La historia de Roxy y Preston, comienza desde hace mucho tiempo. Roxy, siempre tuvo un pequeño enamoramiento hacia Preston, y él a sabiendas de eso siempre lo uso a su favor.
Luego de la graduación la meta de Roxy es "Olvidar, y borrar a Prest...
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—Estos viajes agotan un montón ¿Cuándo nos vienen a buscar?—dice Chleo estirándose.
— ¿Buscarnos? Ya desearía, mamá dijo que mi auto esta frente al edificio de nuestro apartamento. Tendremos que ir en taxi—digo y gime.
—¿En serio?—dice con voz lastimera.
—No seas la reina del drama en estos momentos Chleo.
—Es que podemos durar horas antes de que encontremos un taxi—gimotea, y yo ruedo los ojos.
—Veras que no—le doy una sonrisa, y ella bufa.
Una hora más tarde, y mil quinientas quejas de Chleo, por fin nos montamos en un taxi, y me pregunto por qué duro tanto.
— ¿Y si paramos a comer algo? Tengo un hambre espantoso—digo, y ella asiente.
—Claro ¿Qué quieres?
— ¿Ahora? Un submarino, una coca cola, y papitas fritas—digo, el taxista ríe.
—Tiene buen apetito señorita—dice, y yo rio.
—Está en lo cierto. ¿Nos puede dejar en Subway?—pregunto, y él asiente.
—Está aquí mismo. —Da la vuelta y nos dirige al restaurante de comida rápida.
***
—Esto tiene ascensor ¿verdad?—pregunta Chleo al conserje cuando llegamos, y él solo asiente.
—Te lo dije—le digo caminando por el pasillo, hacia donde supongo que esta el ascensor.
—Es que debemos asegurarnos amiga, ¿crees que sea capaz de cargar mi maleta hacia el cuarto piso? No podría.
—Ni yo—concuerdo.
—Vamos, quiero descansar un rato—dice con una mueca.
Subimos en el ascensor, y marcamos nuestro piso. Cuando llegamos, lo primero que hago es buscar las llaves en mi cartera. Agradezco que me la hayan enviado hace una semana.
—No sé cómo Ali hace esto todo el tiempo—se queja Chleo
— ¿Hacer qué?—pregunto abriendo la puerta.
— ¡Viajar!—grita ella, y yo volteo molesta. Odio los gritos. —Lo siento. Pero es cierto. Ali viaja dos veces por semana a cualquier parte del país, y siempre está de buen humor. Yo solo viajo cuatro horas, y estoy tan casada, y malhumorada.
—Entonces no se por qué eres actriz. Ellos tienen que viajar mucho amiga.
—Ni qué lo digas. Pero la próxima será en auto. Creo que el avión fue lo que me puso de malhumor. ¿Y cómo no? Mi compañero de asiento, roncaba como oso, y me empapo con su baba, fue horrible—lloriquea ella y ruedo los ojos.
