CAPÍTULO 1

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M i c h a e l

El enésimo shot pasó por mi garganta sin problema. No estaba ebrio, pero tampoco estaba como había llegado a esa discoteca.

- ¿Qué haces aquí solo? - gritó Agus en mi oído.

- Me iré a buscar una mina. - dije imitando su acento argentino y él se fue.

Pero no lo hice, me quedé sentado ahí. Analizando todo el lugar, habían chicas realmente lindas. Tal vez no sea mala idea ir por una de ellas.

- ¡Cargalo con bastante ron! - gritó una voz femenina a mi lado.

Me giré y contemplé a una chica ondulada que estaba sentada frente a la barra. No podía ver su rostro pero, vaya que sí tiene buen cuerpo. El barman le entregó la bebida y ella la tomaba meneandose al ritmo de la música.

Acerqué mi silla, lo suficiente como para sentir su pierna rozando con la mía. Se asustó y se volteó a mirarme. Era relamente hermosa, por la oscuridad no podía notar el color de sus ojos, pero su rostro era perfecto.

- Hola bonita. - dije guiñandole el ojo.

- Hola ¿quién eres tú? - su voz tenía un acento raro y era obvio que traía varias copas encima.

- Soy la persona que hará que esta noche sea la mejor de tu vida - puse mi mano en su pierna.

Espero que haya venido sola. Y que no aparezca su novio para darme un merecido por andar echandole el ojo a su novia.

Miró mi mano en su pierna y sonrió. La cogió y la retiró de allí.

- Eres muy rápido. No lo piensas dos veces.

- No creo que haya que pensarlo tanto con una belleza como tú.

- Vaya, no te das por vencida - dijo y volvió a menearse al compás de la música.

Se terminó el vaso que tenía en la mano y parece que olvidó que yo estaba ahí.

- ¡Quiero la de movimiento naranja! - gritaba. No había duda qué era mexicana.

- ¡No, no! ¡Mejor la de Scooby doo pa pa! - grité siguiéndole el juego.

- ¡Claro qué no! ¡Esa no me gusta! - se quedó en silencio, sin moverse - ¡A mí me gusta, que me traten como dama! - empezó a cantar junto con la canción que sonaba.

- Esa no es la canción que está sonando. - exclamé con el seño fruncido.

- ¿Y? Yo canto lo que yo quiero.

Reí y me quedé mirando como bailaba sentada. Me distraje un momento y cuando regresé la mirada ví como su cuerpo se había hacía atrás. La cogí para evitar que se caiga y ella solo rió a carcajadas.

Cuando terminó la canción, cogió mi mano, la puso en su pierna, su brazos fueron a mi cuello y sus labios se juntaron con los míos. Le respondí con cierta urgencia, nunca me había sentido tan atraído por una chica y con tan solo haberla visto unos minutos. Le mordí el labio inferior y dejó paso a mi lengua.

Minutos después la maldita falta de aire se hizo presente.

- Puto aire. - susurró y yo estallé en carcajadas.

- ¿Cómo te llamas?

- No sé.

- ¿No sabes? - dije extrañado.

- No, en serio. ¡Ayúdame! ¡No sé nada! - se cogió la cabeza, parecía preocupada.

- Yo, no sé. Ta... - iba seguir hablando pero me interrumpió.

- Yo no sé, porque me siento hoy tan diferente... - comenzó a cantar.

Qué rápido se había olvidado de que no sabía ni quién era. Reí y la miré como estúpido, de nuevo. Me fijé en la hora eran las cuatro de la mañana.

- Emmh ¿alguien vendrá a recogerte? ¿una amiga o tu novio?

- No tengo novio - dijo y se puso a llorar.

Me acerqué a ella y al verla, tuve que contener la risa.

- Tranquila.

- Nadie me quiere, estoy sola, viviré sola y moriré sola. Mejor mátame, dale mátame de una vez - se enderezó y alzó los brazos - ¡Dios! ¡Llévame, llévame de una vez!

Esta vez no aguanté y solté una carcajada.

- ¿Te estas riendo de mi sufrimiento? - exclamó y su expresión triste cambió a una enojada.

- Es mejor irnos.

- Joven, esto es de la señorita - dijo un camarero y me entregó un pequeño bolso.

- Gracias.

La cogí del brazo y la llevé hasta la salida. Abrí la puerta del copiloto de mi carro e hice que entrara. Subí a la del piloto.

- ¿A dónde me llevas? - preguntó exaltada.

- A Júpiter.

- Ahh - dió un suspiro - la vez pasada estuve ahí.

Reí por lo bajo y seguí conduciendo. La dejé que pusiera música y así se la pasó todo el camino. Llegamos al estacionamiento de el edificio dónde vivía, era el único lugar que se me ocurría ya que ella no recordaba ni su nombre.

- ¿En dónde estamos? - extendí mi brazo para sacarla del auto.

- En Júpiter. Date prisa que nos cerrarán la puerta al más allá.

Dió un pequeño gritito y salió a toda prisa del auto. Mientras yo reía.

- ¿Y? ¿Nos cerraron la puerta?

- No, aún no. Pero debemos darnos prisa en ir a los elevadores o la cerraran.

Empezó a caminar rápidamente hacia la salida y yo tuve que regresarla.

- Por ahí no es. Es por acá.

Asintió y cogida de mi brazo fuimos hasta los elevadores.

- ¡Rápido que nos cerrarán la puerta al más allá! - le gritaba a la puerta del elevador.

Llegamos al piso cinco y entramos a mi departamento.

- ¿Este es el más allá?

- Sí, es genial ¿no?

- No, no me gusta - dijo negando con la cabeza - ¡Me encanta! ¡Todo es marrón, como la nutella!

Reí y la llevé hasta mi cama. La acosté y en unos minutos se quedó dormida. Yo empecé a arreglar el sofá cama que había a un lado para poder dormir yo.

- Duerme conmigo. - dijo la chica a mis espaldas.

- No, es más cómodo el sofá. - sonreí nervioso.

- ¡Dale! - se pusó de rodillas sobre la cama y se acercó a mí.

Se quedó a pocos centímetros, podía sentir su respiración y se mezclaba con la mía. Posó sus labios sobre los mios y empezó a moverlos lentamente. Pronto nuestras lenguas también estaban juntas. Bajó su boca a mi cuello y perdió sus labios en este. Suspiré.

¿¡Qué estaba haciendo!? Ella era una completa desconocida y además estaba ebria. Puse mis manos sobre ella suavemente y la separé.

- Es hora de dormir. Hasta mañana.

¡Holaa chamas! Les traigo una nueva novela que espero que les guste muchísimo. Espero sus comentarios y sus votos. Bais.

No te enamores [MICHAROL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora