Rebobina dos veces.

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Hay veces en que nada tiene una razón, solo sucede, solo ataca, así es la vida, nos brinda todas aquellas joyas preciosas e invaluables para que las disfrutes y termina quitándotelas tarde o temprano, sin aviso, sin una explicación, solo se las lleva de regreso.

A veces te deja despedirte de esas joyas y se quedan como un bello recuerdo de lo que algún día fue, pero en su mayoría no tenemos esa oportunidad y deja de ser un recuerdo para convertirse en una carga de impotencia amarga y un doloroso odio a ti mismo, una espina de rosa que se queda clavada en tu garganta evitándote llorar, una espina que todo el día toca la misma herida una y otra vez. Tu eterno viacrucis.

—¿Era necesario que tu chofer nos abriera la puerta? —pregunté.

—Los modales hacen al hombre — respondió Jihoon.

El enorme recibidor era intimidante, a lo lejos solo podía escuchar los coches pasar. Adornado con piso verde oscuro, unas grandes escaleras blancas que llevaban a quien sabe dónde, sillones de piel gris y una enorme pantalla que indicaba los horarios adjuntados al nombre y lugar donde se llevaba a cabo el funeral.

Un hombre salió de una pequeña barra de cafetería y nos indicó el camino, Jihoon y yo nunca habíamos durado tanto tiempo en silencio, no era lo nuestro, así como vestir completamente de negro no era algo a lo que Jihoon estuviera acostumbrado tuve que prestarle, tomé una camiseta y la voltee al revés, solo así no se vería el estampado.

La sala oeste número cuatro. Con una cantidad considerable de personas, era un lugar pequeño a diferencia de las demás salas, acompañados de absorción de flujo nasal podían romper ese tan escalofriante silencio.

Hombres tomando café, enormes coronas y arreglos florales mantenían una pelea de belleza con las flores del jardín que podía verse a través de la ventana de cristal. Era la más bella y triste ironía, un lugar triste donde se despedía la muerte de un hombre era, a la vez el lugar del nacimiento de flores nuevas.

Al final de la sala, entre dos pilastrones y frente a una enorme figura religiosa, un féretro color caoba servía como último lugar de descanso de una persona, de aquel que en vida fuera un fiel amigo, un gran empleado, un maravilloso esposo y un amado padre.

Jihoon y yo caminamos más hacia adentro de la sala, sin éxito de encontrar a la razón principal de nuestra estadía ahí. Era difícil caminar y saludar a personas que no conocías, sobre todo estando en un lugar donde hasta el saludo suena a insulto, todo el camino discutimos con el chofer si decir "buena tarde" era correcto. No era buena tarde para nadie.

—Jiho

Una voz me había llamado, al buscarla, descubrimos que el hermano mayor de Yukwon nos había encontrado, nos llevó a donde estaba su madre y otros familiares.

—Muchachos, muchas gracias por venir —la señora Kim nos extendió los brazos, abrazando a Jihoon y a mí al mismo tiempo, hasta la fecha sigo pensando que esa era la única forma de tomar fuerzas para ponerse de pie.

La conocíamos de poco tiempo, al menos desde que inició la escuela y a los tres nos tocó en la misma clase, pero ese poco bastaba para reconocerlos físicamente y las dos personas delante de nosotros eran solo carcasas cansadas, a los que el tiempo había sorprendido como solo él sabe hacerlo, con una noticia terrible, quitándoles todo. El hambre la convertía en molestia, el cansancio física dejaba su lugar all cansancio mental, el que les obligaba a continuar, a arreglar papeleo y poner caras falsas cuando algún genio llegaba con la frase "Todo estará bien, yo de verdad lo siento".

—No agradezca, vinimos en cuanto nos enteramos, le pido nos perdona por la demora —Jihoon, el siempre correcto amo de la lengua, siempre sabía que decir.

Block B - "LEGACY"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora