X en su cartera de mano y se cercioró de que ya no le faltaba nada, pasó por el costado de su padre completamente en silencio, fulminándolo con la mirada.

—¿Piensas viajar así vestida? No vamos a Miami esta vez —dijo Jake con tono divertido observando el ostentoso outfit de su hija.

No le respondió. Ni siquiera volteó. Odiaba a su padre en esos momentos, y le importaba una mierda lo que diga, usaría la ropa que le dé la gana. Se había puesto un vestido de verano rojo sin mangas, corto hasta por encima de las rodillas y ajustado hasta la cintura, haciendo resaltar sus voluptuosos pechos; y en los pies, unos delicados tacones haciendo juego. Su largo cabello rubio estaba perfectamente lacio esa mañana y lo llevaba suelto, como a ella más le gustaba.

¿Qué mierda les pasaba a sus padres? Siempre habían sido más permisivos con ella. No entendía ese cambio rotundo que estaban teniendo de repente. ¿Por qué tanta insistencia con llevarla a ese pueblucho en medio de la nada? Ella no estaba hecha para ese tipo de lugares.

Este último tiempo Jake estaba comenzando a perder la paciencia debido a los berrinches de su consentida hija. Odiaba tener que ser duro con ella, para él seguía siendo su bebé, era su única hija, lo más importante de su vida junto con su esposa. Pero debía ponerse firme y hacerse respetar.

Jake Griffin había crecido en las afueras del condado de Dickson, en el estado de Tennessee. Él era el mayor de cuatro hermanos, y el único varón. Su familia se dedicaba a diversas tareas rurales, tales como la agricultura y la ganadería. Les iba bastante bien en realidad, carecían de los lujos de la ciudad pero nunca les había faltado nada. Su infancia había sido muy buena, rodeada de aire puro y naturaleza, jugando con sus hermanas y los niños de las chacras vecinas. Al terminar sus estudios secundarios en el pueblo, decidió mudarse a la gran ciudad de Chicago con la ayuda de sus padres y con los ahorros que había logrado trabajando durante algunos años, para ir a la universidad. En un principio optó por estudiar ingeniería agrónoma pero terminó inclinándose por industrial. En todo momento recibió el total apoyo de sus padres, Anne y Benjamin Griffin, que no hacían más que sentirse orgullosos por los logros de su hijo. No fue nada fácil al principio, la vida de ciudad era completamente diferente a la del campo. Pocos años después, una de sus hermanas, Megan, se fue a vivir con él con la intención de estudiar también. El hecho de tener a su hermana a su lado le alegró mucho a él y a su familia, pues ambos se harían compañía. Y así fue, Jake y Megan se volvieron muy unidos. Durante esos años universitarios conoció a la mujer quién se convertiría en su esposa después de seis intensos años de noviazgo. Abby, se había graduado de médica con especialidad en cardiología. Ella había crecido en una ciudad apenas a unos kilómetros de allí de Chicago. Ambos se convirtieron en excelentes profesionales, indudablemente el ingreso económico de los dos era muy alto. Vivían muy cómodamente con todos los lujos, por lo cual Clarke, su única hija, siempre había tenido todo lo que quiso. Últimamente se preguntaba qué era lo que habían hecho mal en su crianza. Quizás ese había sido el error, el cumplir cada uno de los caprichos de la pequeña rubia. Tanto él como Abby, pasaban mucho tiempo fuera por las demandas de sus trabajos. Y de alguna manera, sin ser conscientes de ello, cubrian esa "ausencia" dando a Clarke lo que quisiera, consintiéndola en todo. No existían los límites para la ojiazul. Al menos no hasta ahora.

Million Reasons (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora